James ausente. El mejor jugador de la Copa América no cuenta para el entrenador de un equipo menor como Rayo Vallecano. Estallan las redes sociales de insultos al ilustre desconocido Íñigo Pérez.
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La rutilante contratación de la temporada se harta y se va y el tamaño de la enorme expectativa palidece frente a la amargura de una gigantesca decepción.
¿Por qué James Rodríguez no aparece en Rayo?
Y así, el spoiler de una historia que no tendrán muy clara en España pero que en Colombia estamos viendo con diáfana claridad hace cuatro años.
La pregunta es: ¿por qué queremos sufrir por Rayo, por Sao Paulo, Al-Rayyan… el empleador de turno del capitán de Colombia? ¿Realmente es tan inconveniente que desprecien su talento? ¿Qué tal si, después de todo, nos están haciendo un favor?
El punto central de la polémica no es el pobre Íñigo y su obligación contractual de pelear, en estricto orden, la permanencia de su Rayo y luego cualquier otra pequeña victoria moral, como corresponde a todo equipo chico en una liga grande.
El asunto grueso es la deuda que no terminan de cobrarle a quien fuera goleador de un Mundial, el colombiano con el más brillante palmarés del que se tendrá noticia por muchos años, el responsable de devolver a Colombia a la primera plana de Suramérica con la final de una Copa América después de 23 años o el honroso segundo lugar de la tabla de las Eliminatorias por encima de Uruguay y Brasil. Pasa el tiempo y no hay perdón ni olvido para quien regalara tanta felicidad.
James, siempre disponible en Colombia
El reconocimiento por su terquedad de mantenerse en la élite mundial -a veces contra su propio cuerpo- es la exigencia de sus propios compatriotas de verlo siempre titular, correteando rivales de banda a banda como si fuera un muchachito, haciendo goles y asistencias que no cambiarán la apabullante realidad de haber llegado a un equipo que no ganará nada, ni disputará nada, ni será mejor con él de lo que ya es sin él.
Por eso, en vez de fustigarlo habría que valorar que el joven timonel del Rayo mantenga sano y habilitado para las fechas FIFA al único incuestionable de la Selección Colombia. Ya es más que lo hicieron los Zubeldía, Carpini, Córdova y otros maltratados y olvidados entrenadores del 10.
Podemos entenderlo de una vez o sufrir en vano: James ya hizo lo que quería y lo que necesitaba en los clubes y acaba de salirse con la suya volviendo a La Liga, viviendo en su amada Madrid, exigiéndose solo cuando y como quiere en un equipo que Lorenzo armó a su medida y haciendo que el mundo del fútbol, que antes lo marginó, haya tenido que volver a rendirse a su zurda.
¡Ya ganó! Gracias, Íñigo, por entender.
Jenny Gámez A.
Editora de Fútbolred
Para EL TIEMPO
@jennygameza