La nueva ‘Banda de los Cuatro’

hace 1 mes 39

La Banda de los Cuatro fue el nombre dado a cuatro altos funcionarios chinos estrechamente relacionados con algunas de las características más radicales de la Revolución Cultural. Perdieron en la lucha por el poder que siguió a la muerte de Mao Zedong, tras la cual fueron detenidos, condenados por diversos delitos y encarcelados.

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Cincuenta años después, ha surgido una nueva Banda de los Cuatro: China, Irán, Corea del Norte y Rusia. Esta agrupación no es una alianza formal comprometida a defenderse mutuamente. Pero sí es un alineamiento impulsado por la antipatía compartida hacia el actual orden mundial liderado por Estados Unidos, y se caracteriza por intercambios mutuos de apoyo militar, económico y político.

Esta Banda de los Cuatro trata de impedir la expansión del liberalismo occidental en sus países, ya que lo consideran (correctamente) una amenaza para su control del poder y para los sistemas políticos autoritarios que encabezan. También se oponen al liderazgo estadounidense en el exterior, incluidas las normas que Estados Unidos y sus socios abrazan, sobre todo la prohibición de adquirir territorio mediante la amenaza o el uso de la fuerza.

Ucrania, un gran ejemplo

El apoyo mutuo de la banda adopta varias formas. En vísperas de la invasión de Ucrania en febrero de 2022, China firmó un acuerdo con Rusia en el que declaraban que su amistad mutua “no tenía límites”, mientras que Rusia expresaba su apoyo a la posición de China frente a Taiwán. Desde entonces, China se ha hecho eco de los argumentos rusos sobre la guerra en Ucrania, culpando a la Otán de esta y amplificando la desinformación rusa.

En el ámbito económico, China se ha opuesto a las sanciones de guerra contra Rusia, es el mayor importador mundial de petróleo iraní y subvenciona desde hace tiempo a Corea del Norte. En el ámbito militar, Irán ha proporcionado misiles y aviones no tripulados a Rusia, Corea del Norte ha suministrado proyectiles de artillería y China parece haber proporcionado tecnologías de doble uso e insumos industriales con aplicaciones militares que Estados Unidos y sus aliados han intentado mantener fuera del alcance de Rusia.

Al parecer, Rusia ha correspondido los favores recibidos ayudando a estos países a mejorar sus programas nucleares, de misiles o submarinos, y compartiendo información sobre los sistemas de armamento occidentales obtenida en su guerra con Ucrania.

Un hombre examina la destrucción en un centro de oficinas alcanzado por un ataque con misiles en Kiev el 2 de septiembre de 2024, en medio de la invasión rusa en Ucrania.

Un hombre examina la destrucción en un centro de oficinas alcanzado por un ataque con misiles en Kiev el 2 de septiembre de 2024, en medio de la invasión rusa en Ucrania.

Foto:AFP

Desafortunadamente, ninguna política única o simple será suficiente para contrarrestar esta alineación. No existe ninguna oportunidad diplomática para explotar las divisiones entre ellos, a diferencia de lo que ocurría a principios de la década de 1970, cuando Estados Unidos aprovechaba las tensiones chino-soviéticas para atraer a China hacia Occidente.

Para complicar aún más las cosas, China es fundamentalmente diferente de los otros tres. Está integrada en la economía mundial y es uno de los principales socios comerciales de muchos países de la órbita de seguridad occidental. Los esfuerzos por aislar a China económicamente o utilizar el comercio y la inversión para influir en su comportamiento en el plano internacional tendrán un impacto limitado.

Además, China es el único de los cuatro países que no pretende derribar el orden internacional existente, sino más bien inclinarlo hacia sus objetivos de política exterior. Irán, Corea del Norte y Rusia están mucho menos integrados en la economía mundial, aunque se tienen el uno al otro como fuente de importaciones y mercados, e Irán y Rusia tienen otros socios comerciales. India sigue siendo un importante comprador de energía y armas rusas. Decenas de países del llamado sur global se han negado a condenar la agresión rusa en Ucrania o a apoyar las sanciones contra Rusia.

Corea del Norte es el más aislado de los cuatro, pero su vulnerabilidad a las sanciones se ve limitada por el interés de China en evitar su colapso, temerosa de la inestabilidad en su frontera y de una Corea unida y vinculada a Occidente. Rusia, dada su dependencia de la artillería norcoreana, también proporcionará probablemente una mayor ayuda al régimen de Kim Jong-un.

China presenta el reto más complicado de los cuatro, debido a sus ambiciones estratégicas y a su voluntad de utilizar su peso económico y su poderío militar para alcanzar sus objetivos.

Para hacer frente a este desafío, Estados Unidos, en coordinación con Corea del Sur, podría estudiar la posibilidad de relajar las sanciones a cambio de que Corea del Norte limite la escala de sus programas nuclear y de misiles. Los estrechos lazos entre EE. UU. y Corea del Sur deberían servir para desalentar la agresión norcoreana.

Rusia, por su parte, no debe imponerse a Ucrania. Para ello es necesario mantener el apoyo militar a Ucrania a largo plazo, al tiempo que se deben ampliar las garantías de seguridad y la adhesión a la Unión Europea, todo lo cual indicaría a Vladimir Putin que se equivoca al pensar que puede imponerle su voluntad a Occidente.

Esto no traería la paz, pero podría sentar las bases para una diplomacia que ponga fin a los combates y preserve la independencia de Ucrania. Defender a Ucrania también demostraría a China que no debe esperar tener las manos libres con Taiwán.

En el caso de Irán, la prioridad a largo plazo debe ser garantizar –mediante la diplomacia o la amenaza o el uso de la fuerza militar– que no desarrolle armas nucleares. Los objetivos inmediatos deben ser frenar el apoyo de Teherán a sus apoderados que causan estragos en todo Oriente Medio (hay que reconocer que es más fácil decirlo que hacerlo) y evitar que la guerra entre Israel y Hamás, y entre Israel y Hezbolá se convierta en un conflicto regional (algo que Irán puede no desear, dados sus problemas internos).

China presenta el reto más complicado de los cuatro, debido a sus ambiciones estratégicas y a su voluntad de utilizar su peso económico y su poderío militar para alcanzar sus objetivos en este campo. Serán necesarios el diálogo, la disuasión y, en ocasiones, la tranquilidad para influir en el comportamiento chino y aprovechar su interés por mantener el acceso a la tecnología y los mercados.

Vladimir Putin y Masud Pezeshkian, presidentes Rusia e Irán.

Vladimir Putin y Masud Pezeshkian, presidentes Rusia e Irán.

Foto:EFE

Va para largo

Estados Unidos y sus socios deben asumir que este nuevo alineamiento persistirá y podría profundizarse. Ello no debe excluir los contactos diplomáticos, que son una herramienta, no un favor. La diplomacia refuerza el mensaje de que el objetivo de Estados Unidos es el cambio de política, no de régimen –aunque solo sea porque el cambio de régimen está fuera de su alcance–, ya que lo contrario podría fomentar aún menos moderación entre la Banda de los Cuatro.

La influencia de Estados Unidos y Occidente también reflejará la fuerza de Estados Unidos y Occidente. Esto implica la necesidad de reparar las bases industriales de defensa en Estados Unidos, Europa y el Indo-Pacífico, y de mejorar e integrar las capacidades militares para tener en cuenta la posibilidad de un conflicto multirregional. Además, Occidente debe crear cadenas de suministro de bienes críticos que no dependan de estos cuatro países ya mencionados.

Estados Unidos también debe modernizar su arsenal nuclear en respuesta a la masiva acumulación nuclear de China (y la incesante de Corea del Norte) y ante la posibilidad de que el nuevo acuerdo Start con Rusia expire en 2026. En casa, Estados Unidos debería reducir su disparada deuda (ahora superior a su PIB) y evitar que sus divisiones políticas interfieran en sus compromisos internacionales.

Pero la principal herramienta para contrarrestar a la Banda de los Cuatro es un contraalineamiento eficaz. Afortunadamente, ya existe en la red de alianzas y asociaciones de Europa y el Indo-Pacífico. El reto para Estados Unidos es proporcionar la presencia y previsibilidad que requieren estas relaciones. Para los socios de Estados Unidos, el reto consiste en contribuir más a la defensa común y coordinar la política para hacer frente a los retos compartidos, incluidos los que plantea la Banda de los Cuatro.

RICHARD HAASS*

© Project Syndicate

NUEVA YORK

(*) Presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores y consejero sénior de Centerview Partners, anteriormente fue director de Planificación Política del Departamento de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, enviado especial del presidente George W. Bush a Irlanda del Norte y coordinador para el Futuro de Afganistán. Es autor de ‘The Bill of Obligations: The Ten Habits of Good Citizens’. Penguin Press, 2023.

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