La historia comenzó como todas las historias de Cartagena: con el eco de las olas golpeando la orilla y un aire de misterio flotando sobre la bahía.
Tres exploradores, armados con tecnología de vanguardia y la paciencia de un viejo cronista, se adentraron en el fondo marino, frente a Bocagrande, en busca de respuestas.
Lo que hallaron bajo las aguas no era un naufragio común ni un cúmulo de piedras dispersas por el tiempo, sino la silueta dormida de un fuerte que alguna vez desafió al mar y sirvió como protección de la ciudad contra los ataques de piratas y corsarios.
El Fuerte de San Matías, construido hace casi cinco siglos, yacía sepultado bajo seis metros de agua, como un viejo centinela de piedra que nunca abandonó su puesto.
Murallas de Cartagena Foto:John Montaño/ EL TIEMPO
Richard Guzmán Martínez, Diana Quintana Saavedra y Carlos Alberto Andrade Amaya, auspiciandos por la Dirección Marítima (Dimar), lo encontraron cuando el sonar reveló una anomalía en el lecho marino: una estructura con ángulos demasiado perfectos para ser una simple formación natural. No era un naufragio, ni un arrecife artificial. Era algo más.
Al principio, la imagen era confusa, borrosa, como si el tiempo hubiera querido ocultar la verdad detrás de un velo de arena y agua salada. Pero con cada barrido del escáner, con cada análisis de los viejos mapas coloniales y con cada consulta en los archivos de los cronistas de Indias, la historia empezó a tomar forma. San Matías no estaba donde la historia lo había ubicado. No había desaparecido, como se pensó por siglos. Estaba allí, intacto, esperando ser redescubierto.
El guardián sumergido
Tierrabomba en Cartagena Foto:John Montaño / EL TIEMPO
En la Cartagena de los siglos XVI y XVII, la ciudad vivía con el sobresalto de las invasiones. Piratas ingleses y franceses merodeaban la bahía como lobos esperando el momento oportuno para atacar. Por orden del rey Felipe III, se levantaron fortificaciones alrededor de la ciudad: el baluarte de Santo Domingo, el de Santa Catalina y el Castillo Grande. Entre ellos, el Fuerte de San Matías se alzó en 1567 como el primer escudo defensivo de Bocagrande.
Desde su posición en la punta de la bahía, el fuerte vigilaba la entrada a la ciudad como un vigía incansable. Pero Cartagena no solo era vulnerable al asedio humano, sino también a las inclemencias del mar. Los temporales, las marejadas y los huracanes erosionaron poco a poco la estructura de San Matías. Para 1626, la fortificación ya no era un baluarte inexpugnable sino un gigante herido por el tiempo. La Corona Española decidió desmantelarlo, y con el paso de los años, su recuerdo se desvaneció en la memoria de la ciudad.
Pero la historia, como el mar, siempre encuentra la manera de regresar.
El reencuentro con San Matías
Cuando los investigadores encontraron los restos del fuerte, no solo desenterraron un puñado de piedras cubiertas de coral, rescataron del olvido una pieza clave del pasado de Cartagena.
Usando tecnología acústica de multihaz, lograron mapear las ruinas con precisión milimétrica, revelando que la estructura conservaba gran parte de su forma original: un cuadrado perfecto de 82 metros de lado, con muros que aún desafiaban el paso del tiempo.
Patrimonio de la ciudad que el mar ocultó
Los mapas antiguos revelaban que Bocagrande no siempre fue la península que es hoy. En el siglo XVI, era un canal abierto que conectaba la bahía con el mar abierto. Por allí entró Francis Drake en 1586, tomando la ciudad con facilidad. Para evitar futuras invasiones, los españoles decidieron cerrar el canal. Primero lo hicieron con piedras y luego con la Escollera de Bocagrande, una muralla sumergida que selló el acceso definitivamente.
Fue en esta barrera donde los investigadores encontraron las ruinas del fuerte. San Matías había quedado atrapado entre el mar y la historia, oculto bajo el oleaje como un testigo silencioso de siglos de transformaciones.
Carlos Andrade, oceanógrafo del equipo, explicó que la estructura submarina se conservaba mejor de lo esperado. “La erosión ha sido mínima”, afirmó. “Podemos decir que San Matías sigue en pie, aunque ya no vigila barcos piratas, sino peces y corales”.
Un nuevo capítulo en la historia de Cartagena
El descubrimiento del fuerte abre las puertas a nuevas investigaciones. ¿Cuántas más de estas fortificaciones están sumergidas en la bahía? ¿Qué otros secretos esconde el fondo marino de Cartagena?
Las autoridades han comenzado a evaluar cómo proteger este hallazgo y cómo integrarlo en la lista de Patrimonio Cultural Sumergido de Colombia. Pero más allá de los trámites y los estudios científicos, hay algo más valioso en este redescubrimiento: el renacimiento de una historia que parecía perdida.
Porque en Cartagena, donde las murallas cuentan relatos de invasiones y resistencia, donde cada piedra es un testigo del pasado, San Matías emerge una vez más del olvido. No como un montón de ruinas sumergidas, sino como un recordatorio de que la ciudad sigue viva, tanto en la superficie como en el fondo del mar.
Y así, entre corrientes marinas y destellos de sol filtrados por el agua, el viejo fuerte sigue allí, esperando que nuevas generaciones se acerquen a escucharlo.
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documental Voces Silenciadas
Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
Cartagena