A sus 74 años, Clara Obligado es un must de la literatura internacional. Exiliada política de la dictadura militar, salió de su natal Buenos Aires en 1976 y desde ese año vive en España con su marido –un historiador jubilado que sigue siendo profesor emérito– y con quien suma casi 150 años, y su hija, una artista que elabora las portadas de sus libros.
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“Para mí, esta es la mejor época de la vida, pienso que la gente se la pierde por tonterías, se quedan en una enfermedad, por ejemplo (...). La muerte está en nuestro sistema, pero mientras yo no me haya muerto soy eterna; ahora veo cosas que me entusiasman y que no veía antes”, asegura la autora de grandes obras como La hija de Marx (novela que en 1996 recibió el premio Femenino Lumen), El libro de los viajes equivocados (mereció el IX Premio Setenil al mejor libro de cuentos de 2012), Petrarca para viajeros (premio de novela breve Juan March Cencillo, 2015), y pionera de los talleres de escritura creativa en España.
Sus más recientes lanzamientos han sido el libro de ensayos Todo lo que crece (2021) y la antología de cuentos Tres maneras de decir adiós (2024). En el primero, Obligado desmenuza la relación entre la naturaleza y la escritura; en el segundo, con su narrativa híbrida y que es casi tierra de nadie –Clara se da el lujo de escribir frankensteins de novela breve, cuento y ensayo–, relata tres historias femeninas en las que la pérdida, el duelo y el adiós son su columna vertebral.
En Tres maneras de decir adiós hay tres historias, tres mujeres, tres generaciones...
Y tres épocas. Es un libro que solo podía haberlo escrito a mi edad, pues pide mucha perspectiva. El primer cuento habla de una mujer en un pueblo de España, quien ha perdido a su marido (fotógrafo de guerra) y ella se ha ido con su hijo a vivir un duelo en un pueblo español; sería el dolor de la viuda. En el segundo cuento, que se titula Tan lleno el corazón de alegría, es la misma mujer quien se nota que ha superado su duelo anterior y está enamorada de un hombre mayor que ella, pues a ella le gusta más que tenga el culo blando que lo tenga duro, es decir, que tenga otra visión del amor. Es una mujer en una etapa en la que busca otras cosas: un hombre bueno que sea su amigo, que sea muy tranquilo y que la deje tranquila –es lo que todas queremos: que ese hombre con quien compartimos nuestras vidas nos deje en paz–. Y el tercer cuento es la nieta de esta mujer que se va a vivir como las chicas jóvenes, a un lugar del mundo que podría ser Rusia u otro país lejano, y vive una situación distópica; es un cuento que aborda el amor tonto de los 19 años donde ella se enamora del chico malo y le cuesta enamorarse del chico bueno (algo que a todas nos pasa); el cuento habla, precisamente, del amor juvenil.
¿Cuál es el carácter autobiográfico?
Es relativo, porque el primer cuento tiene que ver con los desaparecidos en Argentina; situación que yo sí conozco personalmente, entiendo lo que siente una persona que pierde su entorno. El segundo caso es bastante autobiográfico, pues habla desde la abuela, algo que he sido en los últimos años, y cabe aclarar que en mi generación somos abuelas de otra manera.
¿Bastante optimistas?
No solo optimistas, sino que hemos vivido mucho, a veces mucho más que nuestras hijas, y ahora somos abuelas de otra manera. En discusiones que he tenido con mis hijas y con alumnas (que a veces me caen muy bien), somos una generación que amó de otra manera, que tuvo hijos de otra manera, se separó de otra manera y ahora somos abuelas también de otra manera y de ello hay que hablar; es interesante no porque yo tenga razón, sino que es un tema nuevo.
Precisamente, esta nueva manera de ser abuela se evidencia en el tercer cuento.
Sí, pues allí la nieta lleva las enseñanzas de la abuela, una persona crítica y no del todo encantadora; sin embargo, le inculca algo muy importante a su nieta: la escritura.
También se vislumbra en su dominio de las nuevas redes de información, los entornos virtuales, los metaversos, etc.
Yo soy mayor, pero no soy tonta. No va aparejada la edad con la tontería (en realidad, es al revés). Si yo fuera un hombre, daría por hecho que a mi edad hubiese llegado a la sabiduría, pero, como soy una mujer, se da por hecho que soy tonta. ¡Pero no lo soy, lo siento! Quizá algún día llegue a serlo, pero a esta edad estoy en un momento de la vida intelectual mucho más interesante que antes porque tengo una visión más amplia y negocio más conmigo misma. Soy menos rígida.
¿Con cuál generación se identifican más las lectoras de Tres maneras de decir adiós?
Quizás la más reflexiva sea la de la segunda historia. La mujer mayor que puede pensar y reírse de su vida. Muchas se sienten representadas por la abuela del segundo cuento, así no tengan su edad, porque todas se identifican con la idea de estar con un hombre que las deje tranquilas. Hablando con muchas mujeres al respecto de lo que buscan en un hombre, cuando les digo: ‘que te deje tranquila’, todas dicen: ‘ay sí, que me deje tranquila’. No queremos un amante enloquecido, sino un hombre que nos cuide, sea bueno y nos acompañe. Eso se llama amistad erotizada.
En sus obras suele equiparar la escritura a los procesos botánicos (cultivar el jardín, por ejemplo, en donde el autor mismo poda o edita su obra).
Es algo personal y muy mío. Si el lector es atento, notará que en Tres maneras de decir adiós cada cuento tiene un árbol que es tratado de manera diferente.
Pero esta reaparición de elementos en diferentes historias trasciende un mismo ejemplar; inclusive, es posible hallar elementos de un libro en otro.
Sí, y por ello creo que mis libros deberían leerse juntos: todos están ligados entre sí; si lees Tres maneras de decir adiós y La hija de Marx (mi novela), vas a encontrar elementos de la novela en Tres maneras de decir adiós. Hay un objeto que pasa de uno a otro. Si lees El libro de los viajes equivocados, hay dos personajes que aparecen en Tres maneras de decir adiós.
¿Ha sentido desencanto por alguno de sus libros?
No me desencanto. Me encanto mucho a mí misma, porque ser escritora es muy duro y la crítica está servida fuera de ti; por ello intento apoyarme a mí misma sin ser hipercrítica conmigo. Hago lo mejor de mí e intento hacer un libro perfecto; perfecto para mí.
PILAR BOLÍVAR
PARA EL TIEMPO
@lavidaentenis