En una oficina en Nueva York, Shani Lechan les brinda a sus clientas el cabello de sus sueños. En una sala ofrece consultas iniciales, tomando sus medidas y conociendo sus preferencias. Unos meses más tarde, visitarán una segunda habitación, donde ella se asegurará de que todo se ajuste perfectamente.
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Lechan, de 31 años, recibe a clientes que vienen a Shani Wig de todo el mundo: Los Ángeles, Florida, India, Turquía y el vecindario de junto. Algunas son mujeres judías ortodoxas; otros son pacientes de cáncer; al menos una es una supermodelo (Naomi Campbell). Todas vienen por lo mismo: una peluca de cabello humano suntuosa e indetectable. El precio puede oscilar entre 5 mil y 18 mil dólares.
Para el ojo inexperto, las pelucas pueden no parecer tan populares como lo eran en las décadas de 1960 y 1970, cuando las usaban mujeres de la talla de Barbra Streisand, Cher y Diana Ross. Pero hoy muchas pelucas y postizos pasan desapercibidos en las alfombras rojas, galas, películas y portadas de revistas —siempre que sean lo suficientemente buenos.
El objetivo de Lechan es hacer que una creación personalizada sea indistinguible del cabello natural de su cliente. No importa si ese cliente es Campbell, que pidió más de 75 centímetros de cabello largo, liso y negro natural para una sesión fotográfica para la portada de Vogue, o una mujer ortodoxa que se cubre el cabello para cumplir con las costumbres religiosas.
“Conocí las pelucas a muy temprana edad”, dijo Lechan, que nació de padres judíos ortodoxos en París. “Mi mamá usaba pelucas, la gente a mi alrededor usaba pelucas, así que no era nada loco”.
Hace unos 10 años, fue a probarse pelucas con una amiga. No le agradaron. Lechan sabía que con el tiempo se casaría y tendría que usar peluca.
“Pensé, si esto me va a pasar, no quiero lucir así”, dijo.
Mientras estudiaba administración de empresas en la Universidad Reichman en Israel, tomó una clase paralela de confección de pelucas y comenzó a hacer pelucas para sus amigas.
“Miré a mi mejor amiga, que estaba casada en ese momento, y le dije: ‘Voy a hacerte una peluca, tu peluca no es buena’”, dijo. “Luego mi mamá quiso una peluca, y luego su amiga quiso una peluca, y empezó todo esto”.
En el 2016, después de casarse, empezó a ir de puerta en puerta en la comunidad ortodoxa, ofreciendo sus servicios de pelucas. En el 2019 abrió su primera tienda.
“Cuando hago una peluca y la peluca queda hermosa y la cliente está feliz, eso lo es todo”, dijo Lechan. “Es una verdadera transformación y el cabello es muy poderoso”.
Rachel Licht, una judía ortodoxa, comenzó a usar pelucas cuando se casó a los 19 años.
“No es fácil —no te sientes como tú misma”, dijo Licht, que es propietaria de un negocio de banquetes y estaba desesperada por sentirse cómoda. Encontró lo que buscaba en las pelucas de Lechan.
“Esto es otro nivel”, dijo. “Esto es especial”.
Owen Gould, un estilista que trabaja con Kirsten Dunst, Julianne Moore y la modelo Barbara Palvin, ha trabajado repetidamente con Lechan. “Nunca tengo que preocuparme de que se vea como peluca”, dijo.
Lechan quiere acabar con el estigma que sienten muchas mujeres. “Si eres una persona que usa peluca y no tienes más opción que usarla, pero sabes que las celebridades también lo hacen y están orgullosas de ello, es increíble”, dijo. “Te sientes tan hermosa como ellas”.