León XIV: los orígenes de la Orden Agustina, comunidad religiosa del Papa, y su expansión por todo el mundo

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El 19 de julio de 1574 se colocó la primera piedra del convento e iglesia de los agustinos en Lima, un acto que marcó el inicio de una historia de perseverancia y reconstrucción frente a la adversidad. Sin embargo, la naturaleza no fue benévola con esta obra: tres terremotos devastadores en 1586, 1687 y 1746 obligaron a reedificar el conjunto religioso en tres ocasiones, hasta que la cuarta construcción dio lugar al edificio que hoy conocemos en el jirón Ica, en el Centro de Lima.

Hoy, esta sede cobra mayor importancia, pues el nuevo papa León XIV cumplió un rol importante para los agustinos en Perú durante los más de 20 años que estuvo en ese país. Sin embargo, la comunidad religiosa tiene representación en decenas de países, entre ellos Colombia.

El origen de los agustinos en Perú

La llegada de los agustinos al Perú se enmarcaba en la expansión de la Orden en América. Así, en 1547 el sacerdote Agustín de la Santísima Trinidad fue enviado desde México por orden del emperador Carlos V para preparar la llegada de doce religiosos que fundarían el convento en Lima.

Aunque el padre Agustín falleció antes de ver cumplida su misión, en 1551 arribaron esos doce frailes, quienes inicialmente ocuparon la capilla de Nuestra Señora de Gracia y una casa cercana que transformaron en su primer convento, ubicado en el sitio donde hoy está la iglesia de San Marcelo, en el jirón Rufino Torrico, también en el centro de la ciudad.

León XIV

Fachada de la Iglesia San Agustín en Lima, a comienzos de la década de 1960. Foto:Archivo de El Comercio, Perú / GDA

Durante 22 años, los agustinos habitaron esta primera sede, pero las condiciones insalubres -con acequias, miasmas y mosquitos- los llevaron a trasladarse a un terreno más saludable, donde ocuparon una manzana completa y comenzaron la construcción del convento e iglesia que serían su nuevo hogar.

La antigua capilla pasó a ser la parroquia de San Marcelo y el convento fue vendido a la Universidad de San Marcos, que se mudó a otro convento, mientras las monjas de la Trinidad ocuparon el antiguo inmueble, señalaba Alberto Barreto en su artículo “La orden agustina en el Perú” (El Comercio, 12/02/2003).

La reconstrucción del convento e iglesia fue una tarea ardua y constante. Tras la colocación de la primera piedra en 1574, un terremoto en 1586 destruyó lo avanzado, obligando a la comunidad a refugiarse en las caleras de las afueras de Lima mientras se reconstruía.

Agustin

Iglesia de San Agustín en Lima, década de 1960. Foto:Archivo de El Comercio, Perú / GDA

Cuando parecía que la obra estaba por concluir, otro sismo en 1687 volvió a derribar las estructuras. En torno a 1720, la orden adquirió terrenos frente a la iglesia para crear la plazuela que hoy enmarca la portada del templo. Sin embargo, un tercer terremoto en 1746, que también provocó un maremoto en el Callao, arrasó el convento y causó la muerte de todos los monjes que allí se encontraban. El especialista Barreto afirmaba que la cuarta y definitiva construcción dio origen al conjunto religioso que perdura hasta hoy, con sus claustros y la iglesia que testimonian siglos de historia y fe.

En tiempos de la República, el libertador José de San Martín solicitó a los agustinos la venta de una parte del convento para la creación de la plazuela del Teatro Segura; y luego, la iglesia sufriría daños en su torre durante los enfrentamientos políticos entre pierolistas y partidarios del general Cáceres, que la derribaron a cañonazos en el verano de 1895. El último desastre natural importante fue el terremoto de 1940, que destruyó el cielo raso tallado en madera de la sacristía.

Con todo, el convento grande de San Agustín en Lima sigue siendo hoy la casa madre de la Orden en el país, símbolo de una presencia religiosa que ha perdurado más de cuatro siglos, marcada por la resiliencia ante los embates naturales y humanos, y por su compromiso con la evangelización y la cultura desde tiempos del virreinato peruano.

Leon XIV es el nuevo papa elegido en el Vaticano | El Tiempo

Leon XIV es el nuevo papa elegido en el Vaticano | El Tiempo Foto:

La larga marcha de los agustinos por el mundo

Este 8 de mayo de 2025, no solo se eligió al cardenal Robert Prevost como Papa, con el nombre de León XIV, sino también se consagró una historia de casi ocho siglos de la Orden Agustina. Porque este nuevo Sumo Pontífice es el primer Papa agustino de la historia. De esta forma, el mundo volvió la mirada a una de las órdenes más influyentes -aunque discretas- de la Iglesia católica: la Orden de San Agustín.

Su historia no comenzó con un solo hombre, sino con una intuición colectiva: la de varios grupos de ermitaños italianos, entre los siglos XII y XIII, que buscaban a Dios no en el aislamiento absoluto, sino en la vida compartida. Unidos por la Regla de San Agustín -escrita en el siglo V-, aquellos monjes decidieron vivir bajo un ideal que, a la vez, era desafío: la caridad fraterna, la comunión espiritual y la conversión permanente.

León XIV con su antecesor Francisco durante una ceremonia en Ciudad del Vaticano en 2023.

León XIV con su antecesor Francisco durante una ceremonia en Ciudad del Vaticano en 2023. Foto:Vatican News

Fue el papa Inocencio IV quien, en 1244, vio en ese movimiento una semilla fecunda para la Iglesia. Promovió su unificación y dio origen oficial a la Orden de Ermitaños de San Agustín. Doce años después, Alejandro IV consolidaría esta unión, colocando a los agustinos junto a los franciscanos, dominicos y carmelitas como una de las grandes órdenes mendicantes.

Desde entonces, los agustinos no solo caminaron por los senderos de Europa -Italia, Francia, Alemania, España, los Países Bajos- sino que tomaron parte activa en las transformaciones sociales e intelectuales de su tiempo. Su misión no se limitó al púlpito: fundaron escuelas, escribieron tratados, formaron conciencias. 

Pero su papel se volvió crucial con la expansión del cristianismo hacia el Nuevo Mundo. En 1533, los primeros agustinos desembarcaron en México. Lo que siguió fue una epopeya de evangelización que alcanzó tierras tan diversas como el Perú, Argentina, Chile, Panamá, Cuba y Guatemala.

Papa León XIV en Colombia.

Papa León XIV en Colombia. Foto:RoyBarreras

Dondequiera que llegaban, edificaban no solo templos, sino también escuelas y hospitales. Con ellos, el cristianismo no era solo rito: era también educación, justicia y consuelo.

En Estados Unidos, su presencia se remonta a 1794. Frailes irlandeses, impulsados por el éxodo y la fe, fundaron las primeras comunidades en una joven nación que apenas comenzaba a forjar su identidad religiosa. Durante el siglo XX, su expansión continuó, con nuevas provincias y obras sociales floreciendo a lo largo del continente. 

Más allá de su geografía, la identidad agustiniana siempre ha estado anclada en una palabra: Unitas. La unidad de corazones y mentes. No por imposición, sino por comunión. Su espiritualidad no gira en torno a un fundador carismático, como otras órdenes, sino a una figura adoptada como guía: San Agustín de Hipona. Su legado ha inspirado a santos como Nicolás de Tolentino y Rita de Casia, y a sabios como Fray Luis de León y Gregor Mendel.

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León XIV en Perú. Foto:X: @AlertaMundoNews

En la actualidad, la Orden de San Agustín mantiene presencia en más de 50 países, administrando más de 330 parroquias, 110 colegios y seis universidades. Su labor no ha menguado; su vocación, tampoco. La elección de León XIV no es el punto final de esta historia, sino una página más, tal vez la más simbólica.

Porque si algo ha demostrado esta orden, a lo largo de los siglos, es que la verdadera revolución no siempre está en las multitudes, sino en el silencio compartido, en la búsqueda interior, en esa vida común que -como decía San Agustín- transforma el corazón antes que el mundo. 

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