Miguel Varoni: 'uno debe hacerse la cirugía que tiene que hacerse: soy pro-cirugía, soy pro-cremas, soy pro-bótox. Soy pro-todo'

hace 1 mes 99

En los años noventa hizo historia en la televisión colombiana. Heredó el oficio de su mamá, la gran Teresa Gutiérrez. Actuó en novelas como La potra zaina, Las Juanas, La Caponera y con Pedro el Escamoso logró la inmortalidad en el imaginario popular del país. Miguel Belloto Gutiérrez, o Miguel Varoni, como todos lo conocen, tiene hoy tanto recorrido detrás de cámaras, como frente a ellas: ha sido director de series como Sin senos no hay paraíso, La fan y El señor de los cielos, y ha sido el productor ejecutivo en Jugar con fuego, Betty en Nueva York y Cien días para enamorarnos. El reciente estreno de la segunda parte de Pedro el Escamoso le permitió revivir su particular alter ego. 

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Para Miguel Varoni, construir el personaje de Pedro el Escamoso fue como preparar una milhoja: un trabajo en equipo donde cada detalle era una capa esencial. Pedro Coral no habría sido el mismo sin la escritura de Luis Felipe Salamanca y Dago García; sin la bendición de Juan Carlos Villamizar a la idea de incluir en su forma de hablar las palabras “másimo” y “mompirri” que decía por molestar Juancho Arango, otro de los actores de la novela; sin esa manera tan característica de bailar, que años después se convirtió en un meme, y sin la idea de Catherine Siachoque, la esposa de Varoni, quien un día después de un ensayo dijo que al personaje le faltaba algo en el pelo.

Era el año 2000. A Varoni, un galán de telenovelas como Las Juanas y La Caponera, le tocó ser el cocinero: se puso las botas, las extensiones, se apropió de los monólogos y armó esa milhoja colectiva que se convirtió en Pedro Coral, un personaje que terminó siendo un ícono de la televisión y de la cultura colombiana.

Sus amigos saben que antes de ser Miguel Varoni fue Miguel Belloto Gutiérrez. Nació en Buenos Aires en 1964, pero creció en Bogotá desde que era un bebé. Su mamá, Teresa Gutiérrez, era una de las grandes voces del radioteatro en Colombia; su papá, Américo Belloto, un violinista que se volvió famoso en los años 40 y 50 por una orquesta de boleros que tocaba en las emisoras de radio de la época y que grabó un disco que se puede escuchar en Spotify: Don Américo y sus Caribes. Teresa y Américo se conocieron trabajando en las emisoras bogotanas de la época y se fueron a Buenos Aires, pero él falleció en un accidente en 1975, cuando su hijo Miguel tenía cuatro meses. Teresa Gutiérrez volvió a su casa en Bogotá, crio sola a sus cuatro hijos, siguió trabajando en la radio y se convirtió en esa actriz icónica de novelas como La marquesa de Yolombó, La abuela, Don Chinche, Señora Isabel y Los Reyes, entre muchas otras.

 “Hay niveles de niveles, brother”.

En ocasiones Miguel Varoni deja que el humor de Pedro sea el que hable por él y sale con alguna de sus frases célebres: “Hay niveles de niveles, brother”.

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

Varoni prende la cámara de su celular. Su trabajo como ejecutivo y director en Telemundo le deja apenas media hora de almuerzo. Está sentado en su oficina, en Miami, donde trabaja hace más de dos décadas, y viste totalmente de negro: lleva unas gafas negras de marco grueso y en ambos brazos tiene unas pulseras de cuero que muerde cuando alguna pregunta lo pone a pensar.

No es el mismo Miguel Varoni de las fotos: en una semana decidió desamarrarse las trenzas y ahora lleva el pelo largo, recogido en una cola corta. Le gusta cambiar de look con frecuencia y sabe que eso despierta opiniones encontradas: “La gente habla si me ve flaco, si me ve canoso, si me ve con el pelo largo… ¡Pero es que uno no es monedita de oro para gustarle a todo el mundo!”, dice, y le da un mordisco al sánduche que tiene de almuerzo. Así habla él: ya incorporó los dichos de Pedro Coral en su discurso y cuando en la entrevista empieza a revelar con sus silencios que es un hombre callado y un poco serio, decide que el humor de Pedro sea el que hable por él y sale con alguna de sus frases célebres: “Hay niveles de niveles, brother”, dice, por ejemplo, para zanjar una discusión. Y él lo reconoce: el personaje de Pedro no solo marcó su carrera, también le aportó a su vida y a su personalidad.

Miguel lo tuvo todo para ser un galán de telenovelas ―su esposa, la actriz Catherine Siachoque, lo describe como un seductor― y esa fue precisamente la imagen que persiguió durante una buena parte de su carrera. La televisión y el cine le gustaban. Comenzó a actuar en las producciones en las que participaba su mamá cuando tenía apenas 12 años y en 1987, a sus 22, ganó su primer premio de actuación: un Simón Bolívar a mejor actor revelación. En ese momento empezó a usar su cuarto apellido, Varoni, y en las secciones de entretenimiento de los periódicos se publicaban las cartas de sus fanáticas que soñaban con irse con él a San Andrés. Ahora, Varoni se ríe de esa época y recuerda que sus compañeros de colegio le sacan en cara que él buscaba cualquier reflejo para verse la cara y arreglarse el pelo. Sin embargo, desde esa época también mostraba un carácter especial: el rector de su colegio, después de llamarle la atención por organizar protestas contra los profesores que no le gustaban, reconocía que tenía una vena de líder: “Yo me acuerdo con mucho cariño de Jairito Leal, el rector del colegio José Joaquín Casas, de donde se graduó este pechito”, dice. “Él decía: Belloto es un líder, pero ojalá lo sea para bien”.

En el año 2005, él y Catherine Siachoque se fueron a Miami, donde ella tenía varios proyectos como actriz. “Yo me fui como el Señor de Siachoque”, recuerda.

En el año 2005, él y Catherine Siachoque se fueron a Miami, donde ella tenía varios proyectos como actriz. “Yo me fui como el Señor de Siachoque”, recuerda.

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

Aunque nunca ha dejado de actuar, hoy el foco de Miguel Varoni no está delante de las cámaras sino detrás, en la dirección creativa y la ejecución de proyectos. En el año 2005, él y Catherine Siachoque se fueron a Miami, donde ella tenía varios proyectos como actriz. “Yo me fui como el Señor de Siachoque”, dice. “Mi plan era ponerme a jugar golf, pero me pusieron a trabajar”. Los directivos de Telemundo lo invitaron a participar como director en varios proyectos y unos años después comenzó a ocupar cargos ejecutivos. Desde el escritorio, como vicepresidente ejecutivo, sacó adelante proyectos como Betty en Nueva York y Cien días para enamorarnos, y el año pasado encontró el tiempo para revivir a Pedro Coral en la segunda parte de la novela: Pedro el Escamoso: más escamoso que nunca, una coproducción de Telemundo con Disney que fue lanzada en agosto a las plataformas de streaming.

Hace unos años, muchos medios comenzaron a hablar de usted sobre su aspecto: que se veía flaco, o viejo, o que por qué tantos cambios de look. ¿Cómo enfrenta usted esa ola de opiniones?

A mí me gusta mucho cambiar de look. Me gusta dejarme el pelo corto, que se me vean las canas, y después dejármelo largo… Eso viene desde siempre. Con mis amigos del colegio tenemos un chat y a mí me dicen: “Miguel, es que usted se la pasaba en los vidrios del colegio buscando un reflejo”. Y yo les digo: “Es que a mí me gusta lucir bien”. ¡Y me cago de la risa, porque es cierto! Yo siempre he sido muy vanidoso, tengo un cirujano plástico al que amo, que es un artista, y yo sí creo que uno debe hacerse la cirugía que tiene que hacerse: soy pro-cirugía, pro-cremas, pro-bótox, pro-todo. ¡Sí a todo! A mí me gusta levantarme y sentirme bien, cuidarme el pelo, la cara, ponerme el champú para canas cuando tengo canas… Y es que hay niveles: si usted mira el baño de mi casa, el lado de Cathy tiene tres huevonadas, ¿pero el mío? ¡El mío es una cosa de verdad importante! Y de la opinadera… Como yo empecé muy chiquito en esto y mi mamá era actriz, como que yo nací y crecí con la crítica y la opinadera. Es algo que siempre me ha acompañado. Obviamente con las redes se siente mucho más. Pero yo llegué a esto preparado, yo ya estoy muy boxeado, entonces me divierto: cuando me critican a veces pienso que hay cosas que escriben que son muy buenas, porque me dan muy duro, pero con mucho humor. También uno encuentra cosas que son como feas o vulgares, pero pues… Le pongo un ejemplo: cuando a mí hace 23 años me entregaron el monólogo de Pedro el Escamoso, el texto empezaba así: “Mi nombre es Pedro Coral y no soy monedita de oro para gustarle a todo el mundo”. Y pues ese soy yo: soy Miguel Varoni y tampoco soy monedita de oro para gustarle a todo el mundo. Yo estoy agradecido con la vida porque por lo menos me dio la coraza, el callo para aguantar lo bueno y lo malo, y el humor para divertirme con eso. 

La entrevista con el ministro Andrés Rojas está en la nueva edición de Revista BOCAS.

Miguel Varoni es la portada de la nueva edición de Revista BOCAS.

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

Hace poco se estrenó la segunda parte de Pedro el Escamoso. ¿Cómo fue su reencuentro con Pedro más de dos décadas después? ¿Qué retos tuvo usted para revivirlo?

La verdad, ninguno. Sería mentirle. Fue emocionante: imagínese que usted tiene un amigo, ese amigo le presta una plata importante, y con esa plata usted hace un gran negocio que le salva la vida, 22 años después este tipo aparece y le dice: “¿Cómo le va? ¡Qué maravilla verlo tan bien!”. No le dice: “Deme la plata y además con intereses”. No, no. El tipo ni se lo menciona: lo abraza, lo felicita, lo invita a comer él a usted a un restaurante ni el hijueputa… ¡Y cuando termina todavía no le cobra la plata! Ese es Pedro el Escamoso: es un tipo que yo adoro, hermano, que me dio una cantidad de cosas maravillosas. Me reencontré con un tipo que influyó en mí con su bondad, su transparencia y sus ganas de ayudar, con un tipo que me cambió la vida.

Pedro fue el último gran papel que tuvo antes de irse a Miami. ¿Cómo fue su llegada a esa ciudad, que hoy es su casa?

Resulta que Cathy y yo ya habíamos firmado con Telemundo desde el 2003, pero empezamos a trabajar en Colombia. En el 2005 a Cathy la trajeron aquí a Miami para que hiciera de la antagonista de una novela que se llamaba Tierra de pasiones. Yo feliz, porque hice el viaje como acompañante. ¡Yo no iba a hacer nada! Hasta que Patricio Wills [el expresidente de Telemundo] me llama y me dice: “Oiga, Varoni. Ya que usted está acá, ¿por qué no me ayuda con una vaina que se llama Decisiones?”. Y yo empecé a hacer Decisiones, como director.

En un programa de esa época dijo que se iba a dedicar al “rásquinbol”.

Yo que pensaba que iba a ‘rásquinbol’ y que iba a aprender a jugar golf. Pero nunca aprendí. Nos cambió la vida. La idea era como venir un rato, hacer la novela y devolvernos a Colombia, pero terminé viviendo en Miami y trabajando como ejecutivo. Al poco tiempo Patricio [Wills] me nombró director creativo de Telemundo... 

"Ninguno de los que estábamos haciendo Pedro el Escamoso, hace 24 años ya, sabía lo que iba a pasar con Pedro", recuerda Miguel Varoni.

"Ninguno de los que estábamos haciendo Pedro el Escamoso, hace 24 años ya, sabía lo que iba a pasar con Pedro", recuerda Miguel Varoni.

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

¿Qué cualidades como director cree que vieron en usted?

Patricio a mí me conoce desde muy chiquito. El primer premio que yo me gané en televisión me lo gané en 1986, un Simón Bolívar, y fue él quien me lo dio. Él siempre supo de mis inquietudes como director, siempre supo que yo era un hombre muy inquieto y que me gustaba la parte ejecutiva, la parte creativa, estar detrás de cámaras, estar detrás de los proyectos... Yo ya había dirigido un par de cosas en Colombia y por eso creo que él me dio la alternativa. A Dios gracias le cumplí y fíjese donde estoy.

¿Usted es bueno para los números?

No, pero he aprendido. Yo soy mejor hacia el lado creativo, pero obviamente cuando toca hacer números, pues toca. Yo he tenido la suerte de estar rodeado de gente muy talentosa, y creo que de lo único que me las doy es de nunca haber sido soberbio: siempre he sabido que no me las sé todas y por eso siempre quiero aprender y siempre pregunto. Cuando me nombraron productor ejecutivo de Telemundo yo llamé a Mariana Iskandarani, una productora argentina con la que yo había trabajado como director en El señor de los cielos y en Señora Acero, en México. Le dije: “Mariana, ayúdeme a una vaina. Usted que es la matemática ―porque esa mujer es una dura para los números―, ayúdeme a entender, deme una clase de esta vaina: ¿Cuánto cuesta la semana? ¿Y si se hace una tercera unidad? ¿Cuánto el set? ¿Y la comida? ¿Y las limonadas?” Y me dio una clase larga, fueron como tres sesiones, una clase intensiva de números. Porque, claro, la parte creativa yo la he visto todo el tiempo, pero ella fue la que me ayudó a entender la parte ejecutiva. Esa es la ventaja, que no me da vergüenza preguntar. No sufro del oso.

Cuénteme de su mamá, Teresa Gutiérrez, una de las grandes actrices de este país. Ella fue la que le heredó la pasión por la televisión. ¿Qué le aprendió a ella?

Yo me acuerdo de dos cosas de mi mamá. Era muy buena lectora y era muy trabajadora: pila, dedicada al camello. Ella siempre me apoyaba en mis inquietudes artísticas y por eso, cuando me empezó a gustar el cine, me acompañaba a ver películas. Ese era nuestro plan: vivíamos en el centro, ella salía de trabajar e íbamos al Embajador, en la 24 con Sexta. Me acuerdo de ver con ella Tiburón, a mí me encantaba lo de Spielberg. Después, cuando llegó el Betamax y la vaina, nos la pasábamos en la casa también viendo películas. Tenía un sentido del humor maravilloso. Ya luego nos gustaba mucho viajar. Estar con ella era un muy buen plan.

Miguel Varoni reconoce que el personaje de Pedro no solo marcó su carrera, sino que también le aportó a su vida y a su personalidad.

Miguel Varoni reconoce que el personaje de Pedro no solo marcó su carrera, sino que también le aportó a su vida y a su personalidad.

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

Su papá, Américo Belloto, fue un gran músico. ¿Nunca quiso explorar esa faceta?

La verdad, no. Me gusta la música. Soy bueno para la percusión, tengo un bongó y lo toco de vez en cuando; pero nunca vi la música como una opción. Mi viejo murió cuando yo era un bebé de meses. ¿Quién sabe? Tal vez si lo hubiera conocido habría desarrollado más esa parte.

Su primer trabajo como actor fue en Las señoritas Gutiérrez, cuando tenía 12 años. ¿Ahí fue cuando decidió usar el segundo apellido de su papá para su nombre: Miguel Varoni?

No, ahí todavía era Miguel Belloto. Fue después, en Los cuervos; cuando empecé pedí que me pusieran como Miguel Varoni. Ese es el apellido de mi abuela, la mamá de mi papá. Yo tenía una foto de ella divina y su apellido siempre me gustó: me daba curiosidad y sonaba muy bien. Desde ahí fui Miguel Varoni.

Cuando usted tenía 12 años murió Gotica, su nana. Fue un momento clave para su vida.

Claro, Gotica… Como mi mamá se la pasaba trabajando, porque tenía cuatro hijos y tenía que sacarlos adelante sola, fue ella la que estaba cuando llegaba del colegio. Cuando Gotica murió, yo tenía 12 años. Mi mamá me dijo: “Bueno, usted ya está grande y yo no puedo estar detrás de usted: acá están las llaves de la casa, yo confío en usted”. Mi mamá siempre me trató con mucha independencia y después de ese momento nos volvimos muy buenos amigos. Era una mujer muy especial. Retadora. Con ella me pasa un poco lo mismo que con Pedro: con el tiempo uno va entendiendo muchas cosas que le quedan a uno de ellos.

¿Como cuáles?

Yo, por ejemplo, no entendía por qué en los momentos más duros y álgidos, ella me dejaba un poco solo. A ella le angustiaba mucho cuando terminaba una novela y tenía que esperar a que llegara la siguiente; a pesar de que ella tenía su trabajo fijo en Caracol Radio, como locutora, y tenía un sueldo, las novelas le daban mucha soltura para pagar colegios y, en fin. Eso me dolía a veces. Y ahora que tengo la película completa, le doy infinitas gracias porque ella me ayudó a prepararme para la vida, porque fue muy buena educándome a su manera, a su estilo, con mucha independencia. Y no sé si lo hizo consciente o inconscientemente, nunca se lo pregunté.

El sueño de ser director usted lo tenía desde niño. ¿Cuándo se dio cuenta de que su lugar era la televisión?

A finales de los setenta mi mamá estaba trabajando en La abuela y obviamente era muy amiga de Julio Sánchez Vanegas, que en paz descanse, viejo hermoso. Cuando llegó a Colombia la móvil de JES eso para mí fue como “wow!”. Yo tenía 15 años y yo me la pasaba diciéndole a mi mamá: “Mamá, por favor, lléveme a ver esa móvil”. Mi mamá habló con Julio y me llevó a JES, que quedaba en la zona industrial, como por Las Américas. Y me monté en esa móvil. Me acuerdo de que Julio Sánchez Cristo, Julito, era el que ponchaba las cámaras de esa novela: él también ponchó, si no estoy mal, El gallo de oro, la novela de Frank Ramírez con Amparo Grisales, y otras. Entonces Julito me dejó ponchar. Cuando yo vi los efectos, las palancas, las cámaras, yo dije: “Yo no me quiero ir de acá”. Tengo muchos recuerdos así. Yo empecé a actuar muy joven y siempre me gustó estar delante de las cámaras, pero también me gustaba mucho todo lo que pasaba del otro lado y me fijaba mucho en cómo trabajaban los directores. Y ojo, yo aprendí a dirigir fue viendo a los mejores directores de esa época: a mí me dirigieron Julio César Luna, Alí Humar, Víctor Mallarino, Kepa Amuchastegui, Juan Carlos Villamizar, Saín Castro, David Posada, Mauricio Cruz. Tuve, de nuevo, la suerte de trabajar con grandes directores y a todos les aprendí muchísimo. Y aquí en Miami les sigo aprendiendo: a Andrés Marroquín, a Vasqueliz [Juan Carlos Vásquez], al mismo Dago [García], con quien hicimos una película que se llama Mi abuelo, mi papá y yo, que la dirigió él. A todos les robo pedacitos de su trabajo; mejor dicho, aprendo cómo lo hacen. Y lo mismo me pasa con los ejecutivos: Patricio Wills, Marcos Santana, Joshua Mintz, Luis Silberwasser, Rafael Urióstegui, Ximena Cantuarias… Ellos no lo saben porque me ven dirigiendo, pero yo siempre estoy pendiente de lo que hacen, de cómo toman las decisiones. 

"En Las Juanas fue donde nació todo mi amor con Cathy y es gracias a esa novela que llevamos 28 años de casados".

"En Las Juanas fue donde nació todo mi amor con Cathy y es gracias a esa novela que llevamos 28 años de casados".

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

Hábleme de los años noventa. Esa fue una época donde usted actuó muchos papeles y recorrió el país grabando novelas icónicas. ¿Cómo era hacer televisión en ese contexto?

Yo recuerdo con infinito amor Las Juanas. Obviamente porque fue allí donde conocí a Cathy, pero también porque esa fue la última novela en Colombia en la que las cosas se hicieron con mucha inocencia. Esa es una frase que van a entender cuando lean la entrevista los actores, la directora Toni Navia, Samuel Duque [el presidente de RCN en ese momento] y todos los que estuvieron detrás de ese proyecto. Esa novela la hicimos en Corozal con una sola unidad, se emitían solamente 21 minutos de novela, los otros siete eran comerciales y un minuto de presentación y despedida. La pasábamos muy bien, todos fuimos muy felices grabando en Corozal y en Sincelejo, y en parte era por esas características del proyecto. También fue allí donde nació todo mi amor con Cathy y es gracias a esa novela que llevamos 28 años de casados.

¿Cómo recuerda el momento en que conoció a Cathy?

Fue en el aeropuerto, acá en Bogotá. Íbamos a Montería y de ahí cuatro horas en bus hasta Sincelejo. Y ahí estuvo este pechito, papá: en la jugada. Ya llevamos 28 años de casados y cuando yo no estoy trabajando, estoy con ella: mi lugar feliz es estar con Cathy, viajar con ella, dormir con ella, estar en el sofá de la casa con ella. Catherine es mi polo a tierra. Yo termino de trabajar y me voy para donde ella esté.

"La gente quiere divertirse, la gente quiere sonreír. Eso es lo que tiene Pedro. No estoy diciendo que Pedro haga reír a la gente todo el tiempo, pero sí la conmueve, la hace llorar con un personaje que es muy lindo, transparente".

"La gente quiere divertirse, la gente quiere sonreír. Eso es lo que tiene Pedro. No estoy diciendo que Pedro haga reír a la gente todo el tiempo, pero sí la conmueve, la hace llorar con un personaje que es muy lindo, transparente".

Foto:Hernán Puentes / Revista BOCAS

Uno de sus grandes proyectos como productor ejecutivo fue haber sacado Betty en Nueva York. ¿Cuál es el momento que más recuerda de esa serie?

Lo lindo de lo de Betty es que cuando Fernando Gaitán, que era mi brother, estaba haciendo Betty la fea por allá en 1999, los dos éramos socios de un bar que se llamaba El Sitio. Ese man se la pasaba escribiendo la novela ahí en el bar, y allí llegaba el elenco de Betty y la pasábamos muy bien. El momento que más recuerdo es cuando 18, casi 19 años después, recibo en esta misma oficina el plan ya listo para Betty en Nueva York. Fue muy significativo porque es la misma Betty la fea original: yo estaba en el Comité de Desarrollo de Telemundo y dije: “Miren: mi voto es porque no toquemos esa historia. Hagamos la misma Betty, claro, en el 2018, con todo lo que hay, Instagram, teléfonos celulares, y en Nueva York, pero no la toquemos”. Marcos Santana y yo fuimos los que más defendimos esa idea, que finalmente fue acogida. Y así se hizo.

¿Por qué estamos asistiendo a la resurrección de esos productos televisivos de los noventa?

Si me lo hubiera preguntado hace un mes, yo le hubiera dicho: “Brother, no sé”, pero ahorita lo tengo clarísimo: la gente quiere divertirse, la gente quiere sonreír. Eso es lo que tiene Pedro. No estoy diciendo que Pedro haga reír a la gente todo el tiempo, pero sí la conmueve, la hace llorar con un personaje que es muy lindo, transparente, cero pretensioso. Lo único que tiene de malo es que es mentiroso.

En un país clasista como Colombia, Pedro el Escamoso logra tratar la cultura popular con humor, pero sin caer en el irrespeto. ¿Cómo se logra eso?

Es una buena pregunta… Esa vaina siento que está ligada a otra cosa, que es el éxito que tuvo esa historia. Yo no lo sabía. Ninguno de los que estábamos haciendo Pedro el Escamoso, hace 24 años ya, sabía lo que iba a pasar con Pedro. Fue como hacer una milhoja, fueron capas… Todo se fue construyendo así, en equipo. No sé cómo pasó. Acá en Telemundo a veces decimos: “¿Qué es un proyecto de éxito?” Y analizamos todo en el tablero y más o menos, después de tantos años, uno sabe los ingredientes. Pero al final es una cosa mágica que uno no sabe muy bien qué es. Creo que para el caso de Pedro se trata del cariño, del amor, de la sinceridad. Pedro es un personaje muy sincero y con mucho humor, pero que nunca se burla de sí mismo. 

¿Tiene memes de Pedro el Escamoso en su celular?

¡Pero claro, papá! Desde los primeros que salieron hace años. Fui el primero que estuvo en la jugada.

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