El Gobierno Nacional, a través del Fondo Adaptación y el Fondo Nacional de Vivienda (Fonvivienda), ha dado inicio al ambicioso proyecto “ICHITKI”, una estrategia de vivienda rural orientada a garantizar condiciones de vida dignas a las comunidades Wayuu de la Alta Guajira, que siguen esperando atención tras los graves impactos de la ola invernal de 2010 y 2011.
Con una inversión total de $23.400 millones, esta iniciativa contempla la construcción de 200 viviendas rurales distribuidas en diversas rancherías del extremo norte de Colombia, beneficiando a más de mil personas, muchas de las cuales han permanecido durante más de una década en condiciones de vulnerabilidad, sin acceso a vivienda adecuada.
Modelo de autoconstrucción híbrida con identidad cultural
“ICHITKI” para construir 200 viviendas rurales en la Alta Guajira. Foto:Fondo Adaptación
El proyecto se desarrolla bajo un innovador modelo de autoconstrucción híbrida, que no solo permite la participación activa de las comunidades en el proceso de edificación, sino que también recupera elementos de la arquitectura tradicional Wayuu, como el uso del barro para los muros y técnicas propias de la cosmovisión y saberes locales. Estos conocimientos se combinan con estándares técnicos actuales, asegurando calidad estructural y adaptación al entorno.
ICHITKI no es solo un proyecto de vivienda, es una apuesta por la dignidad, la cultura y la autonomía de las comunidades Wayuu. Aquí construimos futuro con ellos, no para ellos
Julio BáezSubgerente de proyectos del Fondo Adaptación
El término “ICHITKI”, que en lengua Wayuunaiki evoca el concepto de “casa” o “refugio”, resume el espíritu de esta política pública que reconoce la identidad cultural como eje central del desarrollo.
Primera fase: visita técnica y viabilización de hogares
Durante el mes de abril, un equipo técnico del proyecto realizó una primera visita a terreno, recorriendo varias rancherías en el departamento de La Guajira. En esta fase se viabilizaron 48 hogares en comunidades como Cardón, Carrizal, Jojocito y Camino Verde, que serán los primeros en iniciar el proceso constructivo.
La segunda etapa está programada para junio de 2025 y abarcará un área de más de 3.000 kilómetros cuadrados, con el objetivo de culminar la identificación y postulación de las 152 familias restantes. Esta etapa requerirá un despliegue logístico significativo, dadas las condiciones geográficas y climáticas de la región, pero cuenta con el acompañamiento de las autoridades locales y organizaciones indígenas.
Viviendas adaptadas al entorno y construidas en terrenos colectivos
Uno de los componentes más relevantes del proyecto es su enfoque bioclimático y ambientalmente responsable. Las viviendas serán construidas en terrenos colectivos reconocidos por las comunidades, respetando la estructura territorial y social del pueblo Wayuu. Además, se emplearán materiales locales, lo que no solo facilita la logística de construcción, sino que reduce el impacto ambiental y mejora la adaptabilidad de las viviendas al clima desértico de la región.
Los diseños arquitectónicos incluyen medidas pasivas de confort térmico, ventilación cruzada, protección contra vientos fuertes y optimización del uso de recursos naturales, como el agua y la luz solar.
Ejecución con vigilancia técnica y social
“ICHITKI” para construir 200 viviendas rurales en la Alta Guajira. Foto:Fondo Adaptación
El proyecto tiene un plazo de ejecución de 36 meses y actualmente se encuentra en fase de planeación técnica y social, de acuerdo con el cronograma establecido. En esta etapa se están desarrollando procesos de concertación con líderes Wayuu, levantamiento topográfico, caracterización familiar y validación de criterios de priorización.
La interventoría estará a cargo de Fonvivienda, entidad que se encargará de hacer seguimiento técnico, financiero y social del proyecto, garantizando la adecuada ejecución de los recursos y el cumplimiento de los estándares exigidos por la normatividad nacional.
Con “ICHITKI”, el Gobierno Nacional busca no solo resolver una deuda histórica con comunidades desplazadas o afectadas por desastres pasados, sino también sentar un precedente de intervención intercultural, sostenible y participativa, en una de las zonas más apartadas y olvidadas del país.