La industria del fútbol es, como todas, una fábrica para hacer billetes. La Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol), que siempre ha sabido que la pelota rebota para ser una caja registradora o una cuenta bancaria, ya entró en su temporada de Navidad con las finales de la Copa Libertadores, el gran torneo de clubes del continente, y la Copa Sudamericana, el segundo plato de su mesa de gala.
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El próximo 23 de noviembre, en el concierto de las finales, como teloneros, el Racing argentino, de los colombianos Juanfer Quintero y Roger Martínez, jugará contra el Cruzeiro brasileño por levantar la Sudamericana en ‘La Nueva Olla’, en Asunción, Paraguay.
Una semana después, el 30, será la gran final del continente, la de la Libertadores entre los brasileños Atlético Mineiro y Botafogo, en la cancha natural de la Selección de Argentina y el River Plate: el Monumental de Núñez, una final alien en Buenos Aires.
El cambio de la Conmebol para jugar las finales de sus torneos de clubes en sede única
Desde el 2019, la Conmebol decidió jugar sus finales a partido único en sede única, como ocurre en Europa, a pesar de la incredulidad de los fanáticos y de un amplio sector de la prensa especializada de Suramérica. ¿Realmente funciona el formato en Suramérica?
La decisión es económica. En Europa, tierra de vuelos y trayectos cortos, con otras culturas social y futbolera, ser ciudad sede es una vitrina turística que se beneficia en su comercio y hotelería con la llegada de miles de hinchas que llenan los estadios.
Las razones que dio la Conmebol para jugar finales a partido único
La Conmebol, en su momento, justificó el cambio para “potenciar el desarrollo deportivo del fútbol sudamericano mediante mayores recursos, más inversión y mejores estándares en todo nivel”. Incluso, se habló de que con este nuevo formato potenciaría la generación de más ingresos para reinvertir en desarrollo deportivo, de acuerdo a su presidente Alejandro Domínguez.
En Europa el modelo funciona muy bien, pero en Suramérica, hasta ahora, no ha sido funcional. Una limitación evidente ha sido el transporte, sus distancias y sus costos para el área.
Este formato ha alejado a las fanaticadas reales de los equipos finalistas, y en los estadios donde se han levantado los trofeos las tribunas han estado semivacías, a excepción real de la final de la Libertadores del año pasado, cuando en el Maracaná de Río de Janeiro Fluminense fue local del Boca Juniors.
La idea puede ser rentable y entenderse que aún está a prueba. Quizás a un nuevo corto plazo se desarrolle, pero hasta ahora ha limitado la expresión de la pasión de los fanáticos, que hace del fútbol suramericano algo sin igual.
¿Esto realmente le importará a la Conmebol? NO, A la Conmebol le importa que la fábrica de plata y, ojalá, más plata….
Opinión
Lina Hernández S.
Redactora de EL TIEMPO
@LinaHernandez05