¿Por qué hablamos con nuestros animales como si fueran humanos, según la psicología?

De acuerdo con Medium, la psicología explica que este tipo de comportamiento responde, principalmente, al antropomorfismo: la tendencia a atribuir características humanas a seres no humanos. No es un capricho; es una forma de estrechar lazos, expresar afecto y crear conexión emocional.

Hablarle a su mascota como si fuera una persona refleja algo más que cariño: responde a la necesidad de interacción emocional.

Antropomorfismo como puente emocional entre especies

El acto de hablar con su mascota revela una inclinación natural a humanizar lo que amamos. Usted proyecta intenciones, emociones y pensamientos humanos en su animal porque así se facilita la conexión. 

Esta práctica está arraigada en nuestra cultura y se alimenta de representaciones mediáticas, desde dibujos animados hasta películas.

Además, las respuestas no verbales de su mascota —como un ladrido, un maullido o una mirada atenta— refuerzan la ilusión de diálogo. 

Aunque su perro no comprenda cada palabra, sí capta su tono, su ritmo, y hasta ciertas palabras clave. Esta dinámica se parece mucho a la forma en que interactuamos con los bebés, usando lo que se conoce como “lenguaje dirigido”, con tonos dulces y exagerados para transmitir afecto y captar la atención.

A diferencia de las personas, los animales no lo interrumpen ni lo juzgan. Por eso, hablarles puede ser terapéutico. 

Psicólogos como Usman Ahmad explican que las mascotas actúan como confidentes emocionales, especialmente valiosos para personas solas o con dificultades sociales. Al hablarles, usted descarga tensiones, verbaliza emociones y refuerza el vínculo afectivo.

Este tipo de comunicación también promueve su bienestar. Estudios muestran que quienes interactúan verbalmente con sus mascotas experimentan menor estrés, mejor estado de ánimo y mayor sensación de compañía. No es coincidencia que en contextos terapéuticos se utilicen animales para facilitar la expresión emocional.

En culturas donde las mascotas son parte del núcleo familiar, hablarles como humanos se normaliza. Esta costumbre está reforzada por la aprobación social y las representaciones culturales.