Julio Medina: ‘El último gran caballero de la actuación’

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Julio Medina, más que un gran actor, fue quien abrió una puerta para los artistas colombianos que soñaban con verse en Hollywood y demostró que ningún sueño es inalcanzable. Pues, sin saber hablar inglés, se mudó a Estados Unidos, para construir una carrera que lo posicionó como uno de los grandes de la televisión en el país, le permitió trabajar en producciones venezolanas y peruanas, además de participar en más de 50 productos audiovisuales.

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El sábado 23 de noviembre, Medina falleció a sus 91 años en Bogotá, pero su imagen no se borrará fácil de los espectadores, que se entretenían viéndolo en novelas como Las aguas mansas, Amor en custodia y En cuerpo ajeno, en la que tuvo un papel protagónico.

Pero, sobre todo, será recordado como un hombre de gran sensibilidad y generosidad, que siempre tenía una palabra amable y porque “siempre hizo con su vida lo que quiso”, según contó Gustavo Nieto, cineasta y guionista colombiano, a EL TIEMPO.

Medina nació un 16 de enero en Chiquinquirá. Trabajó en sus años de adolescencia en la Radio Nacional haciendo programas para niños, y en Radio Reloj. En 1954 se fue a vivir a Estados Unidos, para estudiar actuación en la escuela Playhouse de Pasadena, California. 

Allí fue rechazado en varios proyectos por hablar únicamente español y tuvo que trabajar realizando labores como podador de jardines y limpiador de piscinas.

Luego se alistó en la Armada de los Estados Unidos por dos años, para aprender inglés. Hasta que, en 1965, comenzó su carrera artística en la pantalla chica del país norteamericano, con una aparición en la serie Gunsmoke y continuó con papeles secundarios. Siempre interpretando al estereotípico latino, de ojos cafés y pelo oscuro, aunque tuviera rasgos caucásicos, por lo que le teñían la cabellera y lo obligaban a usar lentes de contacto de colores.

Participó en la primera entrega de Wonder Woman y en Los Ángeles -California. “Actuó en numerosas películas para televisión al lado de estrellas como el desaparecido actor Telly Savalas Kojac”, según reportó este diario en 1996. “Luego, inclinado por el teatro, recorrió México y Perú. A Colombia regresó después de 25 años de su partida, irrumpiendo con éxito en la televisión nacional. Entre los papeles que encarnó, los más recordados son los de las telenovelas En cuerpo ajeno, Flor de oro y Dulce ave negra”.

Sus últimas apariciones las hizo en Malcriados, película que se estrenó en el 2016, y en la serie Sin senos si hay paraíso (2018). Desde entonces, el boyacense se alejó del mundo del espectáculo para dedicarse a su vejez y a fantasear con colegas sobre nuevas historias por contar en la pantalla chica, pues a sus 85 años, cuando su salud estaba intacta, le confesó a Nieto que quería realizar un nuevo proyecto.

Julio Medina

Julio Medina

Foto:X: @JULIOC_HERRERA

“Se nos ocurrió hacer una película que contara la historia de amor de un hombre mayor, como Julio. Este personaje conoce a una estudiante de 20 años, mientras que es profesor en su universidad. De ahí, la mujer se interesa por el intelecto del hombre y socializan, al punto de volverse cercanos y viajar por Grecia, Machu Picchu, Egipto y otros países, porque el anciano se pone como propósito personal enseñarle el origen del mundo a la jovencita y demostrarle que las personas pueden construir la vida que quieran. 

Así, ella también se termina enamorando de él”, contó Nieto a EL TIEMPO y finalizó diciendo: “Aunque es triste, su muerte me motiva a retomar esta historia”.

En el mundo del entretenimiento nacional quedó una sensación agridulce, por lo que actores colombianos compartieron emotivos mensajes en redes sociales. Entre esos, Julio César Herrera y Johan Velandia. Una de sus compañeras recurrentes frente a cámaras fue la actriz Consuelo Luzardo, quien lo conoció en las grabaciones de Los cuervos, cuando él interpretaba a Asdrúbal Valente. 

Él enamoró a todo el mundo, por su elegancia y la calidez con la que trataba a las personas. Su personalidad era tan encantadora que Frank Ramírez, director colombiano, lo llamaba ‘El último gran caballero de la actuación’, porque parecía de siglos pasados, con decencia, un gran carácter y humor negro”, confesó Luzardo.

María Jimena Delgado Díaz

Periodista de Cultura

@mariajimena_delgadod

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