Nada tan tormentoso como el síndrome de la tarea sin terminar, esa a la que le faltan solo un par de retoques para ver la luz pero que se resiste, se aplaza y al final no se acaba nunca, unas veces por incapacidad propia del autor, otras por el insufrible vicio de procrastinar.
Le viene pasando a Luis Díaz en un Liverpool predestinado, por campaña y por calidad individual, a ganar al menos dos de los cuatro títulos que disputaba: hoy le queda uno, la Premier League, que no es poco pero inevitablemente lleva ese tufillo de tanto nadar para ahogarse en la orilla, apeado en su primera llave de eliminación directa por un rival que lo arrolló en eso en lo que parecía indestructible, la intensidad.
Luis Díaz Foto:EFE
Es el riesgo de sentirse tan invencible antes de la última batalla y de debatirse entre la autoconfianza y sobradez, como la Selección Colombia que fue segunda de las Eliminatorias y finalista de la Copa América y que hoy es cuarta en lo primero y subcampeona en lo segundo, sin ser mejor que otras históricas nóminas que tampoco ganaron nada peor no aplazaron tanto. A veces nos apegamos tanto al proceso que nos olvidamos del resultado y eso, justo o no, sigue siendo no lo más importante sino lo único.
Selección Colombia, con una gran tarea pendiente
La tarea inconclusa hoy es firmar el boleto al Mundial 2026 después de las sombras que sobrevuelan sobre esos mismos hombres que en 2024 dejaron la tarea a medio hacer. Son los mismos James, Díaz, Ospina, Vargas, Mina, Dávinson, Lerma, Quintero… todos los que saben, antes que nosotros, que este puede ser el último baile de una generación campeona mundial de la expectativa, sin trofeos en las vitrinas.
Hay que sumar contra una Brasil a la que se le recortó mucha ventaja en los últimos años (porque aflojaron ellos y mejoramos nosotros, en dosis iguales), y ganarle a Paraguay, que basa su fortaleza en el discurso de su entrenador. No parece tan difícil. Pero tampoco parecía cuando nos enfrascamos en el camino a Catar 2022 en 7 partidos sin marcar o cuando llegamos a la final de la Copa América después de 23 años para quedarnos fuera por falta de malicia, de cancha, de la tan antipática ‘jerarquía’. Fallar, una y otra vez, hasta el hartazgo.
Entrenamiento de la Selección Colombia en Brasilia Foto:Federación Colombiana de Fútbol
Así que con 6 puntos en esta doble fecha se habrá hecho la tarea y quedarán cuatro partidos para probar opciones, aliviar los viajes, soltar, saborear a sorbos la misión cumplida. Es un placer que merecen todos. Pero era así antes de perder contra Uruguay y Ecuador de la manera más insólita. Procrastinar, otra vez esa maldita manía.
El momento de matar el miedo es ahora, el día de mirarse el ombligo y ver figuras internacionales en las mejores ligas del mundo para hacerle frente a un Brasil que nos ganara pero ya no nos humilla, y a un Paraguay que nunca nos comprometió en unas Eliminatorias, no es sensato que logre hacerlo ahora. Colombia está en libertad de elegir el arma para domar la expectativa y someter el ego sabiendo que nadie, nadie, gana solo por más figura que parezca. Perder o ganar es, después de todo, cuestión de método.
Opinión
Jenny Gámez
Editora de Futbolred
@JennyGamezA