Muere Sebastião Salgado, el brasileño que se convirtió en ícono de la fotografía mundial, a los 81 años

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Falleció este viernes (23 de mayo), a los 81 años, el fotógrafo Sebastião Salgado. Conocido por su trabajo documental y su inconfundible estilo en blanco y negro, recibió prácticamente todos los principales premios de fotografía del mundo. La información sobre su muerte fue confirmada por una fuente cercana a la familia.

Nacido en la aldea de Conceição do Capim, en Minas Gerais, en 1944, Salgado transformó el fotoperiodismo. Sus registros de injusticias sociales y de poblaciones marginadas cruzaron fronteras, mostrando la realidad de trabajadores rurales, refugiados, pueblos originarios y territorios en riesgo. Su estilo inconfundible combinaba emoción, reflexión, una fuerte carga estética, lirismo y denuncia, siempre con un dominio de la luz natural, un contraste marcado en blanco y negro y una composición cuidadosamente inspirada.

Graduado en economía, con maestrías en la Universidad de São Paulo y en la Sorbona, Salgado realizó sus primeras sesiones fotográficas con una cámara Leica durante viajes de trabajo por África. Tres años después, decidido a dedicarse exclusivamente a su pasión, dejó su cargo de secretario en la Organización Internacional del Café y se especializó como fotoperiodista independiente.

Sebastião Salgado

Sebastião Salgado Foto:IG @Institutoterraoficial

Con base en París, trabajó para prestigiosas agencias de fotografía como Sygma y Gamma, antes de incorporarse a Magnum. En 1981, un incidente cambió su vida: mientras cubría los primeros 100 días del gobierno de Ronald Reagan, el presidente estadounidense fue víctima de un atentado en Washington. Las imágenes de Salgado dieron la vuelta al mundo y, con el dinero obtenido de su venta a los periódicos, pudo financiar un viaje a África, donde realizaría su primer proyecto de autor.

Su primer libro, Otras Américas (1986), marcó un retorno a sus raíces, documentando el paisaje humano y geográfico de ciudades del litoral brasileño y de países como Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Guatemala y México. “Mi único deseo era volver a mi tierra tan amada, a mi Brasil, del que un exilio un poco forzado me obligó a alejarme”, dijo el fotógrafo entonces. Reuniendo fotografías tomadas entre 1977 y 1983, la obra muestra las condiciones de vida de los campesinos y la resistencia cultural de los pueblos indígenas latinoamericanos.

En 1994, Salgado volvió a establecerse en París junto a su esposa, Lélia. Para representar su trabajo y asegurar el control sobre su obra, la pareja fundó su propia agencia, Imágenes de la Amazonía, que también funcionaba como un taller curatorial. Lejos de las presiones comerciales, montó la estructura necesaria para sus siguientes proyectos, que dieron lugar a los libros Trabajadores, Tierra, Éxodos, Génesis y Amazonía.

Tierra (1997) gira en torno al drama de los trabajadores rurales sin tierra en su lucha por la reforma agraria. El fotógrafo documenta campamentos, asentamientos y ocupaciones del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Además del libro —con prólogo del Nobel de Literatura José Saramago— el proyecto incluyó un álbum homónimo de Chico Buarque.

Publicado en el año 2000, el monumental Éxodos fue fruto de seis años de investigación sobre los movimientos migratorios a finales del siglo XX y el desplazamiento masivo causado por guerras, persecuciones, hambre, miseria o desastres ambientales. Aclamada internacionalmente, la obra contribuyó al debate público sobre los efectos de la globalización en los derechos humanos y la desigualdad global.

Otro ambicioso proyecto, Génesis, revela la belleza, fragilidad y resiliencia de más de 30 regiones remotas del planeta. Salgado afirmó entonces que la naturaleza “le hablaba” a su cámara, que registró bosques, glaciares, desiertos y otros ecosistemas amenazados por el cambio climático. También retrató animales en peligro de extinción y pueblos originarios que viven en equilibrio con su entorno.

En una entrevista con la AFP en abril de 2024, durante la inauguración de una retrospectiva por sus 50 años de carrera en la Somerset House de Londres, Sebastião Salgado reflexionó sobre su momento vital:

Solo me falta morir ahora. Tengo 50 años de carrera y cumplí 80 años. Estoy más cerca de la muerte que de otra cosa. Una persona vive, como máximo, 90 años. Así que no estoy lejos, pero sigo fotografiando, sigo trabajando, sigo haciendo las cosas del mismo modo. No tengo ninguna preocupación ni ninguna pretensión sobre cómo seré recordado. Mi vida está en mis fotos y nada más — explicó entonces el fotógrafo.

GDA

O Globo

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