A pesar de su título, Alegría no es un cuento del todo feliz. Si bien tiene detonantes de humor provenientes de las imágenes costumbristas caribeñas que dibuja con palabras su autora (hay leyendas de carretera e inclusive, porros descritos como “fenomenales”), el relato se centra en los flagelos anidados en la desigualdad social que azota a gran parte de nuestro territorio –violencia, reclutamiento de menores sin oportunidades de estudio y con ansias de dinero y poder– y que, Margarita García Robayo vivió antes de radicarse en Buenos Aires en 2005.
“Quería hablar de la violencia como ecosistema(…) ese ecosistema en el que se forja tempranamente la mirada sobre el mundo. Para mí la violencia en Colombia no fue un período de la historia nacional, como probablemente se estudie en el futuro, fue una condición con la que crecí. Cuando yo nací, la guerra ya llevaba un montón de años”, explica la autora de destacados cuentos como Cosas peores –ganador del Premio Literario Casa de las Américas 2014–, libros de ensayos como Primera persona, compilaciones en inglés como Fish Soup –en 2018 hizo parte del listado Books of the Year del diario The Times– y de las novelas Hasta que pase un huracán, Lo que no aprendí, Educación Sexual (estas tres compiladas en la antología El sonido de las olas) y Tiempo Muerto, cuya traducción de 2020, Holiday Heart, fue premiada con el English PEN Award.
Alegría transporta al lector hacia el caluroso departamento de Bolívar y, de manera especial, al municipio de San Juan Nepomuceno; y lo hace mediante la riqueza descriptiva de Margarita sino, de la mano del color y la fuerza en los detalles de la ilustradora Powerpaola. Sin embargo, esta no es la primera vez que la autora hace las veces de cartógrafa de la idiosincrasia colombiana y latinoamericana.
“Siempre hay menciones no solo a geografías sino a idiosincrasias distintas de Colombia y de Latinoamérica. Hay muchos cachacos, paisas, menciones a Barrancabermeja, a Valledupar… Recuerdo a la madre de un personaje en Educación sexual, que era chilena; recuerdo a una familia de Venezuela (y otra rusa) en un hotel en Miami en el que se desarrolla la novela Tiempo muerto, y que intenta mostrar los bemoles de la inmigración ‘educada’ latinoamericana en ese país. Pero, ciertamente, la mirada sobre la que se describe o se conceptualiza estas otras idiosincrasias, es, sobre todo, una mirada caribeña y colombiana”, añadió la escritora en diálogo con EL TIEMPO.
La escritora colombiana Margarita García Robayo presenta su nuevo cuento, Alegría Foto:Alejandra López
¿Cuál es el carácter autobiográfico de Alegría?
Lo autobiográfico creo que está en todo lo que uno crea. Todo viene de la vida, de la observación, de la memoria. En este caso, es una historia sobre un territorio que me es propio –el Caribe colombiano– sobre unos personajes que podría reconocer, y que toman elementos de un entorno en el que transité buena parte de mi vida. De chica, mi familia frecuentaba una finca que quedaba en el pueblo al que hace referencia el texto, San Juan Nepomuceno. Por supuesto que todo es una reconstrucción con miras a retratar una época, una generación (o varias) que se irradió de una violencia crudísima pero que, paradójicamente, naturalizábamos con gran facilidad.
Si bien hace varios años vive en Buenos Aires, muchos relatos suyos evocan personajes y vivencias en Colombia ¿Por qué?
Porque siempre estoy mirando hacia allá. Por muy lejos que uno se vaya, los ojos terminan volcándose hacia ese lugar (geográfico y afectivo) en el que transitaste los primeros años de tu vida. Es como si uno necesitara revisitar ese territorio para desentrañar algo del mundo. Ese lugar es el de la infancia, esos primeros años en los que se empieza a cocinar la mirada y la subjetividad. Para mí no hay nada más determinante en la construcción de la cosmovisión de una persona, que aquello que miró de chico. No siempre tienes recuerdos tan precisos, son más bien emociones que evocas y que te permiten recrear atmósferas. Todo lo que escribo se anida en ese territorio, de manera más o menos indirecta.
En los relatos que integran El sonido de las olas y en su nuevo cuento ilustrado, Alegría, en hay referencias a la brecha social. ¿Por qué esta recurrencia?
Crecí en una sociedad supremamente desigual, la injusticia es una condición que me es tan propia como el calor. Y aunque me mudé de país, sigo en Latinoamérica que, de maneras distintas, aunque no tanto, replica esta característica en todos sus países.
La escritora colombiana Margarita García Robayo. Foto:Alejandra López
¿Desde el inicio o antes de empezar a escribir Alegría tenía claros los destinos del par de amigas que protagonizan este relato?
Sí, de hecho, eso fue lo que motivó el cuento. Cómo retratar los destinos de dos personas que podrían haber sido similares salvo porque nacieron en lugares distintos dentro de la escala social. Cómo es que el lugar en el que naces te marca la vida casi irrevocablemente, es un rasgo que siempre me inquietó y me interesó explorar en términos narrativos. Es muy difícil hacerlo sin caer en la clásica dicotomía de la rica y la pobre y sus destinos enfrentados. Lo que intenté, además de pensar un argumento en el que algo pudiera modificar esos caminos trazados, fue darles los suficientes dobleces a los personajes como para no caricaturizarlas.
¿Por qué eligió a Powerpaola como dupla creativa?
Porque la admiro desde hace mucho y cuando el editor de Páginas de espuma, Juan Casamayor, me preguntó con quién me gustaría hacer dupla en este proyecto fue el primer nombre que se me vino a la cabeza. Ella leyó una versión preliminar del cuento, nos juntamos a conversar y todas sus ideas me maravillaron. Creo que quedó espectacular.
¿Cómo fue el proceso de escritura de Alegría?
Alegría era un texto que se me había quedado en el tintero. Empezó como un cuento y se alargó demasiado. En general me gusta dejar reposar las cosas para después volver a encararlas con la intención de meterles mucha cuchilla, comprimirlas, salvar lo esencial (…) Ese material reposaba y un día recibí un llamado de Juan Casamayor para preguntarme si tendría algo para esta colección de su editorial, que conocía y me parecía preciosa. Le hablé de este cuento, le mandé la versión que tenía y a él le gustó. A partir de ahí, con sugerencias muy valiosas de su parte, lo trabajé exclusivamente para este proyecto.
¿Qué es ficción y qué, realidad, en torno al documental del que se habla en el cuento?
Cuando se da lo del proceso de paz, empieza a circular muchísimo material audiovisual que mostraba a los excombatientes y exponía sus versiones acerca de la vida que habían elegido. Versiones que no era tan usual ver desplegadas antes. Una vez agarré una entrevista a una ex guerrillera que me pareció brillante, inteligentísima, carismática, elocuente y, pensé, en otra sociedad esta mujer sería presidenta. Esa entrevista inspiró el personaje de Yoli.
Margarita García Robayo. Foto:Alejandra López
¿Por qué las referencias a agrupaciones y artistas musicales específicos como La oreja de Van Gogh o Alejandro Sanz?
Fueron maneras de mostrar que alias Lorena, además de guerrillera, era una mujer joven con consumos y gustos pop, como cualquier chica. Al principio, Ana y Lis van escuchando antes Alejandro Sanz, que no es muy distinto, salvo por la diferencia de época que necesitaba marcar. Quería de alguna manera muy sutil, asimilar sus consumos culturales. Quiero decir, no es que ser guerrillera venga con una serie de marcas de identidad demasiado distintas a las del resto, al menos en este sentido.
¿La mano tatuada de la portada, con el ‘porro fenomenal’ es de Lis?
Ojo que no sabemos de quién es esa mano. De todas formas, la tapa, y todos los dibujos, obedecen a una narración complementaria, que es la que creó Powerpaola. Justamente, lo interesante de esta colección de Páginas de espuma, es que el ilustrador no es un eco o un epígrafe del texto escrito, es un autor que interpreta y recrea su versión de la historia.
¿Qué historia se está tejiendo, estos días, en la mente de Margarita García Robayo?
Estoy con una novela… en esa fase confusa de no saber bien de qué se trata, pero muy decidida a seguir preguntándomelo.
Pilar Bolívar Carreño
Para EL TIEMPO
@lavidaentenis.