El jefe del grupo Hezbolá, Hassan Nasrallah, murió este viernes bajo las bombas israelíes en Beirut, un destino que había podido esquivar durante los más de 30 años en los que fue el máximo responsable de la formación política y militar del movimiento chií libanés.
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Su muerte abre un escenario impredecible tanto sobre el futuro del grupo como del conflicto abierto que mantiene con Israel desde el 8 de octubre.
Israel afirmó este sábado que su némesis cayó bajo una oleada de bombardeos sobre uno de los cuarteles de Hezbolá en su feudo de el Dahye, en la periferia meridional de Beirut.
Por su parte, Hezbolá se limitó a anunciar la muerte de Nasrallah en un comunicado biográfico y de condolencias, sin referirse al ataque que arrasó varios inmuebles residenciales en el Dahye y que dejó al menos seis muertos y decenas de heridos, según las autoridades libanesas.
Su muerte llegó después de una semana de ataques masivos sobre el grupo desatados por el gobierno de Benjamín Netanyahu, que ya causaron la muerte de varios altos mandos del partido y milicia armada aliada de Irán, así como la muerte de decenas de civiles libaneses.
Tras hacer explotar miles de aparatos de comunicación en manos de integrantes del grupo, lanzar cuatro ataques selectivos contra sus comandantes en el Dahye, y devastar por aire los principales bastiones del grupo en el país, Israel encontró lo que buscaba.
El viernes por la tarde bombardeó Dahye con Nasrallah como objetivo específico.
¿Quién era Hassan Nasrallah?
Nasrallah nació el 31 de agosto de 1960, en una familia modesta de los suburbios orientales de Beirut y desde la escuela mostró un gran fervor religioso.
Seguidor del imán Musa Sadr, líder de la comunidad chií libanesa posteriormente desaparecido en extrañas circunstancias, Nasrallah se sumó de adolescente al movimiento político chií Amal y participó en algunas de sus protestas.
Rondando ya la mayoría de edad, viajó a la ciudad iraquí de Nayaf, cuna del pensamiento teológico chií, donde fue instruido por algunos de los clérigos que acompañaron al ayatolá Ruholá Jomeini en la Revolución Islámica iraní.
A su regreso al Líbano, estudió bajo la supervisión de quien sería su predecesor al frente de Hezbolá, Abbas Musawi.
En 1982 fue uno de los creadores de Hezbolá, "el Partido de Dios" y desde el inicio formó parte de su órgano de dirección, el "Consejo de los Siete".
Nasrallah se destacó como uno de los líderes de la corriente reformista, que buscaba incorporar al grupo, clandestino, en la vida política libanesa.
Así fue su ascenso dentro de la cúpula de Hezbolá
Nasrallah tomó las riendas del movimiento chií en 1992 después de que su predecesor, Abbás al Musawi, murió en el ataque de un helicóptero israelí en el sur del Líbano.
Desde siempre fue muy consciente de que como responsable último de Hezbolá era un enemigo declarado de Israel. Desde 2006 vivía en ubicaciones secretas.
Desde esa fecha, solo apareció en público en un puñado de ocasiones, la última de ellas hace una decena de años. Pese al conflicto creciente, sus apariciones fueron solo televisadas desde lugares desconocidos.
"No he utilizado teléfonos móviles ni fijos en años por motivos de seguridad e incluso si quisiera hacerlo, no me lo permitirían", reconoció el pasado mayo, al disculparse por no poder recibir condolencias o asistir al funeral de su madre, donde se emitieron sus palabras grabadas.
Su oratoria y carisma, reconocido en el mundo árabe, eran dos de sus cartas principales, tan renombradas como su cautela.
El impacto de Nasrallah en Hezbolá
Nasrallah sacó a Hezbolá de la clandestinidad y lo convirtió en un partido político, con una proyección más allá de ser una simple milicia o una cofradía religiosa.
En 1992 se presentó a sus primeras elecciones y ganó doce escaños en el Parlamento libanés.
Como secretario del grupo, estrecho aliado de Irán, Nasrallah cosechó gran respeto en el mundo árabe, particularmente después de que su postura beligerante e intransigente ayudó a que Israel abandonara el Líbano tras 18 años de ocupación.
En años posteriores mantuvo su postura, que terminó derivando en el conflicto de 2006 en la que durante cinco semanas Hezbolá e Israel intercambiaron golpes una guerra "particular" que afectó a gran parte del Líbano.
En lugar de desarmarse y retirarse de la frontera sur de Líbano, tal como estipulaba el acuerdo de paz de 2006, Hezbolá se rearmó fuertemente, obtuvo armas de larga distancia y mantuvo su hostigamiento hacia Israel, que respondió ferozmente.
Durante todo este tiempo Hezbolá se consolidó como un Estado dentro del Estado libanés, con feudos inexpugnables y una poderosa fuerza militar.
Hezbolá entró en la guerra de Gaza en 2023 para dar apoyo a sus aliados de Hamás y para desestabilizar el flanco norte de Israel.
La brutalidad de la respuesta israelí, que se hizo esperar casi un año y que se ha llevado solo menos de una semana más de 700 vidas, parece haber sido esta vez demasiado para el escurridizo clérigo.
Escenario impredecible para el futuro de Hezbolá
El pasado 20 de septiembre, Israel ya mató en otro ataque en Beirut al jefe de operaciones militares y de las fuerzas de élite Radwan, Ibrahim Aqil, en el que también murieron al menos otros 16 miembros del grupo y decenas de civiles.
A finales de julio, en otro bombardeo en Beirut, fue asesinado el entonces número dos de Hezbolá, Fuad Shukr.
"Esperamos que (el ataque) cambie el modo de actuar de Hezbolá (...) ¿Estamos preparados para una escalada más amplia? Sí. Nuestras fuerzas están en alerta máxima, (los servicios de) inteligencia muestran una alta preparación", dijo este sábado un portavoz castrense a la prensa internacional.
Jason Burke, corresponsal de seguridad internacional del diario británico The Guardian, señala que encontrar un sustituto para Nasrallah será difícil, sobre todo porque no hay en la actualidad un comandante dentro del grupo que cuente con la experiencia o influencia del jefe asesinado.
"Incluso sin la eliminación de lugartenientes clave por parte de Israel en los últimos meses, no hay nadie en el movimiento que se acerque en lo más mínimo a la estatura, experiencia o influencia regional de Nasrallah. Ahora está claro que Israel es capaz de reunir información crítica y oportuna del mismísimo corazón de Hezbolá y de actuar en consecuencia de manera eficaz. La expectativa de vida de cualquier nuevo secretario general es probablemente extremadamente corta", afirmó.
Burke también destaca que las consecuencias de su asesinato son difíciles de identificar. Mientras los más pesimistas pronosticarán una escalada mucho mayor con Irán vengando la muerte del jefe de Hezbolá, otros le apuestan a que su muerte puede disuadir a Irán al demostrar las capacidades que tiene Israel para llegar al corazón de sus enemigos.
*Con Efe y AFP