Por primera vez, Colombia adoptará una política exterior feminista. Dicha política busca "promover y garantizar los derechos de las mujeres y personas LGBTIQ+, la igualdad y equidad de oportunidades y la no discriminación debido al género a través de los escenarios de política bilateral, multilateral y de cooperación internacional". El borrador del decreto ya está publicado y se espera que en los próximos días lo firme el canciller Luis Gilberto Murillo.
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La Cancillería pretende fortalecer la promoción de la igualdad de oportunidades de género y la participación política de las mujeres en todas sus diversidades -hoy parece haber un estancamiento en la representación de las mujeres-, así como la protección de sus derechos.
Sin embargo, la implementación de esta política llega en un momento de ruido por funcionarios de la planta externa del Ministerio de Relaciones Exteriores que están en el ojo del huracán por posibles actos de violencia y discriminación. Estos son los casos del embajador ante la FAO, Armando Benedetti, y el suspendido cónsul en México, Andrés Hernández.
En entrevista con EL TIEMPO, la asesora para Asuntos de Género de la Cancillería, Diana Parra, que es además quien está detrás de la construcción de la política exterior feminista, explica cuáles son las bases que rigen dicha política y cómo se usará para fortalecer institucionalmente a la entidad.
¿Cómo podemos explicar lo que es una política exterior feminista?
Lo primero que hay que decir es que es una obligación del Estado promover y garantizar los derechos de las mujeres y por supuesto de las personas en sus diversidades en todo su accionar y esto no es ajeno a la política exterior. Diferentes gobiernos han venido haciendo un esfuerzo importante por incorporar el enfoque de género en las políticas públicas nacionales, pero la política exterior era una de esas políticas que ha estado en deuda con las mujeres y con las personas LGBTI en el sentido de incorporar unas directrices y unos lineamientos claros que le faciliten un poco la vida de a diplomáticos y diplomáticas cuando están en negociaciones en el escenario internacional.
Entonces con la política exterior feminista el propósito fundamental es promover y garantizar los derechos de las mujeres y de las personas LGBTI en los escenarios multilaterales, bilaterales y en la cooperación. Lo que buscamos es que todo nuestro accionar en la política exterior esté promoviendo y garantizando los derechos de las mujeres y de las personas LGBT. Cuando el país tiene una política que incorpora el enfoque de género de forma transversal definitivamente nos paramos en los escenarios como Naciones Unidas o la OCDE a dar precisamente unos lineamientos y a defender los derechos en los que hemos avanzado.
¿Somos el primer país en adoptar esto?
No lo inventamos aquí en Colombia. Viene desde Suecia en el 2014, que fue el primer país en tener una política exterior feminista. Aquí en Latinoamérica el primero que lo adoptó fue México en el 2020, luego en Chile en el 2023 y nosotros en el 2024.
¿Qué le dice a usted que mientras trabaja en esta política siguen apareciendo nuevos escándalos de funcionarios de la planta externa como el suspendido cónsul en México o el embajador Benedetti?
Desafortunadamente van a seguir pasando situaciones. Tener una política exterior feminista no nos blinda contra las violencias o situaciones de desigualdad de género que puedan ocurrir, pero es precisamente esa la razón por la cual que hay que tenerla. Si todo estuviera perfecto, pues tú no la tienes. Se requiere y se necesitan las políticas con acciones afirmativas que se implementen para poder evitar que estas cosas se vuelvan normales. Yo estuve sentada con organizaciones de mujeres colombianas que viven en México y una de las cosas interesantes es la manera como ellas reciben esta política. Hay ánimo de que esto esté ocurriendo porque así tenemos de dónde después exigirle a la administración. Estas situaciones simplemente dan cuenta de la necesidad y de la urgencia de que se implemente esta política exterior feminista. Tener una política exterior feminista pasa por el hecho de ser conscientes que esas situaciones están pasando, pero que tenemos una herramienta que nos permite tomar acciones y decisiones.
Uno de los puntos de esta política es el fortalecimiento institucional. ¿Qué hay que fortalecer en la Cancillería y sus oficinas en el exterior para proteger los derechos de las mujeres?
El Estado colombiano ha venido haciendo un esfuerzo importante por incorporar el enfoque de género en las políticas nacionales y en las entidades nacionales, pero desafortunadamente la Cancillería no era la entidad más promotora del enfoque de género. Se hizo un diagnóstico institucional sobre temas de género y en ese diagnóstico encontramos que, como pasa con muchas entidades y con muchos ministerios de Relaciones Exteriores en el mundo, pues la Cancillería era una entidad absolutamente masculinizada y eso pasa no solamente porque la mayoría de la gente que uno ve son corbatas, sino porque sus lógicas y sus formas responden desafortunadamente a las lógicas machistas. Siendo conscientes de esta situación arrancamos en un proceso de fortalecimiento institucional.
Estamos trabajando en la formulación de una encuesta que vamos a aplicar a funcionarios tanto de planta interna como externa y la idea es que con ese diagnóstico empezamos a generar procesos de capacitación hechos a la medida de la Cancillería. No se trata de ir y dictar cursos de género. Hay que entender que esto es un proceso esto no pasa de la noche a la mañana, entonces lo que vamos a dejar es un proceso de incorporación del enfoque de género a largo plazo. Queremos poder tener nuestra propia política de género institucional y ya estamos trabajando en ella también. Nuestra política feminista que es la gran sombrilla, pero de esa gran sombrilla se desprenden diferentes procesos y estrategias.
¿Los protocolos de la Cancillería para prevenir y atender los casos de acoso y violencia son efectivos y están actualizados?
Las entidades tienen que tener protocolos de atención de violencias, acoso, maltrato o discriminación y la Cancillería los tiene hoy por hoy. Pero conscientes del alcance de los mismos empezamos a hacer un proceso participativo con consulados, embajadas, diplomáticos y con los sindicatos de la Cancillería para actualizarlos y poder tener unos protocolos mucho más robustos que se centren en las víctimas o las personas que están enfrentando algún tipo de situación de violencia o discriminación por razones de género. Ya tenemos esos protocolos y en este momento están en revisión de la Oficina Jurídica. Yo espero para los siguientes 16 días en el marco de la No Violencia contra las Mujeres poderlos sacar y poderlos adoptar vía acto administrativo.
¿Cree que la Cancillería debería apartar del cargo a todo funcionario que se le señale de incurrir en actos de violencia de género? ¿No es nocivo que permanezcan funcionarios señalados?
Todo pasa por unos procedimientos que son muy concretos y que no dependen de las entidades sino de normativas superiores. Yo no tengo mucha competencia directa frente a la sanción. Precisamente la actualización de los protocolos pasa por procedimientos mucho más claros para las víctimas y para los funcionarios que reciben las denuncias.
¿Cómo se espera que esta política impacte en la representación y participación de las mujeres en la diplomacia colombiana que es una de las promesas de este Gobierno?
Tener una política exterior feminista no nos blinda contra las violencias o situaciones de desigualdad de género que puedan ocurrir, pero es precisamente esa la razón por la cual que hay que tenerla
En términos de directivos estamos bastante bien. Más o menos el 70 por ciento de los directivos de la Cancillería son mujeres. Sé que el señor canciller está siendo nombramientos de mujeres en los en los cargos de embajador y en consulados. ¿De qué depende esto también? Hay que entender cómo funciona la carrera diplomática. Pese a que la Cancillería de Colombia es una de las cancillerías con mayor porcentaje de mujeres en la carrera diplomática, todavía es un 60 contra 40. Hay cortes donde tenemos más hombres que mujeres entonces si necesitas enviar vas a tener que disponer de lo que tú tienes. Pero el señor canciller Murillo está completamente comprometido con la política exterior feminista.
¿Por qué se escoge como ejes temáticos la paz total, la educación y la justicia social y ambiental?
Por varias razones. Primero porque responde a las desigualdades de carácter estructural que enfrenta a las mujeres y las personas LGBT. Para nadie es un secreto que la crisis climática y el cambio climático a quienes nos va a afectar es las mujeres y a las personas LGBT y ya lo estamos viendo. La justicia social pasa por la gran injusticia social que se versa sobre las mujeres. La paz total pasa por las guerras en las que las mayores afectadas somos nosotras. La paz total no es una política de un gobierno, es una política de Estado. Y, por último, uno de los motores del desarrollo es la educación.
¿Cómo fue recibido este proyecto en el cuerpo diplomático?
Pasó una cosa muy interesante. Los diplomáticos son supremamente rigurosos y estudiosos. Yo creo que la posibilidad que ellos tienen de estas alternancias en diferentes países del mundo les ha puesto el tema de la igualdad de género como un imperativo no solamente a nivel laboral, sino personal. Cuando empezamos a trabajar el codiseño de la política exterior feminista y nos empezamos a reunir por mesas de trabajo por las diferentes dependencias pasó una cosa muy interesante y es que los diplomáticos nos decían qué bueno que esto esté pasando, sabemos que se necesita.
JUAN PABLO PENAGOS RAMÍREZ
Redacción Política