Los síntomas comunes que pueden indicar que tiene el hígado graso: ¿cómo prevenirlo?

El hígado se encarga de funciones esenciales en el cuerpo. Diariamente actúa como filtro para eliminar toxinas en la sangre y, aunque es normal tener algo de grasa en las células de este órgano, demasiada puede interferir con su funcionamiento normal y ocasionar serios problemas de salud. Si presenta síntomas como fatiga y molestias en el lado superior derecho del abdomen, es necesario que se examine.

El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, (NIH, por sus siglas en inglés), explica que la enfermedad del hígado graso se ha vuelto cada vez más común, el riesgo es que una gran cantidad de personas no saben que lo padecen, por ello, no solo es importante que se realice análisis periódicos sino que prevenga la enfermedad cuidando su alimentación.

Consumir alcohol en exceso puede provocar hígado graso debido a que este se metaboliza en el hígado y cuando se toma en grandes cantidades se convierte en una toxina.

No obstante es importante señalar que también existe el hígado graso no alcohólico que, básicamente, se desarrolla debido a problemas de obesidad.

Con base en lo anterior, la mejor manera de prevenir el desarrollo de hígado graso es cambiar el estilo de vida y perder peso, lo que, además, también reducirá su riesgo de padecer otros problemas como ataques cardíacos.

Las recomendaciones del NIH incluyen mantener una alimentación equilibrada, evitar subir de peso, realizar ejercicio, limitar su consumo de alcohol y lavar sus frutas y verduras antes de comerlas para reducir su exposición a pesticidas.

La prevención es particularmente importante debido a que, actualmente no hay tratamientos aprobados para la enfermedad del hígado graso.

¿Qué tan común es tener hígado graso en Estados Unidos?

De acuerdo con UC San Diego Health, alrededor de un tercio de los adultos estadounidenses tienen la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

La mayor parte de aquellos que presentan dicha enfermedad tienen obesidad o diabetes tipo 2. De hecho, nueve de cada diez personas con obesidad grave desarrollan hígado graso.

El mayor riesgo es que el hígado graso puede llegar a la cirrosis produciendo fallas en el órgano o cáncer de hígado.