Preocupa el mensaje que le enviamos a EE. UU.: Analdex / Entrevista de María Isabel Rueda

hace 2 horas 16

El presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, explica en qué consisten los acuerdos que firmó Colombia con China. Pero le preocupa que no obstante las buenas intenciones no se tenga preparada la estrategia ni estén claros los productos que exportaríamos.

Nadie entiende. La canciller mencionó en un momento dado un acuerdo de intención, pero el Presidente habló de una cosa muchísimo más concreta, un acuerdo de ingreso a la Ruta de la Seda…

Tenemos preocupación porque lo que había expresado el Presidente era que quería firmar un acuerdo de entendimiento que implicaba la adhesión de Colombia a la iniciativa y no conocíamos el documento. Parte de las alertas que prendimos eran por eso: ¿oiga, qué estamos firmando, cuál es el alcance, qué compromisos estamos asumiendo? Claramente se ve que es un acuerdo de voluntades, no es vinculante, es decir, no crea obligaciones.

No crea compromisos legales…

Exacto. Eso lo deja a uno mucho más tranquilo sobre ese tema de los compromisos. Sigue la preocupación de cuál es la señal política que estamos enviando a nuestro principal socio comercial. Eso podría interpretarse como que nos estamos aliando con China; creo que esa no debería ser la interpretación, pero así puede ser leído por los Estados Unidos.

Precisamente EE. UU. dijo que era una decisión “decepcionante y contraproducente”. ¿A dónde nos conducirá eso? Ya cerraron cualquier posibilidad de que China financie proyectos en Colombia…

Parte de lo que está leyendo es: mi socio comercial me está abandonando en esta batalla y se está alineando en el grupo de China. La primera advertencia vino del enviado especial de Estados Unidos para Latinoamérica, Mauricio Claver-Carone: “La intención de Colombia de ingresar a la iniciativa puede ser una buena oportunidad para las rosas ecuatorianas y el café centroamericano”... Ese mensaje es clarísimo: usted se está alineado donde no es y está poniendo en peligro sus exportaciones a Estados Unidos.

Que no se le olvide al Gobierno que está negociando con nuestras chequeras y por cuenta propia. Tenemos derecho por lo menos a conocer qué es lo que están haciendo.

También se habla de que lo que hubo fue una ratificación del tratado de la Ruta de la Seda. Si es un tratado, aunque la canciller lo niegue, pues cualquier tratado debe pasar por la aprobación del Congreso y una revisión de la Corte Constitucional…

Así es. Esto apenas es un acuerdo de intención. Cuando decidan en el futuro desarrollar algún acuerdo específico, habrá que ver el alcance, si tiene que ir al Congreso y a la Corte, pero por el momento eso no sucede.

Parte de las razones del alejamiento del Presidente con su canciller fue porque, primero, ella quiso informar acerca del objeto del viaje a la Comisión de Relaciones Exteriores y el Presidente canceló la reunión furioso. Él quería una cosa mucho más concreta y vinculante con el Estado colombiano…

Y la canciller, que en medio de todo es la persona más racional del Gobierno, entiende las implicaciones. Tampoco se entiende la posición de la ministra de Comercio encargada, diciendo que el sector privado no tiene por qué conocer de estas cosas porque el Gobierno es autónomo para decidir. Sí, pero que no se le olvide al Gobierno que está negociando con nuestras chequeras y por cuenta propia. Tenemos derecho por lo menos a conocer qué es lo que están haciendo.

¿Qué ha sucedido con decisiones de ese calado en el pasado?

Siempre se ha contado con la Comisión de Relaciones Exteriores, con los sectores privados, con aquellos que se van a ver afectados. Aquí no conoce uno cuáles son los objetivos generales y cuáles los específicos de esta decisión. Así sea simplemente un acuerdo de intención: ¿cuál es el objetivo general? ¿Qué queremos? ¿Insertarnos en Asía-Pacífico a través de China? ¿Qué intereses en términos de productos tenemos? ¿Cuál será la estrategia?

Y, al parecer, nada de eso se llevó preparado…

Nada. Simplemente toman la decisión de que vamos a ingresar, pero no miden los alcances, porque además de que eso tiene riesgos, indudablemente también oportunidades, siempre que tengamos planteado cómo las vamos a concretar.

Si hoy uno mira lo que exportamos a China y a Estados Unidos, pues la diferencia es abismal: 4 % contra 28 %...

Y con una característica: a China exportamos básicamente productos minero-energéticos. Y a Estados Unidos, además de petróleo, exportamos productos agrícolas y manufacturados. ¿Vamos a poner eso en riesgo simplemente porque nos dio ahora la ventolera de que China es el mercado? Hemos estado de espaldas a Asia-Pacífico, no de ahora, sino de siempre. Cuando quisimos ingresar al Apec, la asociación de países del Asía-Pacífico, nos fuimos de la mano en los años ochenta con Perú; cuando llegamos a la puerta, nos entró la duda metódica y nos devolvimos. Entonces, Perú entró y nosotros nos quedamos por fuera y nunca ha habido la posibilidad de que abran esa puerta nuevamente. Y ahora nos da otra vez, que vamos para China. Pero repito: ¿cuál es la estrategia? Por eso sí preocupa mucho que estemos actuando simplemente como una reacción o una pataleta frente al presidente de los Estados Unidos y que esto no tenga mayor sustento. Y de pronto, hacia el futuro, hasta nos pueda restar credibilidad. Póngale que este gobierno no haga nada y venga uno nuevo y quiera desarrollar una cosa seria con China. Y allá nos van a decir: oiga, aquí ya estuvieron, nos firmaron y se fueron, nunca aparecieron, no hicieron nada.

Analdex

Javier Díaz Molina, presidente de Analdex. Foto:Cortesía Javier Díaz Molina

¿Qué tan válido es, como piensan algunos, que el mercado chino puede ser una forma de palear los problemas de déficit que tenemos en Colombia?

Primero que todo hay que resolver esta pregunta: ¿reconocemos a China como una economía de mercado o no? Porque el tema en cada caso es totalmente distinto. Y, evidentemente, China no es una economía de mercado.

No, además de que muchos de sus productos tienen subsidios del Gobierno chino. ¿Ahí cómo se compite?

Por eso, Estados Unidos no le puede poner un arancel muy bajo, del 10 por ciento, a China, porque ellos devalúan el yuan y disuelven el arancel.

¿Y como cuáles productos les podemos vender a los chinos?

No veo factible que sean manufacturas porque China produce todo en ese renglón, diría que diez, veinte o treinta veces más de lo que podría producir Colombia; en agricultura habría la posibilidad para algunos productos. Pero ¿cuáles son las condiciones de acceso real? Es que no basta con bajar aranceles, sino que hay que definir todo el tema fitosanitario. Gastamos más de diez años trabajándole al protocolo fitosanitario de la carne bovina. No nos han aprobado todavía la porcina ni la avícola. Hay interés de venderle pollo a China, pero no ha sido posible que nos definan un protocolo. Y el otro tema que preocupa es cómo vamos a manejar los volúmenes.

¿En cuál aspecto?

Para producir de cara a un mercado como el chino, se necesitan grandes extensiones de tierra para poder desarrollar modelos agroindustriales parecidos a los que desarrolló Brasil en el Serrano, donde hay grandes extensiones de terreno de cara a los mercados internacionales. Acuérdese de que aquí eso no se puede hacer porque hay una limitación. Cuando fuimos a desarrollar la altillanura, al hacer la inversión en esas tierras muy ácidas que debían adecuarse, se crearon unas figuras para juntar unidades agrícolas familiares y la Corte dijo: ‘No señor, ustedes me están haciendo elusión de la prohibición de juntar unidades agrícolas familiares’. Entonces, producir alimentos o productos agrícolas en pequeñas parcelas, de cara a los mercados internacionales, es absurdo. Eso se resolvió en la negociación con las Farc, en el capítulo primero del acuerdo, donde las Farc aceptaron que pueden convivir una economía campesina con una economía agroindustrial, pero eso nunca se reglamentó.

El déficit comercial colombo-chino es de 13.000 millones de dólares. ¿A qué horas vamos a reversar eso? No es tan fácil…

China se convirtió en nuestro principal proveedor, desplazó a los Estados Unidos y eso ha ocurrido con muchos países. Estados Unidos ha perdido participación en los mercados internacionales: en el 2021 era el primer país exportador.

La canciller Laura Sarabio firmó el memorando de entendimiento con China.

La canciller Laura Sarabio firmó el memorando de entendimiento con China. Foto:Juan Diego Cano

Por eso esta pelea de los aranceles, ¿o no?

Para tratar de recuperar parte del terreno perdido. Pero el tema no son las importaciones, porque esos son bienes que requiere el aparato productivo nacional. El tema es qué le vamos a exportar nosotros a China.

Y no tenemos la seguridad de que antes de que Petro se fuera a pasear por las murallas chinas, alguien en su gobierno hubiera estudiado a fondo este tema. A primera vista, parecería que el viaje y cualquier papel que hayan firmado está más motivado por razones políticas que comerciales…

Así es. No tenemos los estudios, las evaluaciones que nos permitan definir una estrategia como hicieron Perú o Chile, que se propusieron desarrollar una oferta exportable, agrícola, agroindustrial, de cara al Asia-Pacífico o de cara a China. Desarrollaron hace unos años una oferta de productos en el sector agrícola, agroindustrial, de cara a esos mercados. Nosotros no lo hemos hecho, mantenemos en el abandono toda nuestra frontera que es la costa Pacífica, que limita con Asia-Pacífico. No tenemos los estudios, no tenemos esa evaluación que nos permita hacer las apuestas para saber cuántos años necesitamos para desarrollar esos proyectos y tener las producciones, las calidades, las variedades, etcétera, etcétera, etcétera. Y entonces lo que uno ve, como usted señala, es que esto es simplemente un mensaje político al presidente Trump.

El tema no son las importaciones, porque esos son bienes que requiere el aparato productivo nacional. El tema es qué le vamos a exportar nosotros a China.

¿Y qué puede pasar con ese mensaje político?

Pues que Estados Unidos tome represalias contra Colombia y nos deje en una peor condición en el tema arancelario. Ya están negociando con los diversos países. Ya lo hizo con el Reino Unido, lo está haciendo con China para ver cuáles son los aranceles que van a quedar. Usted puede lograr, vía negociación, que algunos productos queden excluidos de ese 10 por ciento que ya Estados Unidos anunció, pero todos los países van a tener un peaje para ingresar a ese mercado.

¿Cuántos productos podremos excepcionar?

Por ejemplo podemos sacar el café, las flores, el aguacate, las ventanas, los transformadores eléctricos. Pero los mensajes que está mandando Colombia no ayudan en esa negociación. No hemos puesto una oferta sobre la mesa; ya lo hicieron Ecuador y Chile, diciendo que quieren negociar y que tienen una primera oferta.

¿Nosotros no hemos hecho nada de eso?

No, y preocupa. No estamos trabajando en definir una estrategia de negociación, una línea roja en esos limitantes comerciales que Estados Unidos ha puesto sobre la mesa; hasta dónde estamos dispuestos a ceder o en dónde no cedemos ni un centímetro. Trazar esa línea roja es fundamental en una estrategia de negociación. Pero no lo hacemos y, por el contrario, mandamos mensajes diciendo todo lo contrario. De ahí que nos puedan interpretar de una manera equivocada y elevar los aranceles o ni siquiera excepcionar unos productos, lo que nos dejaría en condiciones de desventaja frente a quienes logren negociar. Mire el caso con México, que tiene unos aranceles para el acero y el aluminio y los vehículos, pero de resto tiene cero. Entonces, el café, las flores mexicanas, el aguacate Hass, las frutas, las pulpas de fruta, todo está compitiendo en mejores condiciones arancelarias que las nuestras. México nos está sacando ventaja. Esa es la preocupación. Que perdamos competitividad en ese relacionamiento con los Estados Unidos por un mal manejo comercial, por unos mensajes equivocados y terminemos castigados. Y fuera de eso viene la amenaza de la descertificación en septiembre, lo que agregaría aún más problemas en esa dirección. Colombia puede tener la mejor intención, pero no era el momento.

Sí. Y es que hasta ahora están nombrando ministra de Comercio, una cuota que les dieron a unos “lentejos” del Partido Liberal… Era la secretaria de la Comisión Cuarta de Cámara. Para cerrar, ¿qué opinó del final circense de la sesión del Congreso en la que se hundió la consulta popular de la reforma laboral?

Lo primero que hay que hacer es defender la institucionalidad. Que sea el Congreso el que defina estos temas que son muy técnicos. A nosotros nos preocupa que esa reforma laboral no soluciona el problema de fondo que es la informalidad de la economía, no solamente en las ciudades, sino en el campo. Si se termina poniéndoles más carga a los formales, se está propiciando que muchos más vayan a la informalidad y eso nos preocupa. Y nos preocupa, además, porque también el señor del USTR, que es el representante comercial del presidente de Estados Unidos, nos dijo que uno de los temas de preocupación allá es precisamente el laboral. Nosotros, cuando era ministra Gloria Inés Ramírez, nos habíamos reunido con ella a través del Consejo Gremial para concertar unos temas allí. Habíamos llegado a una serie de acuerdos, pero cuando presentaron el texto al Congreso era totalmente diferente a lo que habíamos acordado. Entonces, así es imposible.

Por esa razón se cayó la reforma laboral, porque no hubo concertación de ninguna especie. Entonces, ahora veremos si en el poquito tiempo que queda para discutir la resucitada reforma, la Comisión Cuarta logra conseguir el consenso que necesita la reforma con todos los sectores del país...

De acuerdo; y que pueda crear empleo y generar formalización laboral, y no solamente reforzar los derechos que ya tienen los que hoy trabajan formalmente y olvidarse de todos los demás.

MARÍA ISABEL RUEDA

Especial para EL TIEMPO

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