Los músicos que se dedican a ofrecer conciertos deben priorizar la acústica de la sala como su medio principal de comunicación. En ese orden de ideas, la sincronía grupal es el segundo elemento en la lista de prioridades, y se consigue si todos los intérpretes han hecho la tarea de entender el sonido de la sala en la cual están operando. De tercera en importancia va la interpretación, que se logra con una preparación constante del músico y el dominio del repertorio y de su instrumento. Por último van las necesidades particulares de cada integrante del ensamble, que llegan por sí solas cuando el músico es un buen coequipero.
Conforme a los criterios de
Cada recinto o escenario donde se realizan conciertos tiene condiciones únicas y muy disímiles entre sí. Por eso los músicos debemos hacer una prueba de sonido para determinar las condiciones acústicas del lugar, muy similar a lo que hacen los futbolistas con el reconocimiento de cancha. En mi caso, para descifrar la resonancia de una sala de conciertos o de un teatro, recorro el lugar aplaudiendo para para detectar su reverberación y las frecuencias que hay que filtrar o potenciar con el fin de lograr un sonido equilibrado.
El balance grupal también es necesario calibrarlo, esto se logra tocando en la sala vacía y entendiendo que con el público sentado, el recinto ya no va a sonar igual. Por lo general, la resonancia se reduce en un 20 o 30% debido a que los asistentes absorben el sonido con su ropa y sus cuerpos, reduciendo el rebote excesivo del recinto. Muchas veces, ese detalle mejora la calidad del concierto tanto para el intérprete como para el público.
En muchos teatros, las tramoyas presentan un reto complejo debido a que el sonido del ensamble se escapa por la altura de estas enormes cajas y no se esparce por el escenario y la sala, dificultando la sincronización con el compañero de atril. Por eso las salas diseñadas puntualmente para conciertos, con concha acústica incluida, representan un enorme placer para músicos y audiencia, ya que sus escenarios cuentan con un techo que amplifica y proyecta el sonido con una resonancia natural.
En Colombia hay dos salas en las que se destacan por su acústica equilibrada, el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional y el Luis a. Calvo en la Universidad Industrial de Santander.
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