En el municipio de Galapa (Atlántico), a unos 10 minutos de Barranquilla, se están formando las jóvenes promesas de la música colombiana con instrumentos reciclables no convencionales.
Conforme a los criterios de
Son los pupilos de la profesora Yolima Pérez Ariza, una formadora del programa Sonidos para la Construcción de Paz, del Ministerio de Cultura, que busca mantener al margen del conflicto a niños y jóvenes, concentrándolos en otras actividades, en este caso la composición musical con ritmos tradicionales de su región.
El espacio va dirigido especialmente a los menores que habitan en comunidades vulnerables, donde los recursos escasean, pero a una edad donde las ideas están germinando.
Y esa es la historia de al menos 123 pequeños matriculados en la Institución Educativa Francisco de Paula Santander, en dicha población del área metropolitana de Barranquilla, ubicada entre la zona rural y el sector urbano.
Hasta allá llegan los niños a pie, otros en bicicleta, o por cualquier otro medio posible, provenientes de veredas y barrios galaperos con complejas situaciones, con el propósito de prosperar.
“Es una zona de barrios con muchas problemáticas, lejanos, y la mayoría de los estudiantes viven en estos barrios. Como docente, siempre he buscado estrategias de formar con instrumentos no convencionales”, explica la ‘profe’.
La estrategia de la profesora Yolima con los niños de Galapa
Agrega que se trata de objetos creados con cualquier material que se pueda reciclar, objetos que se encuentran alrededor para poder aprender y componer notas musicales.
“En el colegio implementé esta estrategia, ya que la institución no cuenta con instrumentos. Entonces una manera de ser recursivos y que los niños exploren nuevas sonoridades y que de paso puedan acercarse a la música es desde esa estrategia. De una necesidad se partió a aplicar esta estrategia”, destaca Yolima Pérez.
Pérez Ariza, quien es licenciada en Música de la Universidad del Atlántico, señala que este espacio ha permitido a los participantes mantenerse concentrados en actividades sanas, y alejados de pandillas, drogas, entre otras problemáticas que podrían ver en su entorno.
“La mayoría viven en barrios subnormales, con un nivel de pobreza y de problemáticas, pero que no ha sido impedimento para que los niños practiquen con la música. La distancia, vivir en veredas, en barrios muy lejanos, pero con la oportunidad de acercarse a la música, de aprender y tener esos espacios, y el programa ha permitido eso”, afirma la licenciada.
Así el proceso de recolección del material
Pero ¿cómo hacen para aprender si no cuentan con los instrumentos musicales apropiados? Recolectan desde tanques, envases plásticos de gaseosa que terminan en las calles y hasta sillas dañadas.
“Esos envases de gaseosa se convierten en guaches o maracas, que son instrumentos de la música tradicional de nosotros. Los chicos con piedrecitas, semillitas, de esos collares que se les dañaron. Todas esas cosas, los niños le han sacado provecho, hay que ser recursivos, cuidar el medio ambiente y también aprender de nuestras músicas. Los tanques y las sillas se convierten en tamboras alegres, en llamadores. Ellos se imaginan que ese es el instrumento y así suena”, reconoce Yolima.
La formadora resalta que los niños están en el proceso de aprendizaje de gaitas construidas en tubos PVC y, cuando ella puede llevar instrumentos reales, los niños comprenden y comparan en cuanto a la sonoridad.
Frecuencia de clases en la semana
Las clases van de martes a sábado y se dividen por grupos, para que asimismo los 123 muchachos cumplan con el resto de las asignaturas en el currículum regular, el cual es programado durante el año escolar.
A las clases musicales con instrumentos reciclables no convencionales asisten los menores de 6 años en adelante hasta los adolescentes. Es decir, participan alumnos de primaria y secundaria.
“Hay que enseñarles el amor por nuestra identidad cultural, por las expresiones musicales que existen en el departamento del Atlántico, en la región Caribe. Todas esas expresiones de nuestro folclor a los niños hay que transmitírselas, es lo que está ahí al oído de ellos. Por eso el enfoque es la música tradicional. Por ejemplo, el ritmo congo acá se ve mucho. Los niños tratan se imitar lo que hacen los tambores. Eso es lo que ellos imitan, aprenden y los van a adaptando a los tanques, los envases y las sillas”, manifiesta la profesora Yolima.
Esta apuesta del gobierno nacional llega hoy a 687 municipios de los 32 departamentos del país, según cifras oficiales. Para ello, se han identificado las regiones del país por zonas.
Departamentos de la región Caribe en la Zona 5 del programa
La zona 5 le corresponde a la región Caribe, donde, después de revisar universidades públicas de este sector de Colombia, finalmente se suscribió un convenio con la Universidad del Atlántico para que esta desarrollara el programa, tras un proceso de selección.
Dicha zona 5 es constituida por cuatro departamentos: Atlántico, Bolívar norte, La Guajira y Magdalena, según explica el director de esta zona, Mariano Candela Torres. Pertenece a la Facultad de Bellas Artes de la Uniatlántico.
“Una vez se hicieron los convenios interadministrativos, el Ministerio tenía priorizados los municipios y dentro de esos municipios las instituciones educativas establecidas. En Atlántico, de los 19 municipios impactados y 41 establecimientos educativos priorizados, se establecieron cuatro nodos”, señala Candela.
El primer nodo es el área metropolitana de Barranquilla, el nodo río, como Santo Tomás, Ponedera, Palmar de Varela, Polonuevo y Baranoa. También el nodo Guájaro, comprendiendo los municipios de la zona media y sur del departamento.
Conformación del nodo Canal del Dique
Y el nodo Canal del Dique Atlántico - Magdalena, donde están Campo de la Cruz y Suan. Del lado del Magdalena, El Piñón, Concordia, Salamina, Cerro de San Antonio y Pedraza.
“Lo cual ha originado un ambiente favorable y esperanzador en cuanto que es una oportunidad de trabajo para egresados, que muchos de ellos no tenían sus futuros definidos. En esos nodos hay unos equipos territoriales, que son los que coordinan la labor con los formadores y hay una meta de 100 niños por cada formador, para enseñar, para conocer la parte de los sonidos y también contribuyendo al desarrollo de la música”, expresa Candela Torres.
Es así como en el departamento se están formando las promesas de la música, como los aprendices de la ‘profe’ Yolima, en Galapa, donde la falta de recursos no es impedimento para desarrollar sus talentos en la interpretación de ritmos tradicionales con instrumentos reciblables no convencionales.
Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO - Barranquilla
En X: @DeJhoLopez
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