Hija única de un empresario de transporte y una ama de casa que pintaba como pasatiempo, Mónica Bellucci creció en un entorno sin conexión con el espectáculo, pero desde pequeña mostró interés por la moda y el arte, participando en representaciones teatrales en su escuela y comenzando su carrera como modelo a los 13 años.
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Tres años después, cuando fue descubierta por un agente de talentos en un casting, empezó a viajar entre Città di Castello (donde nació), Milán y París para asumir trabajos como modelo. Su plan inicial era licenciarse en Derecho, sin embargo, su vida dio un giro inesperado tras firmar un contrato con Elite Model Management en 1988, que la obligó a abandonar sus estudios y trasladarse temporalmente a Milán.
También vivió algunos años en París, en busca de mejores oportunidades para su carrera interpretativa que le ayudaran a obtener proyección internacional: “Cuando fui a París, estaba siguiendo un sueño. Era muy joven y soñaba con esas actrices italianas como Sofía Loren y Monica Vitti. Y ese sueño se hizo realidad”.
Salto a la fama
Mónica debutó en la televisión italiana en 1991 con la miniserie Vita coi figli y ese mismo año dio el salto al cine con La riffa, un drama que comenzó a posicionarla en la industria cinematográfica de su país. No obstante, su primer papel de relevancia internacional llegó en 1992, cuando participó en Drácula de Bram Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola y co-protagonizada por grandes actores como Gary Oldman, Winona Ryder o Keanu Reeves.
En 1996, le llegó la nominación al Premio César como mejor actriz revelación por The Apartment. Con la llegada del nuevo siglo, Mónica Bellucci alcanzó una mayor prominencia internacional con su interpretación de Malèna (2000), en la película homónima de Giuseppe Tornatore. Este drama italiano erótico, ambientado en la Segunda Guerra Mundial, la catapultó como un símbolo de belleza y sofisticación, ganando admiración por su capacidad para transmitir emociones sin apenas diálogos.
El mismo año, también protagonizó el thriller estadounidense Under Suspicion junto a Gene Hackman y Morgan Freeman, afianzando su presencia en Hollywood. Más adelante se unió a grandes producciones de acción como The Matrix Reloaded y The Matrix Revolutions, interpretando a Perséfone. En 2004, su interpretación de María Magdalena en La pasión de Cristo, de Mel Gibson, le valió una nominación al prestigioso premio italiano Nastro d’Argento como mejor actriz de reparto.
Una figura versátil
“El cine tiene el poder de desafiar las normas, y me siento afortunada de seguir recibiendo ofertas que me permiten hacerlo”
A partir de 2010, Mónica Bellucci continuó diversificando su carrera en la industria cinematográfica, alternando entre grandes producciones y cine independiente. Su participación más destacada fue en Spectre (2015), donde interpretó a Lucia Sciarra, convirtiéndose en la actriz de mayor edad en asumir el rol de una ‘chica Bond’ a sus 50 años. “En el pasado, las chicas Bond eran mucho más jóvenes. Pero hoy las mujeres no son representadas sólo por la edad. Mi personaje es una viuda con una historia y un pasado, y me siento muy afortunada de que Sam Mendes me haya dado esta oportunidad”, dijo a The Guardian.
En 2014, Bellucci participó en The Wonders, dirigida por Alice Rohrwacher, lo que le permitió explorar el cine de autor. En 2019, protagonizó Spider in the Web, un thriller de espionaje con Ben Kingsley. Su actuación fue bien recibida, consolidando su posición como actriz relevante y versátil. “El cine tiene el poder de desafiar las normas, y me siento afortunada de seguir recibiendo ofertas que me permiten hacerlo”, dijo a Vanity Fair.
Este año, su participación en la esperada secuela de Beetlejuice (1988), de Tim Burton, muestra su capacidad para reinventarse y mantenerse como una figura icónica en la cultura popular.
A lo largo de su carrera, ha trabajado para varias casas de moda de lujo, apareciendo en anuncios y campañas para marcas como Givenchy, Yves Saint Laurent, Versace y, especialmente, Dolce & Gabbana, que la reclutó como su musa. Con el tiempo, se ha convertido en embajadora de varias empresas notables, incluidas los fabricantes de cosméticos L’Oréal y Nivea, o la empresa de productos de cachemira Éric Bompard.
A pesar de que ha alcanzado la fama en el mundo cinematográfico, Bellucci nunca ha dejado de lado su carrera de modelaje. A sus 60 años, sigue siendo considerada una de las mujeres más bellas del mundo y continúa involucrada en el modelaje profesional. Actualmente trabaja como embajadora de marcas de lujo como Cartier y Dior.
Esto la ha convertido en un referente no solo de estilo, sino en un modelo a seguir por cómo asimila el paso de los años sin caer en las presiones de la búsqueda de la eterna juventud. En este sentido, ha expresado que, para ella, el significado de ser bella trasciende lo físico. “Soy una mujer adulta, no quiero verme de 20 o 30 años. Por supuesto, me cuido, pero no se trata solo de belleza física; la belleza proviene de tu alma, de cómo te comportas y de cómo te relacionas con los demás. Eso es lo que es la belleza”.
Vida privada
En cuanto a sus relaciones personales, Bellucci ha vuelto a enamorarse y hacer pública una relación, luego de su divorcio en 2013 con el actor francés Vincent Cassel, con quien contrajo matrimonio en 1999.
En agosto de 2024, Bellucci confirmó su relación con el director Tim Burton durante el Festival de Cine de Venecia. Allí, la pareja se presentó como un dúo unido mientras promocionaba Beetlejuice 2 (2024), donde Bellucci comparte pantalla junto a un elenco estelar que incluye a Winona Ryder, Michael Keaton, Catherine O’Hara y Jenna Ortega.
Mónica Bellucci ha demostrado que la verdadera esencia de una artista va más allá de la apariencia; reside en su capacidad para conectar con el público y transmitir emociones profundas a través de sus interpretaciones. No sólo deja una huella indeleble en la historia del cine, sino también en la de la moda y el arte, consolidándose como una figura emblemática que trasciende las fronteras culturales y generacionales, inspirando a mujeres de todas partes a aceptar su autenticidad y a desafiar los estándares de belleza.
Paula Rey
EFE REPORTAJES