La vida en primera persona, prólogo de 'De política ni hablar', nuevo libro de Vladdo

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El caricaturista y periodista colombiano Vladimir Flórez, 'Vladdo', recopiló en el libro 'De política ni hablar', una selección de sus columnas donde repasa la realidad y la cotidianidad de la realidad colombiana.

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A continuación el prólogo escrito por Mauricio Reina:

‘Yo soy Vladdo’, se presentó como si nada, con cierto dejo de formalidad que contrastaba con su pelo hasta los hombros y sus gafas de marco colorido. En ese momento yo no sabía si le gustaba llamar la atención o si era una persona muy singular. Ahora, casi treinta años más tarde, todavía no estoy seguro.

En ese entonces yo había empezado a recorrer los terrenos del periodismo, cuando entré a la revista Semana como Asesor Editorial. Mi oficio consistía en escribir sobre economía mientras aprendía de mis nuevos compañeros, curtidos en ese noble oficio de contar y explicar lo que pasa alrededor. Vladdo era uno de ellos. Además de sus caricaturas, su impronta estaba en muchos rincones de la revista: un título ingenioso, una entradilla certera, la elección de la foto correcta y la redacción de la sección de tecnología.

Por supuesto que yo había visto sus caricaturas, pero no lo conocía en persona. Y cuando digo en persona no sólo me refiero a haberlo visto frente a frente, sino a conocer sus múltiples facetas: sus intereses, sus obsesiones, sus opiniones y su manera tan singular de estar en el mundo. Nada de eso lo percibí en ese momento, sino que lo fui descubriendo en esos pedazos de vida que sucedían entre revista y revista: las escapadas a Helena de Lombana a comer torta, a Tango a ver qué nuevo disco nos recomendaba Alvarito Roa, o a New York Deli a comprar el sándwich para la trasnochada de los viernes.

Todo eso sucedía mientras conjugábamos dos verbos: caminar y conversar. Y entre caminatas y conversaciones fue apareciendo el personaje detrás del caricaturista. No sólo era un gran dibujante y tenía muy buen humor, sino que además tenía otros rasgos que lo definían: una memoria envidiable, un criterio afilado, una curiosidad omnívora y una tendencia a contar la vida en primera persona del singular. Varios de esos rasgos están plasmados en este libro que recopila algunas de las columnas publicadas en el periódico El Tiempo entre 2014 y 2024.

¿Qué busca uno en una buena columna? Cada cual tendrá su respuesta, pero a mí me gusta husmear en miradas distintas a la mía. Eso significa que un buen columnista puede ver cosas que no todos pueden ver, recordar detalles que otros olvidan, interpretar significados que para otros pasan inadvertidos. El mundo está ahí, con su vulgaridad y su ordinariez, pero también con sus pequeñas maravillas cotidianas. Uno no necesita que alguien le describa lo que se puede ver a simple vista. Lo que sí nos viene muy bien es tener diestros baquianos que nos ayuden a entrar por los resquicios del lugar común, y nos muestren la materia de la que está hecha la vida buena.

Hay que agradecer que este libro se titule ‘De política ni hablar’. Y no lo digo porque Vladdo no tenga agudas opiniones políticas, formadas a punta de aciertos y también de errores; lo digo porque la materia de la que está hecha la vida buena no abarca la política, ese mal necesario del que tanto hablamos quienes nos dedicamos analizar la actualidad. Yo llevo diez años haciendo análisis político y económico en un noticiero, y la única manera de no morir asfixiado consiste en hacer un esfuerzo deliberado por respirar aire puro con frecuencia.

En esta selección de columnas hay aire fresco, y un conjunto de obsesiones que han madurado con el paso del tiempo: la tecnología y su impacto en nuestras vidas, como por ejemplo, plataformas y redes como twitter y whastapp, de las cuales Vladdo se ha retirado de manera tajante para terminar volviendo con explicaciones confusas; el periodismo y el oficio de los periodistas, visto desde las entrañas del monstruo; el análisis sesudo de lo que pasa en el mundo y que pocas veces vemos por estar ensimismados en nuestro ombligo; la exaltación de personajes del deporte y el arte, con esas lentes tan escasas en nuestro medio que son el respeto y la admiración; y la exploración de vivencias cotidianas, unas simples y otras profundas, como mudarse de apartamento o decidir terminar la carrera universitaria después de los 50 años de edad.

Como en todo, habrá a quienes les guste este libro y a quienes no. Para mí, leer ‘De política ni hablar’ es como seguir conversando después de treinta años de amistad, ni más ni menos.

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