GRAN NOIDA, India — Melissa & Doug tenían una situación. Durante décadas, la marca de juguetes estadounidense se había apoyado en gran medida en fábricas en China para fabricar sus productos —rompecabezas de madera, animales de peluche, tapetes de juego. De repente, eso parecía arriesgado.
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Era febrero del 2021 y el mundo estaba asediado por una pandemia. Los confinamientos afectaron las fábricas chinas. Las hostilidades comerciales entre Washington y Beijing estaban socavando los beneficios de depender de plantas en China.
Melissa & Doug estaba ansiosa por trasladar parte de la producción a otros países. Lo que explicó la llegada de su director de cadena de suministro a una fábrica en Gran Noida, una ciudad de rápido crecimiento al sureste de Nueva Delhi, la capital india.
La fábrica era propiedad de una empresa familiar llamada Sunlord. El ejecutivo de Melissa & Doug se sorprendió al ver que la planta podía fabricar juguetes de madera de alta calidad, a precios comparables a los de China. A finales del año pasado, Sunlord completó su primer lote de productos para Melissa & Doug, un pedido modesto de unos 10 mil artículos, y ahora está produciendo 25 mil por mes.
“India tiene muchas vibras positivas ahorita”, dijo Amitabh Kharbanda, director de Sunlord.
India muestra señales de emerger como un lugar importante para fabricar productos. Marcas que durante décadas han dependido de fábricas chinas se están expandiendo a India en su intento por limitar las vulnerabilidades de concentrar la producción en un solo país.
El cambio a India podría hacer más resiliente a la cadena de suministro global.
Aunque India tiene aproximadamente mil millones de personas en edad de trabajar, el País tiene sólo 430 millones de empleos, reporta el Centro para el Monitoreo de la Economía India, una institución de investigación independiente en Mumbai. Y la mayoría de los contados como empleados viven una existencia precaria como jornaleros y peones agrícolas. El aumento en las exportaciones podría ser una fuente de empleos nuevos, especialmente para las mujeres, que en gran medida han sido excluidas de las filas laborales formales.
En sus casi 80 años como nación independiente, el País ha estado típicamente gobernado por una burocracia embrutecedora, un ardor por la autosuficiencia y un desdén por el comercio internacional.
El Primer Ministro Narendra Modi ha alterado esa percepción, ganando el aplauso de los líderes empresariales por simplificar las regulaciones. Pero la manufactura representa sólo el 13 por ciento de la economía de India, una proporción menor que hace una década, cuando Modi asumió el cargo.
Las marcas estadounidenses “ven la fuerza que India aporta”, dijo Kailesh Shah, director administrativo de All Time Plastics, que opera una fábrica de utensilios de cocina al norte de Mumbai. Pero las empresas estadounidenses dependen tanto de la industria china que incluso un cambio modesto podría tener grandes consecuencias. “Incluso eliminar el 5 por ciento de esos programas inundaría las fábricas en India”, dijo Shah. La esperanza es que una afluencia de marcas extienda la riqueza de la manufactura más allá del sur, donde han proliferado las plantas automotrices y los negocios de tecnología.
Al centro de esa visión está Uttar Pradesh, el Estado más poblado de India y que durante mucho tiempo ha sido sinónimo de pobreza rural. Minoristas de Norteamérica y Europa están explorando posibles sitios de fábrica.
Shree Krishna, una fábrica de propiedad familiar en Moradabad, lleva 20 años fabricando productos para el hogar para Walmart. Pero recientemente ha visto un aumento en el interés por parte del minorista. La familia Jain prevé multiplicar su negocio por 10 o incluso 20 en cinco años.
“Walmart no quiere poner todos sus huevos en la canasta de China”, dijo Samish Jain, quien supervisa la mercadotecnia de Shree Krishna. “Ven a la India como el único país que puede manejar la escala de lo que hacen en China”.