¿Quién es Joselito Carnaval y por qué su entierro es la despedida más festiva de Barranquilla?

hace 3 horas 11

Cuentan las leyendas urbanas que todo comenzó con una borrachera descomunal. En medio de la resaca colectiva, un hombre yacía inmóvil, sin señales de vida. Lo creyeron muerto y lo metieron en un ataúd.

Así, entre tamboras y lamentos fingidos, recorrieron las calles de Barranquilla en su improvisado entierro.

Pero el milagro carnavalero ocurrió: al día siguiente, con la misma vitalidad de siempre, Joselito Carnaval resucitó, listo para otra ronda de parranda.

Este personaje, el alma simbólica del Carnaval de Barranquilla, encarna el espíritu indomable de la fiesta, declarada por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Es el desbordamiento de la alegría que se desploma exhausto tras cuatro días de música, danza y desenfreno.

Su funeral no es más que el pretexto perfecto para despedir los cuatro días de parranda con lágrimas de maicena, viudas falsas y una farsa fúnebre donde la muerte y la diversión se dan la mano.

Un ritual con historia y ecos ancestrales

La historia de Joselito tiene raíces profundas. Como explica el sociólogo Edgar Rey Sinning, quien lleva más de 50 años estudiando las fiestas del Carnaval, que la presenta en la VI versión del libro ‘Joselito Carnaval, análisis del Carnaval de Barranquilla’, su figura se conecta con los ritos de las saturnales romanas, donde un esclavo era convertido en rey temporal solo para ser sacrificado al final de la celebración.

Desfile calle 84 y entierro de Joselito.

Desfile calle 84 y entierro de Joselito. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo

También recuerda las costumbres de algunos pueblos de España y Portugal, donde el Carnaval se cerraba con la quema o despedida de un muñeco que representaba el desenfreno de los días previos.

Existió realmente Joselito, ¿es un mito?, ¿una realidad?

En la historia de las fiestas griegas o romanas que dieron origen al carnaval, existían los “mandamás” de la fiesta, los reyes de burla, o reyezuelos.

Sinnig explica que estos personajes tenían el poder de ordenar durante el periodo de la fiesta y luego eran asesinados. “De tal manera que en el carnaval en el mundo existe una especie de Joselito Carnaval, en otras ciudades se le llama Joao Carnaval y otros nombres”.

Es una leyenda, se construyó entre todos y se fue consolidando como ese personaje mítico del carnaval de Barranquilla y hoy está en el imaginario colectivo de la ciudad, como el hombre alegre que pagó por su alegría e “irresponsabilidad” con la muerte con la certeza que resucitará el año entrante

Édgar Rey SinningSociólogo-historiador

Lo importante, agrega el investigador, es que cada fiesta escoge su personaje central. “Joselito representa a ese mandamás de la fiesta, encarnado en la reina, al final no muere ésta, sino Joselito. Es una leyenda, se construyó entre todos y se fue consolidando como ese personaje mítico del carnaval de Barranquilla y hoy está en el imaginario colectivo de la ciudad, como el hombre alegre que pagó por su alegría e “irresponsabilidad” con la muerte con la certeza que resucitará el año entrante”.

Desfile tradicional de la Carrera 54 sobre la despedida de Joselito Carnaval. De esta manera, Samia maloof, reina infantil, MElissa Cure, reina del caranval de Barranquilla, y Juventino Ojito, Rey Momo, despden la fiesta.

Desfile tradicional de la Carrera 54 sobre la despedida de Joselito Carnaval. Foto:Vanexa Romero/ El Tiempo

En Barranquilla, Joselito no se quema ni se destruye: se entierra, pero solo por un año. Es la esencia misma del carnavalero que goza hasta el último segundo, se desploma de cansancio y renace con la misma fuerza cada febrero.

El cortejo más alegre del mundo

El entierro de Joselito Carnaval es un espectáculo de contrastes. Viudas desconsoladas se retuercen en el pavimento, llorando su partida con exagerados alaridos, mientras el sonido de las tamboras y las gaitas pone a bailar hasta al más compungido.

Carnaval

Joselito Carnaval Foto:Carnaval

Hay médicos con estetoscopios que declaran su fallecimiento entre carcajadas, sacerdotes improvisados que le dan la bendición, y hasta prestamistas que reclaman las deudas pendientes del difunto.

En barrios como Lucero, barrio Abajo o Rebolo, las funerarias prestan ataúdes y coronas para darle más realismo al cortejo.

Los vecinos, que todo el año pueden estar peleados por cualquier diferencia, para estos días es borrón y cuenta nueva para organizar colectas para el sepelio más gozoso del año, con tragos, maicena, espuma volando por el aire. Es un velorio sin tristeza, una despedida que en realidad es un hasta pronto.

El Joselito que nunca se fue

Cada barrio tiene su Joselito, cada grupo su propia representación. Algunos son muñecos rellenos de trapos y aserrín, otros son hombres de carne y hueso con la habilidad de mantenerse inmóviles dentro del ataúd hasta el final del recorrido.

Judith Wehedeking, una de las viudas más célebres del barrio Lucero, recuerda con nostalgia cuando su esposo, Camilo Torres, se metía cada año en el cajón.

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Judith Wehdeking,  de viuda, en el  cajón su esposo Camilo Torres (q.e.p.d.) fue Joselito. Foto:Archivo EL TIEMPO

"Era su ritual, su forma de despedir el Carnaval. Se tomaba su ron, se enmaicenaba bien y se dejaba cargar por todo el barrio. No faltaban las viudas que lo lloraban a gritos, ni los vecinos que lo despedían con aplausos", cuenta Judith.

El último desfile de Camilo fue en 2013. A pesar de su delicado estado de salud, insistió en vivir una vez más su papel de Joselito. Su hija lo detuvo antes de completar el recorrido, y, aunque se bajó del ataúd, quedó con la tristeza de no haber cumplido su despedida como en años anteriores. Meses después, Camilo partió de verdad, dejando en su barrio la memoria de un Joselito que nunca quiso dejar de gozar.

La abogada Mildred Salas se disfraza de Monja todos los años para despedir a Joselito Carnaval.

La abogada Mildred Salas se disfraza de Monja todos los años para despedir a Joselito Carnaval. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO

Joselito Carnaval no es solo una tradición: es el reflejo de la idiosincrasia barranquillera. Representa al que goza hasta la última gota de felicidad, al que ríe en la adversidad y al que siempre encuentra razones para volver a levantarse. Su entierro es el cierre perfecto del Carnaval, un recordatorio de que toda fiesta tiene su final, pero también la promesa de que siempre habrá un nuevo amanecer de tamboras y alegría.

Porque en Barranquilla, Joselito nunca muere. Solo se toma un descanso hasta el próximo febrero, cuando volverá a levantarse, con más fuerza que nunca, para seguir bailando en la calle hasta el último aliento.

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