Los ácidos grasos omega-3 son un tipo de lípido poliinsaturado fundamental para el funcionamiento normal del organismo. Al no ser producidos de forma adecuada por el cuerpo humano, deben incorporarse mediante la dieta o el consumo de suplementos nutricionales.
Así lo señala el catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Murcia y miembro de la Sociedad Española de Nutrición, Gaspar Ros Berruezo, en una entrevista con Europa Press Infosalus.
Existen distintos tipos de ácidos grasos omega-3, cada uno con funciones específicas en la salud. Según Ros Berruezo, los más relevantes son el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). “Son nutrientes esenciales que afectan múltiples aspectos de nuestra salud. Son fundamentales para la función cerebral, la salud cardiovascular, el control de la inflamación, y la prevención de enfermedades crónicas”, señala el experto.
Los ácidos grasos omega-3 son lípidos poliinsaturados esenciales. Foto:iStock
Tipos de omega-3 y su función en el organismo
El ALA se encuentra en semillas de lino, chía, nueces y aceites vegetales como el de canola o soja. Aunque puede transformarse en EPA y DHA, este proceso es poco eficiente. Por su parte, el EPA y el DHA provienen principalmente de pescados y mariscos. El primero se vincula con la reducción de la inflamación y la protección cardiovascular, mientras que el segundo es clave para el desarrollo y mantenimiento del sistema nervioso y la visión.
“Su consumo adecuado es crucial a lo largo de toda la vida, desde la infancia hasta la vejez, y puede tener efectos protectores contra diversas enfermedades, mejorando la calidad de vida y la longevidad”, destaca Ros Berruezo.
Salud cardiovascular: un sistema protegido
Entre los beneficios más documentados del omega-3 se encuentra su impacto en la salud cardiovascular. La ingesta de estos lípidos puede contribuir a disminuir la inflamación, reducir los niveles de triglicéridos, mejorar la presión arterial en personas hipertensas y prevenir arritmias cardíacas. Además, su consumo habitual se asocia con una menor probabilidad de enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares.
Prevención del deterioro cognitivo y apoyo a la salud mental
En cuanto al sistema nervioso, los omega-3 juegan un papel determinante en el desarrollo y funcionamiento del cerebro. Su aporte es vital durante el embarazo y la lactancia, etapas en las que el DHA interviene en la formación del cerebro infantil. En adultos mayores, este compuesto se relaciona con una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, y también con mejoras en la memoria, la concentración y el estado de ánimo. Los ácidos grasos omega-3, en particular el EPA, pueden ser beneficiosos en el tratamiento de la depresión y los trastornos de ansiedad, precisa el especialista.
El consumo se asocia con prevención de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Foto:iStock
Protección para la salud visual
El DHA también se encuentra en altas concentraciones en la retina. Su consumo puede prevenir la degeneración macular asociada con la edad, una causa común de ceguera en personas mayores. Además, estos ácidos grasos pueden mitigar los síntomas del síndrome del ojo seco, lo que representa un alivio para quienes padecen esta condición.
Inflamación y enfermedades autoinmunes
Gracias a su capacidad para modular la inflamación, los omega-3 son aliados en el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis reumatoide, el lupus o la enfermedad inflamatoria intestinal. Según Ros Berruezo, también pueden contribuir a la prevención de enfermedades autoinmunes mediante la regulación de las respuestas del sistema inmunológico.
Impacto positivo en la salud metabólica
Estos ácidos grasos también influyen en el metabolismo. Contribuyen a aumentar el colesterol HDL y disminuir los triglicéridos, lo que favorece el equilibrio lipídico en sangre. A su vez, algunos estudios sugieren que mejoran la sensibilidad a la insulina y reducen los niveles de glucosa, lo que puede resultar beneficioso para personas con diabetes tipo 2. También se ha observado que disminuyen factores de riesgo relacionados con el síndrome metabólico, como la obesidad y la hipertensión.
Cuidados de la piel frente al envejecimiento
Otro de los efectos asociados al consumo de omega-3 es su acción sobre la piel. Protegen frente a los daños provocados por la radiación ultravioleta y pueden reducir la inflamación que caracteriza a enfermedades dermatológicas como la psoriasis y el eccema.
Los omega-3 mejoran el perfil lipídico y ayudan a controlar la glucosa. Foto:Istock
Fuentes alimenticias ricas en omega-3
Para incorporar estos lípidos a la dieta, Ros Berruezo recomienda consumir pescados grasos como el salmón, la caballa, el arenque, la sardina, el atún y la trucha, así como mariscos. También destaca el valor nutricional de las semillas de chía, lino y cáñamo; las nueces; los aceites vegetales como el de linaza, canola y soja; las algas marinas y los aceites derivados de ellas.
Además de los alimentos naturales, se pueden encontrar productos enriquecidos con omega-3 como huevos, leche, yogur y jugo de naranja. Las verduras de hoja verde, entre ellas la espinaca, la acelga y el kale, también aportan este nutriente, especialmente en dietas de origen vegetal.
El catedrático concluye que mantener un consumo constante de omega-3 desde la infancia hasta la vejez puede tener efectos positivos a largo plazo. La evidencia científica respalda su papel como factor preventivo en múltiples afecciones que se desarrollan o agravan con el paso de los años. En ese sentido, su incorporación a la alimentación diaria se posiciona como una estrategia eficaz para promover un envejecimiento saludable.
Europa Press
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de Europa Press, y contó con la revisión de la periodista y un editor.