Ernesto Benjumea en algún momento de su vida soñó con salvar personas con diagnósticos médicos, pues empezó a estudiar medicina. Pero ahora rescata a la humanidad con risas y buenos personajes.
Este actor, que ha participado en novelas como Hasta que la plata nos separe, Historia de un crimen real, Hombres y otra gran cantidad de producciones, no la ha tenido fácil, a pesar de que su padre fue uno de los interpretes más queridos de Colombia.
Inicialmente, pasó por la escuela de medicina porque le causaba curiosidad los aparaticos que utilizaba un médico que era amigo de su familia. Solo duró dos meses en la escuela y lo sacaron "a patadas de allí". De ahí, pasó a hacer teatro en un café familiar.
"Yo empecé trabajando, no en un escenario común, sino en un teatro-restaurante muy famoso por allá en la década de los 90 que se llamaba La Casa del Gordo. Mi papá (el actor Carlos Benjumea) realizaba unas funciones y ahí yo lo veía todas las noches. Primero, abajo del escenario. Después él me invitó a participar y arranqué", dice Ernesto.
A pesar de que su padre pasó por grandes producciones, entre la larga lista La madre y El taxista millonario, y que pudo ingresar al mundo de la farándula relativamente fácil, Ernesto Benjumea decidió tomar el camino largo y crear una carrera con su propio esfuerzo. Estudió en una escuela muy práctica, en la que, por 4 años, entrenaba desde las 8 a. m. hasta las 6 p. m. "No sabía si iba a vivir de esto, pero descubrí que era a lo que me quería dedicar", comenta el actor.
El actor Ernesto Benjumea. Foto:Teatro Nacional
Afortunadamente, Benjumea pasó de los salones de clases a La otra mitad del sol, Hombres, La costeña y el cachaco, entre otras novelas con las que se empezó a ganar el cariño del público. También ha tenido la oportunidad de pararse en grandes tablas y ahora, lo hace en el Teatro Nacional, con 'La obra que sale mal'.
En entrevista con EL TIEMPO, Ernesto Benjumea reflexiona sobre lo que implica pasar de la televisión a plataformas de streaming, confiesa lo que ha hecho para entender a un personaje, narra su experiencia en las tablas y da detalles sobre la obra que se está presentando por estos días en Teatro Nacional.
¿Qué tema social ha visto que impacta al público?
Creo que los temas que más inquietud generan en el público son los que me generan dudas a mí mismo y trato de abordarlos con tremenda curiosidad. Hace unos años tuve la oportunidad de hacer un personaje que tenía una familia, pero era gay y nadie en su familia lo sabía. Eso me causó una tremenda inquietud porque yo no conozco a nadie que tenga esa doble vida. Como lo planteaba la historia era reprochable y por eso yo también entré con el mismo prejuicio. Era un tipo con esposa, hijo. Por tratar de entender este mundo, me metí a blogs y me hice pasar por gay y como alguien que tuviera este estilo de vida.
Me di cuenta que en realidad, en la gran mayoría de los casos, estas personas son unos tremendos héroes. Me di cuenta que por alguna razón, las personas deciden casarse y tener una familia y por amor, que era lo que le pasaba a ese personaje, optan por castrar una parte tan importante de su vida, como puede ser la sexualidad, en favor de mantener a sus seres queridos unidos. Llegar a este tipo de reflexiones y de conocimiento es una de estas cosas lindas que tiene este oficio.
A mí me generó una tremenda inquietud, fue para mí todo un descubrimiento. Entrar en este mundo, participar en este chat, sintiéndome un poco mal, por estar diciendo mentiras, pero por tratar de entenderlos y además de alguna manera tratar de rescatar a través de un personaje algunas vidas.
¿Qué retos actorales trae cambiar el chip de la televisión y adentrarse en otra forma de contar historias?
La televisión incluso cuando era pública, abierta, funcionaba de cierta manera. Cuando se volvió privada y solo se pasaban producciones por dos canales, empezó a funcionar de otras formas. Con esto cambios, todo adoptó más el estilo de la telenovela. Con la llegada de las aplicaciones se hace una televisión mucho más pausada, mucho más intensa.
Por ejemplo, trabajar en cine es otra cosa, es más artesanal y actuar en teatro es otra cosa completamente distinta, que es lo que estoy haciendo ahorita, esencialmente con 'La obra que sale mal', que está en temporada.
Cada forma de contar historias tiene sus propias maneras de hacerse y creo que pasar por esas diferentes cocinas es conveniente. Todo me aporta para todo. Es más, creo, por ejemplo, que trabajar en televisión, me ayuda a mi carrera teatral.
El título de la obra en la que está ahora es muy diciente. Expresa algo que ocurre al actuar. ¿Cómo se sortea la frustración cuando se cometen errores?
A veces hay frustración porque, a veces los errores son terribles. La idea es estar siempre muy vivo, muy presente y en esa medida uno va fluyendo con lo que vaya pasando. Esa es la esencia. Esta obra se burla de todas las cosas que nos salen mal, de los de los malos actores, de los no actores, de la gente que se sube a las tablas sin tener ni idea.
La obra que sale mal tiene a un productor que se vuelve director y actor, además, contrata a un grupo de gente que no actúa, porque es lo que más barato le sale para hacer una obra complicada, porque es policial, de suspenso, como de Agatha Christie, donde hay un asesinato y hay alguien que entra a averiguar quién fue el asesino. Esto le sale terriblemente mal, tanto a los interpretes porque son muy malos actores, como a la producción porque tiene algunas complicaciones técnicas que salen muy mal. Y todo eso, está atravesado por un humor espectacular. Claro, es una comedia física, muy diferente a lo que generalmente pueden encontrar en la cartelera.
Ernesto Benjumea Foto:Teatro Nacional
¿Algún error específico que haya cometido actuando y que recuerde?
Miles. Hay muchas cosas que salen mal en las funciones. Me acuerdo que una vez presentamos una obra que en la que teníamos una gallina kika, pequeñita. Teníamos unas funciones en la costa y empezamos a mandar las condiciones que necesitaba la obra para que saliera bien. Dijimos, mira: "necesitamos esto y aquí y lo otro y una gallina quica, por favor, muy importante".
En ocasiones, cuando uno va a pueblos más pequeños, la gente no es tan consciente de que las cosas tienen que ser como son exactamente y no de cualquier manera. Y nos decían, "Sí, tranquilo, tranquilo."
Llegamos. "¿Y la gallina kika?, ¿te acuerdas que es una gallina pequeña?", le pregunté al encargado. "Sí, sí, sí, tranquilo", me respondió. Total que llegamos allá y la gallina pequeña no estaba. Trajeron una gallina de un tamaño enorme. Una cosa inmensa. Esa gallina la teníamos que pasar, la hacíamos volar, la metíamos en una jaula. Esa pobre avestruz no cabía en la jaulita. Eso fue un show tremendo. Este tipo de cosas forman muchísimo al actor.
¿Cómo se ha adaptado el teatro a la amenaza de las plataformas de streaming?, ¿el público todavía disfruta las historias en vivo?
Todo tiene que adaptarse. El teatro es una cosa tan artesanal, tan auténtica, tan viva, finalmente sigue siendo igual a como era en el teatro griego donde un grupo de gente se reúne a escuchar y ver lo que unos actores, con un director han planeado hacer. Eso sigue siendo igual.
La gente hoy además tiene que apagar sus celulares, tiene que dejar sus ocupaciones, en especial ahora que todos somos multitasking y que todo el tiempo vivimos en 30 cosas al tiempo. Por eso, el teatro se ha convertido en un espacio de resistencia, para que las personas se calmen, puedan respirar, apaguen su celular, aunque todavía hay un 1% de personas groseras que todavía sacan sus teléfonos.
Todo lo demás tiene que adaptarse a eso. Y en este proceso, es muy importante el gran equipo que hay detrás, digamos, de una producción como estas. Con La obra que sale mal estamos en la cuarta temporada, ya pasamos las 300 funciones que es una monstruosidad, sobre todo para un teatro tan grande como Teatro Nacional de la Castellana. A cada función asisten 700 personas. Tras ello, hay dirección, asistencia, la parte técnica, publicidad, redes, medios, ventas, de todo.
¿Cómo hacer que una obra perdure en el tiempo?
Esto es arte vivo, que va cambiando y transformándose, a pesar a de que esté planeado. Pasa mucho, con La obra que sale mal, que la gente nos dice a los actores: "Mire, es la quinta vez que me la veo y siempre es diferente". Nosotros sabemos que no es diferente. No hemos hecho cambios, no hemos quitado escenas, ni hemos puesto detalles.
A esta obra que se está presentando, que es una comedia policial, no ha habido mucho que cambiarle. Se va completando, se va ajustando y van pasando cosas y la gente tiene la sensación, de que se va adaptando.
De todas las vidas que ha encarnado a través de la actuación y de personajes, ¿cuál cree que es el rol que le hace falta interpretar?
Tal vez ser el el bonito de la novela. Ahí para que apunten todas las productoras.
¿Todavía tener la sala a medio llenar desanima?
Sabes que no. Uno siempre quiere y hace lo posible porque la sala esté bien. Pero finalmente el trabajo de los actores es actuar. A veces definitivamente no se llena y uno sabe que el trabajo está bien y si no, se ajusta. No va empatado el éxito comercial de las producciones con con la satisfacción personal del trabajo. Pueden no coincidir.
¿En qué está su satisfacción personal?
En saber que me la he jugado, que he tomado riesgos, que he ido más allá de mis posibilidades y de lo que me creía capaz de hacer y que en el teatro, por ejemplo, lo hago todas las noches. No llego a cumplir el horario, a trabajar, a hacer lo que supuestamente ya sé hacer, si no que llego todo el tiempo a jugármela y estoy con la entraña en la mano mientras estoy en función.
¿Luego de tantos años lo hace con la misma emoción?
Cada vez lo hago con más emoción. Entre uno más experiencia tiene, más se entera de lo mucho que le falta, de todas las cosas que se pueden llegar a hacer. Creo que ahora tengo más conciencia de las otras cosas que podría experimentar. Noche a noche estoy intentándolo.
¿Algún consejo para mantener esa llama viva?
Enamoramiento profundo, de idiota e imbécil. El amor que yo tengo por mi profesión, por la actuación, es la clave. También podría hablar larguísimo de por qué esta es la carrera, probablemente, más bella que pueda emprender un ser humano. Es precioso hacer esto, estar frente al público, entender un personaje, una obra, un autor, ser consciente del mundo en el que vives. Desde el contacto con el público, se ve que estás haciéndole pasar un buen rato a la gente, que de pronto estás hablando de un tema que inquieta a las personas, a las sociedades, es bellísimo. Todo esto es pura traga.
María Jimena Delgado Díaz
Periodista de Cultura
@mariajimena_delgadod