La historia de Cynthia Montaño, la cantante afrocolombiana que no busca la fama, sino la trascendencia

hace 5 horas 39

A Cynthia Montaño la sostiene la voz. No solo esa voz potente y clara que ha estremecido escenarios junto a Carlos Vives o en festivales europeos, sino también otra voz: la colectiva, la que se entrelaza con las de mujeres, niños, ancianos y jóvenes del oriente de Cali, una zona marcada por la marginalidad, pero llena de riqueza cultural afro.

Desde que tenía siete años, supo que era artista. No lo dijo con timidez, sino con la certeza que solo una infancia rebelde puede sostener.

Escribía cuentos y poesía, pintaba, danzaba, creaba con lo poco que tenía a su alcance. Su familia, de escasos recursos, no podía costearle una formación artística formal, pero eso nunca fue un obstáculo.

Desde el colegio ingresó a cuanto grupo cultural había: literatura, danza, teatro. A los 12 años, ya dictaba talleres para niños en su barrio.

En ese entonces descubrió que la música podía ser mucho más que expresión personal, era un medio para transformar el entorno.

Todo comenzó en el patio de su casa, en la comuna 14 del oriente de Cali. Siendo aún una niña, ofrecía refuerzos escolares a compañeros más pequeños que ella. También se unió a organizaciones como Visión Mundial, donde se formó como gestora de paz.

En uno de esos talleres usó la música como herramienta pedagógica y descubrió algo revelador: los niños se conectaban más, aprendían mejor, se sentían más libres. Fue en ese momento cuando descubrió el poder transformador del arte.

Desde entonces, ha trabajado sin descanso en procesos de formación artística comunitaria. Ha liderado talleres, festivales, escuelas, redes de mujeres, proyectos de investigación.

El arte que promueve no es de exhibición, sino de transformación. Música, danza, teatro, literatura, oralidad, cada disciplina le ha servido para abrir caminos, sanar heridas y reconstruir tejido social en zonas vulnerables. 

Uno de los proyectos que más la marcó fue la Escuela Comunitaria de Arte LILA, que lideró durante seis años con la Asociación Lila Mujer. Allí, cuarenta niños y niñas del oriente de Cali aprendieron música folclórica, danza y artes plásticas. 

Pero más allá de lo técnico, aprendieron a contar sus historias, a nombrar sus dolores, a imaginar otros futuros. "El arte tiene el poder de construir pensamiento y sanar al mismo tiempo", dice Cynthia.

Actualmente, trabaja desde la Casa Cultural Chontaduro, un espacio histórico en el barrio Llano Verde, donde coordina la Red de Mujeres Negras del Oriente de Cali. 

Cynthia Montaño -Innova Films

La artista insiste en la importancia de seguir resistiendo desde la cultura y los saberes negros.  Foto:Innova Films

Allí, junto a otras lideresas, desarrolla procesos de auto etnografía viva, una metodología donde las mujeres narran sus propias vidas para comprender las estructuras que las oprimen. De esos relatos han surgido obras, performances, publicaciones y, sobre todo, redes de apoyo.

Raíces negras e indígenas, la memoria que habita el cuerpo

Cynthia no solo canta al Pacífico: lo lleva en la sangre. Su madre es del Huila y su padre de Tumaco. De su abuela materna (indígena) heredó el respeto por las plantas, la conexión espiritual con la tierra, la sabiduría silenciosa del pueblo indígena. 

De su abuela paterna (negra), la música, el tejido, el oro, la trenza. Aunque no creció con ella, esa figura ancestral se volvió clave en su identidad. "Solo con el tiempo comprendí lo valioso de su saber, lo que implicaba recoger oro con una batea, tejer con bolsas recicladas, cantar chigualos. Era resistencia pura", dice.

Esa doble herencia, negra e indígena, ha moldeado su cosmovisión. "Nosotras le decimos madre tierra porque sin ella no somos nada. Ese respeto por la naturaleza no es poético, es político. Es una forma de habitar el mundo desde otra lógica". 

Por eso, en sus canciones hay tambor y marimba, pero también hay denuncia, espiritualidad y un grito por la dignidad. 

A pesar del reconocimiento, Cynthia no idealiza su labor. Sabe que ser artista independiente en Colombia es muy difícil. Que el trabajo con comunidades no siempre se financia, que muchas veces toca improvisar, insistir, resistir. 

Ha sido amenazada por su labor social, tuvo que desplazarse dentro de su propia ciudad por razones de seguridad. Pero no ha dejado el trabajo en el oriente de Cali. "Es allí donde más se necesita."

La música, dice, es una de las cosas que la sostiene. Y también lo que la conecta con el mundo. Ha compartido escenario con Carlos Vives, con Herencia de Timbiquí, ha girado por Europa, ha grabado tres discos y está a punto de lanzar el cuarto. 

Cynthia Montaño 2

La artista colaboró con Carlos Vives en la canción 'Déjame quererte'. Foto:Sergio Rodríguez

Su música, sin embargo, no busca la fama sino la trascendencia. "Queremos que nuestras canciones hagan parte del lenguaje cultural colombiano, que sanen, que incomoden, que inviten a pensar".

La experiencia del racismo, una herida abierta

Para Cynthia, negar el racismo en Colombia es una forma de perpetuarlo. No lo dice desde el resentimiento, sino desde la evidencia. 

Ha vivido el racismo en su propia piel, en la infancia, en la calle, en el escenario. "A mí me han ridiculizado por llevar turbante, por tener trenzas, por mi forma de vestir. A mi hijo lo han detenido sin razón, solo por ser negro y llevar el cabello trenzado".

Cuenta con impotencia cómo en las redes sociales la comparan con figuras públicas negras para insultarla, cómo le gritan cosas en la calle, cómo su presencia incomoda. "El racismo estructural nos atraviesa todos los días. Y si eres mujer negra, es doble. Porque también hay violencia de género."

Y para ejemplificarlo, explica con claridad lo que llama "el racismo que se ve". Buenaventura, con uno de los principales puertos del país, sigue sin agua potable; el Chocó, con toda su biodiversidad, sigue sin vías; la población afro es la que más aparece en cifras de pobreza, desempleo, indigencia. "Eso no es coincidencia. Eso es racismo institucionalizado."

Soñar en colectivo, sembrar en comunidad

Cuando se le pregunta por el futuro, Cynthia responde con firmeza asegurando que sueña con proyectos culturales que impacten a todas las comunas de Cali, con una organización propia que articule escuelas de arte, con más niños cantando, danzando, creando. 

Sueña con que la cultura afro no solo se visualice en el Petronio, sino que se reconozca todo el año, que se valore el aporte negro en la construcción del país.

Cynthia Montaño 3

La música de Cynthia se basa en la fusión de ritmos urbanos y folclóricos. Foto:Cortesía de la artista.

"La cultura es lo único que puede sanar este país. Y el arte es nuestra medicina ancestral. Por eso insisto, aunque duela, aunque cueste. Porque también nos sostiene la utopía, esa que nos ayuda a caminar, como decía Galeano".

Cynthia Montaño camina. Canta. Abraza. Enseña. Resiste. Y en cada paso, va sembrando una Colombia distinta, la que ella sueña: más justa, más negra, más viva.

ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ - ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO. 

Leer Todo el Artículo