Salman Rushdie: 'Sin duda le di una buena mirada a la idea del fin de la vida'

hace 4 días 12

Después del ataque contra su vida, Salman Rushdie se ha dado a la tarea de reflexionar sobre el amor y el odio, la mortalidad y el tiempo que nos queda. Y, sin duda, su charla en el Hay será un verdadero acontecimiento.

Salman Rushdie no parece un hombre condenado a muerte. Para empezar, hace demasiados chistes: en cada entrevista o panel al que va se le ve como una persona sonriente, con algún comentario ingenioso siempre guardado debajo de la manga. Aunque desde 1989 pesa la fetua del ayatolá Jomeiní sobre su cabeza, la orden de que los musulmanes tienen el deber de asesinar a Rushdie, el escritor ha balanceado más de tres décadas de discursos de odio lejanos y amenazas difusas bromeando con Larry David que la fetua es un imán para las mujeres.

En 2022, Rushdie fue víctima de un atentado en el pueblo de Chautauqua (Estados Unidos). Un hombre radicalizado lo apuñaló varias veces y le quitó la visión del ojo derecho y la movilidad de una mano, pero no su vida… ni su sentido del humor. Aun ahora se le puede ver más frágil, con movimientos más restringidos, pero la sonrisa y el ingenio siguen en el lugar correcto.

Por eso, a veces le es frustrante que, a partir de esta orden de muerte establecida por un par de capítulos de su novela Los versos satánicos que referencian al profeta Mohamed, todo el mundo se tome tan en serio su obra. Sus novelas como Hijos de la medianoche y Shalimar el payaso son relatos que mezclan realidades banales y dolorosas por igual, que hablan de la historia de pueblos relegados al tiempo que satirizan el mundo contemporáneo.

Es de esperarse esta mezcla de humor y rigor, de fantasía con lo mundano, viniendo de un hombre que creció con su padre interpretando los cuentos de Las mil y una noches mientras su madre le contaba chismes como ningún otro narrador; de un joven que sufrió la discriminación por su color de piel y ha vivido la fama por el peso de sus palabras; de un hombre cuyo corazón está en India y en Inglaterra y en Nueva York por igual.

Si Rushdie describe los conflictos en sus obras como “mundos que colisionan”, lo hace porque su vida ha sido exactamente eso.

Su libro más reciente es Cuchillo, una obra de no ficción sobre el ataque del que fue víctima y que es la muestra más reciente de estas fuerzas que colisionan, a veces de la forma más violenta, en su vida. Aunque Rushdie ha dicho que no fue particularmente placentero escribirlo, sin duda fue catártico. Es una mirada sensible a un momento que se define en segundos, pero con un lente que contempla temas tan amplios como la violencia y la radicalización, el miedo y la mortalidad, y, especialmente, el amor.

Y, como siempre, está lleno de un divertido ingenio se asoma en cada página y que nadie le puede quitar.

¿Cómo fue el proceso de escribir Cuchillo? ¿Cómo la escritura lo ayudó a entender lo que había pasado?

Soy un escritor, y escribir siempre ha sido mi manera de entender el mundo. Soy un contador de historias, así que la manera en la que intento darles sentido a las cosas es contando historias al respecto. El proceso de escribir Cuchillo fue el mismo de siempre. Me conté a mí mismo la historia de lo que había pasado y esa fue la forma en la que tomé control de la narrativa. Y pude hablar de un mundo más amplio, más allá del ataque en específico. Pude hablar del bien y el mal.

Rushdie tiene una frase genial, una vez recibe las puñaladas, solo piensa en su bonito traje Ralph Lauren.

Rushdie, luego del atentado, escribió Cuchillo. Foto:dpa/picture alliance via Getty I

Después de este ataque contra su vida, y la forma en la que procesó ideas de mortalidad y radicalismo en Cuchillo… ¿se siente cambiado como escritor? ¿Hay una urgencia por escribir en una nueva dirección?

Bueno, sin duda le di una buena mirada a la idea del fin de la vida, así que ese es un tema con el que tendré que lidiar. Pero pienso que soy más o menos la misma persona que era antes de todo esto.

Una de sus primeras novelas es también de las más conocidas: Hijos de la medianoche. ¿Por qué cree que esa obra, atada a un contexto y una experiencia particular en India, le habla al mundo, a países como Colombia y otros del sur global?

Con lo diferente que es la India de Colombia, de Latinoamérica y del sur global, de hecho, tenemos muchas cosas en común: una historia de colonización y liberación; sociedades en las que la religión tiene una poderosa y no siempre bienintencionada influencia; una gran disparidad entre riqueza extrema y pobreza extrema, y un diálogo constante entre las necesidades de la ruralidad y las de la ciudad. Y, quizá más que nada, somos sociedades basadas en historias y mitos. Por eso creo que podemos entendernos bastante bien.

En muchas de sus obras explora la idea de los eventos pasados, históricos. Sus personajes están atados a decisiones tomadas hace mucho por otros, la historia se los traga en sus maquinaciones. ¿Cómo cree que esa tensión, esa impotencia o influencia del pasado, le habla al mundo contemporáneo?

Fui entrenado como historiador, así que siempre veo el presente como hijo del pasado, tratando de hacer su propio camino como adulto. La historia puede ser una carga demasiado pesada que a veces debe ser puesta a un lado para hacer campo para el futuro… pero también nos dice quiénes hemos sido y por qué somos quienes somos. Así, es una gran ayuda mientras buscamos nuestro camino.

Cuchillo, de Salman Rushdie.

Cuchillo, de Salman Rushdie. Foto:Archivo particular

¿Y cómo ha sido para usted, a un nivel personal y emocional, investigar y escribir sobre eventos que son parte de quien es, como la historia de Cachemira o retratar las realidades de emigrantes indios?

Por cincuenta años he usado mis libros como un medio para aprender sobre lugares y personas que me importan. Siempre espero que, al terminar de escribir un libro, sabré cosas de las que no tenía ni idea cuando empecé. Shalimar el payaso me enseñó mucho sobre Cachemira. Los versos satánicos me permitió explorar las realidades de los inmigrantes del sur de Asia en la Londres de los ochenta. Y así…

Ha dicho que sus libros exploran la idea de “mundos que colisionan”. ¿A qué se refiere con esto?

Piense en un microcosmos. Cada uno carga dentro de sí una imagen del mundo, una imagen de cómo son las cosas y cómo deberían ser, lo que valoramos y lo que repudiamos. A medida que nos movemos por la vida, esa imagen choca constantemente con otras imágenes, y el resultado puede ser armonioso (si nuestras ideas se alinean, o cambian para bien al encontrar otros mundos) o puede ser problemático, creando drama y conflicto. Este es el arte de la novela para mí.

¿Siente que la tensión de “mundos que chocan”, que en muchos casos hace eco de la experiencia migrante, ha cambiado en la vida real y en sus novelas durante los años, ahora en un mundo tan interconectado?

¡Por supuesto que todo cambia con el tiempo! El artista debe responder a los cambios. El mundo es más pequeño hoy, porque estamos más interconectados como dices, así que la posibilidad de colisiones adversas incrementa exponencialmente. Este es un tiempo de grandes divisiones. Y en cuanto a mi trabajo, estoy seguro de que el espíritu de los tiempos se verá reflejado en él…

El humor es un elemento importante en su obra. ¿Siente que su forma de usarlo ha cambiado con los años? ¿Son sus libros más recientes satíricos e ingeniosos de la misma forma en la que lo son novelas como Hijos de la medianoche o Los versos satánicos… o siente que son diferentes en este aspecto?

¡No sé cómo responder esta pregunta! Los libros simplemente salen como quiero que salgan. Creo que todos tienen fuertes elementos humorísticos, pero no tengo una teoría del humor que me permita definir qué tipo de “ingenio” llevan consigo. Cada uno es divertido a su manera, espero.

Bueno, hablando de esos elementos característicos, también quería preguntarle sobre la fantasía. Ha jugado con el género desde su primera novela hasta la más reciente, Ciudad Victoria. Quería saber cómo ha cambiado su forma de pensar en la fantasía en cuanto a sus usos y posibilidades…

De nuevo, no tengo una teoría sobre la fantasía. La mayoría de mis libros se alejan por poco o por mucho del naturalismo, pero qué tanto lo hacen… eso lo dicta la historia. Y, sobre todo, eso lo dicta el instinto. He llegado a pensar en escribir una novela no tanto como componer una sinfonía, sino como tocar jazz. Descubro el libro a medida que escribo el libro.

¿Piensa quizá que la fantasía es una herramienta para voces invisibilizadas, para autores provenientes de minorías e historias de partes del mundo que a menudo son ignoradas?

Estoy de acuerdo. Lo que llegó a llamarse realismo en la novela excluyó las realidades de mucha gente; gente que no era blanca. El realismo tiene sus raíces en la supremacía europea. La fantasía, por su parte, libera al mundo entero.

Reconocer la mortalidad, como lo hizo en su último libro, también significa reconocer una vida y una carrera bastante larga. Después de todo este tiempo, ¿qué siente que la gente espera de usted y de su obra?

De verdad no tengo ni idea de qué espera la gente de mí. La pregunta que me hago es: ¿qué espero yo de mí mismo? Y la respuesta siempre se ha mantenido igual: intentar encontrar un nuevo camino. Algo que no sea una repetición de lo que se ha hecho. Buscar siempre algo nuevo.

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