El diagnóstico de demencia a una edad tan temprana como los 38 años puede ser devastador tanto para el paciente como para su familia. La historia de Stefan Tankov deja en evidencia la complejidad de los trastornos cognitivos y cómo pueden ser mal interpretados inicialmente como problemas de salud mental.
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Según comentó su esposa Sile al medio Business Insider, cuando comenzó a comportarse de manera extraña en el otoño de 2022, los médicos asumieron que sus síntomas eran consecuencia de la depresión y la diabetes tipo 2. Ella notó cambios en su personalidad, volviéndose emocionalmente distante y mostrando comportamientos infantiles. “Dejó de preguntarme cómo había ido mi día y comenzó a cuestionar qué había para cenar”, recuerda.
A lo largo de los siguientes meses, la situación de Stefan se deterioró. Comenzó a tener dificultades con tareas cotidianas y olvidaba actividades simples que su esposa le pedía que hiciera. Sile se preocupó cuando, en una cita médica, Stefan se levantó y se fue. "Tuve que sobornarlo con un McDonald's para que volviera. Era como tratar con un niño", dice.
El cambio en el comportamiento de Stefan se volvió aún más alarmante cuando Sile se dio cuenta de que su esposo había sido sorprendido intentando robar botellas de vino de una tienda local. Esta conducta reflejaba un deterioro cognitivo y una falta de juicio, característica de la demencia. Tras este incidente, la familia decidió llevarlo al hospital, donde las pruebas iniciales mostraron que su función cognitiva era "muy baja".
El devastador diagnóstico que recibió
Después de una serie de exámenes, incluidos tomografías computarizadas y una punción lumbar, los médicos finalmente diagnosticaron a Stefan con demencia frontotemporal. Este tipo poco común de demencia afecta el comportamiento y el lenguaje, y es especialmente angustiante para las familias, ya que puede desdibujar la identidad de la persona que se ama.
Sile recuerda su reacción: “Estaba en completo shock... esperábamos tener una familia”, sostuvo. El impacto de la enfermedad fue abrumador para Sile, quien vio cómo su esposo, de solo 40 años, tuvo que adaptarse a una nueva realidad. "No esperas encontrarte comprando juguetes de peluche para recién nacidos porque tu marido empezó a morderlos", explica.
A pesar de estos desafíos, encontró apoyo en su familia, amigos y organizaciones como la Sociedad de Alzheimer. “Él está feliz en casa y me encanta estar allí con él, aunque sea para acostarme a su lado y abrazarlo”, sostiene.