No solo dominan las listas musicales y alfombras rojas, Rihanna y A$AP Rocky se han convertido en uno de los dúos más influyentes del panorama estilístico contemporáneo con un lenguaje estético propio que marca tendencias. Como una declaración política, cultural y emocional, el tándem de artistas ha sabido elevar la moda a un lenguaje propio y muy distintivo que trasciende lo estético para transformarse en identidad compartida, buscada y replicada por firmas y también por consumidores.
Según el informe anual de Lyst Index de 2024, cada aparición de Rihanna y Rocky en eventos de alto perfil se traduce en un aumento inmediato de búsquedas relacionadas con sus marcas o prendas. El fenómeno es más notorio cuando aparecen juntos: la coordinación, el juego de contrastes y la coherencia estética se perciben como algo orgánico, no impuesto por estilistas. Esto los diferencia de muchas otras parejas mediáticas, donde el estilo es coreografiado al milímetro. En su caso, la autenticidad parece nacer de una intimidad compartida con la moda. “No vestimos para gustar, sino para ser”, dijo A$AP Rocky durante una charla en la Parsons School of Design.
Desde sus primeros años en la industria, Rihanna ha demostrado que no está dispuesta a encajar en moldes. Su evolución estilística es un recorrido que va del pop caribeño a la alta costura europea, sin perder su carácter ni su instinto para anticipar los cambios de la industria. En 2019, la artista barbadense hizo historia al lanzar Fenty bajo el paraguas de LVMH, siendo la primera mujer negra en liderar una marca de lujo dentro del conglomerado francés. “Siempre me he vestido para mí. Si a los demás les gusta, genial; si no, también está bien”, dijo Rihanna a Vogue en 2022.
Maternidad estilizada
Esta actitud ha definido su forma de entender la moda: con autonomía, libertad y un alto sentido del riesgo estético. A ello se suma su firma de lencería inclusiva Savage x Fenty, que ha desplazado paradigmas tradicionales al presentar cuerpos diversos y géneros no binarios.
Su embarazo en 2022 marcó un hito en la forma en que las mujeres embarazadas pueden ser representadas al convertir su barriga en protagonista de looks de archivo de Jean Paul Gaultier, Rick Owens o Dior. “Mi cuerpo está haciendo algo increíble. No voy a esconderlo bajo una camiseta grande”, explicó.
La cantante aprovechó los reflectores para anunciar su embarazo. Foto:AFP
Y en 2025, Rihanna lo volvió a hacer: durante la Met Gala de este año sorprendió con una entrada triunfal revelando que espera su tercer hijo con A$AP Rocky. Antes de su llegada oficial, fue fotografiada con un conjunto de Miu Miu —blusa y falda ajustadas en gris oscuro— que dejaba ver claramente su vientre. Luego, en la alfombra roja, apareció sonriente con un conjunto deconstruido, chaqueta corta, accesorios con lunares blancos y un enorme sombrero cloche, confirmando que su embarazo es nuevamente una declaración estética, no un detalle a disimular.
Rakim Mayers, conocido como A$AP Rocky, ha sido uno de los grandes responsables de romper la rigidez en el vestir masculino. Desde el colectivo A$AP Mob hasta sus colaboraciones con Gucci, Dior Homme o Raf Simons, Rocky ha desplazado los límites del streetwear, abriéndolo al juego con el lujo. La feminidad y lo vintage son dos elementos que introduce en su forma de vestir, que gana tantos amantes como detractores. “Me gusta jugar. No quiero que la ropa me limite, quiero que me exprese”, declaró a GQ en una entrevista de 2021. Su reciente nombramiento como director creativo de Ray-Ban Studio confirma que su relación con la moda no es episódica, sino estructural.
En la misma conversación con GQ, Rocky expresó su visión: “Quiero crear modelos que transmitan eso: personalidad, contradicción, libertad”.
Desde que hicieron pública su relación en 2020, Rihanna y A$AP Rocky se han posicionado como referentes de las redes sociales bautizados como power couple fashion. Pero lo suyo no se trata solo de ropa, sino de la sincronía de dos identidades estéticas que se nutren mutuamente.
La alfombra roja de la Met Gala 2021 fue un claro ejemplo. Rihanna, enfundada en un abrigo negro monumental de Balenciaga, y Rocky, con una capa de patchwork de ERL, se presentaron como una declaración de unión estilística y política: lo glamuroso y lo cotidiano. En su cumpleaños, el pasado febrero, Rihanna optó por un conjunto de Saint Laurent en tono café chocolate, mientras Rocky lucía un traje sastre amplio en gris grafito. La pareja planeó sus atuendos para crear un efecto de sombras complementarias, una coreografía de texturas más allá de la estética superficial. “Nos inspiramos mutuamente todo el tiempo. A veces no necesitamos hablarlo, simplemente nos entendemos”, afirmó Rihanna en una entrevista reciente para Interview Magazine en enero de este mismo año.
Sin etiquetas
Uno de los mayores aportes de la pareja a la moda contemporánea es su capacidad para desdibujar las líneas de género. Rocky ha vestido faldas escocesas, perlas y blusas de seda sin que ello se perciba como transgresión sino como naturalidad. Rihanna, por su parte, ha llevado trajes masculinos, botas militares y gorras XL de líneas rectas y amplias, sin perder un ápice de sensualidad. En una entrevista con i-D Magazine (2023), A$AP Rocky fue claro: “La moda debe ser un lugar seguro, no una cárcel de normas binarias”. Esa filosofía, compartida con Rihanna, ha hecho de sus apariciones públicas un manifiesto de libertad expresiva que ha impactado tanto en jóvenes diseñadores como en consumidores globales.
Desde referencias al panafricanismo hasta guiños al hiphop de los años noventa, su forma de vestir también es memoria. En una conversación con Edward Enninful, Rihanna explicó: “Me siento en deuda con las mujeres negras que desafiaron normas antes que yo. Cada vez que visto algo que no está hecho para ‘gustar’, pienso en ellas”. Rocky, por su parte, ha defendido el uso de materiales reciclados, colaboraciones con diseñadores emergentes y colecciones cápsula que beneficien a comunidades vulnerables. “No quiero que la moda sea solo para quienes pueden pagarla. Quiero que inspire, que provoque, que transforme”.
Con dos hijos pequeños y un tercero en camino, además de sus proyectos personales, continúan moldeando un relato común donde el amor, la estética y la resistencia van de la mano. En sus salidas por Nueva York —a menudo captadas por fotógrafos callejeros—, lucen desde chándales vintage hasta piezas de archivo de Comme des Garçons. Para muchos, son una clase magistral de estilo en pareja; para otros, una utopía alcanzada: la posibilidad de amar sin diluirse, de vestir sin limitarse, de crear sin concesiones.
Rihanna lo resume así en Vanity Fair (abril de 2025): “Con él no tengo que explicarme. Me siento vista, y eso se refleja también en cómo vestimos. Nuestra ropa cuenta nuestra historia, sin palabras, sin filtros”.
MARÍA MUÑOZ RIVERA
EFE Reportajes