https://twitter.com/OfficialPDC/status/1101521692738744320sorprendió al mundo en 2008, tras su rutilante aparición en el Campeonato Mundial de Dardos de la PDC (Professional Darts Corporation), en el que, contra todo pronóstico, jugó la final y se convirtió en el jugador más joven en pelear por el título por aquel entonces.
Shepherd fue un fuera de serie y le permitió al campeonato ganar una popularidad inimaginable en Reino Unido. El inglés llegó a la final y perdió 7-2 contra el canadiense John Part. Sin embargo, su irrupción lo catapultó a la fama.
El jugador pensó tocar el cielo con sus manos, pues pasó de ganar poco más de 5 libras esterlinas, la hora, en una fábrica de chapas metálicas, a llevarse un botín de 50 mil libras tras ser subcampeón del mundo.
“Fue una carrera fantástica, una de las mejores semanas de mi vida. Lo que me mantuvo en marcha fue ser el desvalido: estaba surfeando la ola, subí al escenario sin miedo y relajado porque no tenía nada que perder y no quería que terminara”, dijo en una reciente entrevista con The Daily Star.
“Pero pasé de ser un muchacho normal que trabajaba en una fábrica a aparecer en los titulares de las últimas páginas y recibir un gran sueldo. Pasé por una fase loca porque de repente entré en toda esta fama y no sabía cómo lidiar con eso”, agregó.
Shepherd se estrelló con otra realidad, una que nunca había vivido y que lo llevó a una autodestrucción por el consumo de alcohol, los vicios y la falta de apoyo de una persona que lo centrara.
“Había pasado de la nada a una gran final, sin alcanzar los octavos de final ni cuartos de otras competiciones en el camino, y no tenía nada en lo que apoyarme en cuanto a experiencia. En retrospectiva, llegar a esa final en Ally Pally fue demasiado y demasiado pronto. Fue mi primer éxito en un torneo importante y no estaba preparada para ello”, indicó.
El jugador de dardos, que hoy tiene 38 años de edad, se bebió su premio y la pereza no le permitió progresar en un deporte en el que era un fuera de serie. "Pasé de ser un chico normal que trabajaba en una fábrica a titulares en primera página y un gran cheque de premio. Me dejé llevar y me volví un poco loco. Pensé que todo me iba a caer en suerte y que era el comienzo de un nuevo comienzo, un nuevo amanecer brillante, pero dejé de esforzarme. Me volví perezoso", dijo.
Sheperd pasó de ser una gran promesa a una de las mayores decepciones. Intentó seguir con su carrera como jugador, pero una enfermedad acabó con la ilusión y el sueño que vivió de joven. El inglés sufrió una dartitis paralizante, un bloqueo mental que produce espasmos, tensión nerviosa y un bloqueo que impide a los jugadores soltar los dardos con precisión.
"No sé de dónde salió, pero no he agarrado un dardo en unos tres años. Estaba parado allí en el oche un día, fui a lanzar un dardo y mi brazo no avanzaba. Enseguida supe lo que era y traté de seguir jugando, pero fui a un evento y me ganaron 6-0. Volví a casa y le dije a mi esposa: 'Nunca más volveré a lanzar un dardo'”, señaló.
Y agregó: “Me estaba causando estrés y ansiedad, este juego que había estado jugando y de repente me estaba provocando ataques de pánico”.
Kirk, que se desempeña como electricista profesional, permaneció 18 meses en su casa, sin salir para enfrentar su realidad, y entregó su tarjeta del Tour de dardos. Sin embargo, si situación ha mejorado gracias a la ayuda del sindicato de jugadores PDPA. “Puede que haya dejado los dardos, pero los dardos nunca me han abandonado”.
HAROLD YEPES
DEPORTES