El bostezo, un acto aparentemente sencillo y cotidiano, guarda detrás de sí una complejidad que aún intriga a la ciencia. Aunque a menudo se relaciona con el cansancio o el sueño, esta acción involuntaria también podría ser un reflejo de otras cuestiones.
Puede extenderse por varios segundos, repetirse en cadena y, curiosamente, resultar contagioso, pero su verdadero origen sigue siendo un misterio en gran medida.
Un gesto que trasciende la vida cotidiana
El psicólogo Andrew Gallup, del Instituto Politécnico de la Universidad Estatal de Nueva York, ha dedicado años al estudio del bostezo humano y animal.
Según sus investigaciones, las personas continúan bostezando en cualquier etapa de la vida, incluso antes de nacer. “La duración media del bostezo en los humanos es de unos seis segundos. Estudiamos la duración del bostezo en diferentes mamíferos y descubrimos que los humanos somos los que más tiempo bostezamos”, explicó Gallup a 'CBS News'.
Este comportamiento puede observarse desde el útero y persiste en diferentes situaciones, como al despertar o antes de dormir.
Algunas curiosidades. Foto:iStock
¿Por qué bostezamos?
Gallup sostiene que el bostezo está vinculado con el tamaño del cerebro y la cantidad de neuronas corticales, aunque aclara que no implica que un cerebro más grande produzca más bostezos. Contrario a la creencia popular, esta acción no incrementa el oxígeno en la sangre.
Lo que sí está comprobado, según sus estudios, es que el bostezo ayuda a enfriar el cerebro, mejorando su funcionamiento. “Es importante tener el cerebro frío porque el cerebro funciona de manera más eficiente a una temperatura óptima”, afirmó el investigador.
Es una acción frecuente en personas. Foto:IsTOCK
El enfriamiento cerebral ocurre mediante la irradiación de sangre, lo que también favorece el estado de alerta. Por ello, en momentos de tensión o concentración, como antes de hablar en público, saltar de un avión o competir en unos Juegos Olímpicos, es común bostezar. “No es porque tengan sueño. Parece que el bostezo es una respuesta que ayuda a preparar a las personas para la acción”, señaló Gallup.
Además de optimizar el cerebro, este gesto puede tener un efecto calmante. Según el psicólogo, la ansiedad y el estrés elevan la temperatura del cerebro, lo que provoca esta respuesta natural. “El enfriamiento cerebral puede ayudar al sujeto a sentirse más tranquilo, porque el estrés y la ansiedad aumentan la temperatura y también provocan bostezos”, detalló.
¿Contagioso?
El bostezo contagioso es otro aspecto que captó la atención de los expertos. Aunque se especula que su origen está ligado a la empatía o la imitación, Gallup desmintió esta teoría. “No tiene nada que ver”, aseguró.
Este comportamiento no es exclusivo de los humanos o los mamíferos. Investigaciones recientes han demostrado que peces también presentan este movimiento involuntario.
“El hecho de que se conserve tan ampliamente en todo el reino animal sugiere que probablemente tenga una función evolutiva, y las investigaciones sugieren que funciona en una variedad de dominios”, concluyó Gallup.
La Nación (Argentina) / GDA.
La planta ancestral que ayuda a mejorar la memoria, combate la demencia y fortalece el cerebro
Más noticias en EL TIEMPO
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.