Que apenas si saludó a Fuad Char cuando le hizo el viaje a Medellín para hipotecarle el Junior de Barranquilla. Que nunca consideró, realmente, volver a su país. Que un jugador de su nivel, por más que esté ya quemando sus últimos cartuchos, difícilmente iba a venir a jugar a Valledupar, a Pasto, a Tunja. Y, en rigor, tenía razón.
Hace cuatro meses, cuando salió de Rayo Vallecano, en la que fue su sexta rescisión de contrato en los últimos cinco años, era poco lo que tenía que pensarle a la oferta de León de México, que le ofrecía más del doble de lo que tenía para darle el equipo ‘tiburón’ y que tenía un joker, un interés supremo al que un jugador de 33 años, venido a menos en su última temporada en la élite europea, podía decir que no: ¡iba a jugar un Mundial de Clubes!
James Rodríguez, junto a Sergio Ramos Foto:AFP
Subir como espuma, bajar como coco
Iba, porque ya no lo hará. La FIFA decidió la obviedad de prohibir la participación del equipo en el primer evento orbital con 32 participantes, a disputarse desde el 14 de junio en Estados Unidos, porque resulta que León y Pachuca, otro de los competidores, pertenecen al mismo dueño y es una suspicacia evidente e innegable, en caso de un cruce de intereses en medio del torneo. Fueron al TAS porque era lo que correspondía, lo que mejor se veía. Pero sabían todos que el castigo era irreversible.
James Rodríguez Foto:EFE
Dirán que arruinan la expectativa de los futbolistas, que se habían ganado en la cancha su cupo, que fueron leales y honestos y les “arrebataron” su derecho y será una declaración más bien ‘tribunera’ que esconde un problema mucho más serio: también ellos hipotecaron el club a un James que ahora es un lujazo, un gasto oneroso que era mucho más de lo que podían permitirse de haber sabido que no jugarían el Mundial.
El 10 cuesta la friolera de 5 millones de dólares por año. Y en esta primera temporada, que pasó de una estruendosa incursión con lujos, 2 goles y 5 asistencias, a una expulsión y el desplome del equipo desde el liderato hasta la sexta casilla de la tabla, las cuentas no dan.
James Rodríguez Foto:@clubleonFC
Un Ferrari en una callecita de Guanajuato
A Monterrey le ajusta porque Sergio Ramos estará en el Mundial y a Chivas porque ‘Chicharito’ Hernández es un ídolo local y casi se paga solo. Pero ¿qué que hará ahora León? Y más que eso, ¿en dónde queda la gran apuesta de James?
Para el 10 queda el objetivo primario, que era volver a jugar con regularidad, lo que le negó Íñigo Pérez en el modesto Rayo. Pero después es difícil pensar que unos cuartos de final de la Liga MX (contra Cruz Azul) e incluso una probable final, compensarán la enorme desilusión de no jugar el torneo por el cual cambió a su país por México.
James Rodríguez Foto:EFE
Hoy sabe que Guanajuato no es más que Medellín o Barranquilla, que, salvo el dinero que le queda en la cuenta, la primera experiencia no será, ni de lejos, lo que soñó, y que de hecho ese afán de jugar tanto puede terminar en un riesgo francamente peligroso.
Ahora que no hay Mundial, para León es urgente exprimir su talento en lo que queda y es esperable que acabe jugando todo y en todas las plazas, justo eso que en el pasado reciente lo puso en la línea roja de las lesiones y puede acabar marginándolo de la Selección Colombia, su gran prioridad. Si somos estrictos, casi que se nota ya el efecto ‘cansancio’ desde noviembre pasado, cuando empezó la mala racha de resultados en las Eliminatorias.
Y así, de aquella apuesta tan ganadora, hoy queda poco. Es la película que vimos en el regreso a Real Madrid tras el portazo al Bayern, la salida de Everton, de Al-Rayyan, de Olympiacos, de Sao Paulo y de Rayo Vallecano, la historia de las malas decisiones, que unas veces tomó él y otras, el destino (o la FIFA). La factura aún no se paga. Ojalá, por su bien y el de su país, no comprometa el Mundial 2026, lo que hará que todo esto, al final, valga la pena.
JENNY GÁMEZ
Editora Futbolred
@jenigameza