Presidente Petro sube la apuesta y se juega la carta de la radicalización/ Análisis de Ricardo Ávila

hace 18 horas 19

Incluso para un Presidente de la República que ha hecho de la palabra su herramienta más poderosa, la semana que termina fue particularmente intensa en lo que a discursos se refiere. Después de hablarles largo a los aprendices del Sena el martes en la plaza de Armas de la Casa de Nariño, Gustavo Petro siguió con los alcaldes del país reunidos en Cartagena el miércoles, se desplazó a Cubará (Boyacá) el jueves y cerró su gira el viernes en los municipios de Tibú y Ocaña, en Norte de Santander.

En cada ocasión, el mandatario se mostró combativo con sus críticos, duro con sus propios funcionarios y planteó iniciativas como la de aumentar las horas de la jornada escolar. Por su tono propositivo y animado parecía alguien que apenas arranca su ejercicio y no un gobernante cuya administración acaba de pasar la marca de los mil días de gestión.

Quizás semejante ritmo tuvo que ver con el propósito de copar los titulares y mostrar presencia en el territorio antes de tomar el avión que ayer despegó con destino a China. Pero los observadores también señalan que hay una intención clara de aumentar el volumen del parlante presidencial, pues el viento en contra que desde hace meses enfrenta el líder del Pacto Histórico sopla con menos fuerza ahora.

Un comunicado emitido por la propia oficina de prensa de Palacio señaló el lunes que Petro “cierra abril y comienza mayo con un evidente repunte en su imagen pública, según dos encuestas divulgadas recientemente por las firmas Invamer y Cifras y Conceptos”. En ambos sondeos, la percepción favorable de quien encabeza el Poder Ejecutivo es la más alta en más de dos años.

El parte oficial añade que lo sucedido tiene que ver con la estrategia de transmitir en televisión abierta las sesiones del consejo de ministros y con la mejora de una serie de indicadores económicos, comenzando con la baja del desempleo. Finaliza con la afirmación de que “este escenario marca un nuevo momento político para el mandatario, justo cuando comenzó la contrarreloj para que el Senado defina, en menos de un mes, la propuesta de consulta popular”.

Ruido extremo

Dicha circunstancia ocurre en un país donde aquello que los especialistas caracterizan como la “conversación pública” es de tal nivel que aturde. De acuerdo con el analista Leonardo García, en la red X se registraron 70 millones de publicaciones dentro del territorio colombiano en los primeros cuatro meses de 2025. “Aparte de algunos picos puntuales hay un flujo permanente de opiniones, lo cual demuestra que la máquina que alimenta las controversias está prendida siempre”, subraya.

Más llamativo aún es saber qué asuntos le mueven la aguja a la ciudadanía. Así, más de la tercera parte de lo que se habla en la plataforma mencionada (36 por ciento) está relacionado con política y gobierno. Esa proporción supera por un buen margen a las siguientes categorías como son seguridad y conflicto, seguida por economía y negocios. Contra lo que pudiera creerse solo el 10 por ciento tiene que ver con entretenimiento, que comprende farándula y fútbol.

Quien domina dicho escenario no es otro que Gustavo Petro. García anota que “ya sea de manera directa o mediante terceras personas afines, el activismo de las bodegas y los medios públicos, el Presidente pone sobre la mesa el tema que le interesa”. Y agrega: “En contraste, nadie de sus opositores se le acerca y lo único que estos logran es ser reactivos”.

Lo anterior da lugar a un ambiente de permanente confrontación. En concreto, el 42 por ciento de la conversación pública en Colombia es de carácter negativo, frente a 47 por ciento informativo y 11 por ciento positivo. Más que ideas, el debate gira en torno a personas, con un tono de evidente polarización.

Aunque esa fotografía posiblemente se parece a la de otros momentos recientes, en la presente ocasión el cambio de tendencia es notorio. De vuelta a los sondeos, el de Invamer muestra una mejora neta de 11 puntos porcentuales en el índice de calificación a la labor presidencial (cinco puntos más aprobación y seis de menor desaprobación). El motivo principal, desde el punto de vista de las audiencias, es un resurgimiento en el respaldo por parte de los jóvenes, tanto en Barranquilla y Cartagena como en Cali y Bogotá.

No menos llamativo es lo que muestra la Encuesta Polimétrica de Cifras y Conceptos. Lo primero que salta a la vista es que, frente a la medición realizada en noviembre pasado, aquellos ciudadanos que se identifican con la izquierda pasaron del 17 al 25 por ciento, un alza que se dio a costa sobre todo de quienes se ubican en el centro (48 por ciento).

Al mismo tiempo, aquellos que conforman el grupo de los creyentes en las propuestas de la administración subieron de 19 a 25 por ciento en el mismo lapso y los inconformes disminuyeron de 27 a 22 por ciento. Lo mencionado sugiere que hubo un evento que determinó esta especie de punto de inflexión que le da aire a una administración que tiene el sol a las espaldas.

“Este repunte se da por el hundimiento de la reforma laboral y el posterior lanzamiento de la consulta popular”, opina César Caballero, el fundador de Cifras y Conceptos. “A los ojos de la gente lo sucedido confirma el argumento presidencial de que el Congreso no le aprueba sus propuestas de carácter social y por eso hay que acudir al pueblo, una idea con la cual la opinión está mayoritariamente de acuerdo”, sostiene.

Además, el descalabro de la propuesta –cuyo elemento más atractivo es la redefinición de la jornada de trabajo diurna y el recargo por horas extras– coincide con el planteamiento de que el Gobierno quiere cambiar las cosas, pero no lo dejan. Esa línea, alimentada con los ataques a la oligarquía y a las élites que supuestamente conspiran permite de paso excusar las falencias del Ejecutivo, pues la culpa de que se incumplan las promesas hechas siempre será de un tercero.

“Para buena parte de los colombianos Petro encarna el cambio, es alguien que se siente cercano y es visto, no como el representante del Estado, sino como la persona que está del lado del pueblo contra ese Estado injusto que está en manos de unos pocos”, opina el experto Miguel Silva. “Dicho eso, en los estudios que he hecho aparece también que la gente lo ve desordenado y con problemas de adicción”, anota.

Juego de ajedrez

Nada de lo que ha ocurrido recientemente, sin embargo, tendría tanta importancia de no ser porque ya comenzó la cuenta regresiva con miras a las elecciones de 2026. Dada la relativa cercanía de la cita con las urnas, quien domine la narrativa cuenta con una ventaja frente a los demás, ya sean personas o partidos.

Según César Caballero, lo que está en marcha es una estrategia más enfocada en conseguir que el Pacto Histórico sea la primera fuerza en el Capitolio que en la intención de retener el poder. En opinión del encuestador, no importa tanto si la consulta popular consigue los votos necesarios para pasar el umbral que requiere con el fin de volverse efectiva, sino hacerse contar.

“De un lado, es una manera de reagrupar a las tropas, pues si alguien se inclina por el sí en la consulta que podría tener lugar en octubre o noviembre, resulta probable que también se enliste en las filas petristas con miras a las legislativas de marzo siguiente”, apunta. “De otra parte, esa es una forma de demostrarles a los congresistas que aspiran a ser reelegidos que hay un caudal de respaldo popular importante y que les conviene estar con el Pacto Histórico”, concluye.

Lograr una buena representación parlamentaria influirá en el curso de los comicios presidenciales. Aunque sobre el papel parece difícil que la izquierda permanezca en la Casa de Nariño, puede aspirar a que surja lo que se conoce como un “candidato bisagra”, es decir, alguien que no enarbole las banderas del antipetrismo, sino que incorpore algunas de sus propuestas y le reconozca aciertos como la mejora en los índices de empleo o la reducción de la pobreza.

No obstante, todo depende de cuál sea la actitud que adopte Gustavo Petro en los meses que vienen. En su círculo de asesores hay quienes consideran que lo que procede es radicalizar el discurso y las decisiones, lo cual explica un nivel de pugnacidad cada vez más extremo, que incluye irse de frente no solo contra sus opositores políticos, sino contra dirigentes gremiales, empresarios, medios de comunicación y opinadores de diversa índole.

Jugar en ese terreno es tentador y más para quien todavía se considera un revolucionario cuyo destino es dejar huella. Aparte de una retórica más encendida, esta vendría acompañada de medidas en contra de un buen número de sectores, siempre para castigar la presencia del sector privado en áreas que, según la ideología del mandatario, pertenecen al ámbito público. Aparte de la salud, están la provisión de energía y la infraestructura, entre otras.

También suena atractivo para algunos tensar la cuerda de las relaciones internacionales. Fuera de la visita a China, mal recibida en Washington, todo apunta a un encontrón con Estados Unidos por cuenta de la lucha contra las drogas y la certificación del esfuerzo que hace Colombia al respecto. Sanciones aparte, un choque con Trump serviría para encender el ánimo nacionalista de la mano del sentimiento antiyanqui y de paso atribuirle a otro cualquier trastorno económico serio.

Hecho el planteamiento, resulta innegable que elevar la temperatura vendría acompañado de muchos peligros. El primero es el de afectar el bienestar de la población en caso de que el ambiente empeore de manera determinante y el bolsillo de muchos comience a verse afectado.

En el círculo de asesores del Gobierno hay quienes consideran que se debe radicalizar el discurso, lo cual explica el nivel de pugnacidad cada vez más extremo contra los opositores

Puede ser que la economía esté creciendo a un ritmo mayor que hace un año, pero el panorama no está despejado en absoluto. La inflación sigue sin volver a su cauce y el entorno global es inquietante, algo que hace más difícil resolver el acertijo más complejo de todos como es el enorme deterioro de las cuentas fiscales. Con un déficit al alza y un mayor costo a la hora de endeudarse, Colombia está jugando con fuego si no atiende un nivel de gastos desbordado.

A lo anterior se agregaría una polarización todavía peor que haga imposible llegar a unos entendimientos mínimos a la hora de enfrentar emergencias nacionales. Un clima más pesado dificultaría tender puentes con el Pacto Histórico, para no hablar de la factibilidad de que este ingrese en un círculo vicioso movido por el extremismo y la temida combinación de las formas de lucha.

Como si eso no fuera suficiente, aparece igualmente una agudización de los problemas ya identificados, comenzando con el deterioro de la seguridad interna. La situación de la salud es conocida y apunta a empeorar, lo cual afectará a cientos de miles de hogares.

Nuevos escándalos de corrupción o peleas en el interior del Ejecutivo podrían incidir en la gobernabilidad y traer el rechazo de la ciudadanía. Y esta puede castigar una gestión gubernamental en la que abundan los errores y la improvisación. Tampoco hay que menospreciar a una oposición que ha sido floja y desordenada hasta ahora, pero que puede ganar terreno si consigue recuperar la iniciativa.

Por lo tanto, Gustavo Petro debería ser el primero en reconocer los riesgos que asume en caso de seguir por el mismo camino de estas últimas semanas. Quizás el gran error desde el punto de vista político consistiría en creer que su mejora en las encuestas es sólida y permanente, con lo cual tiene margen para elevar mucho más la apuesta. En caso de equivocarse, no será el único damnificado.

RICARDO ÁVILA PINTO

Especial para EL TIEMPO

En X: @ravilapinto

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