“Si se quedan, van a morir”. Esa fue la advertencia clara y tajante de las autoridades antes de la llegada de huracán Milton. Nadie quería imaginar lo peor, pero para muchos, no fue una opción quedarse. La familia García, por ejemplo, con dos hijos pequeños, no lo pensó dos veces. Liliana, una madre manizaleña, recuerda el momento en que se dieron cuenta de la gravedad de la situación. “Empacamos lo más rápido que pudimos y nos fuimos al centro de evacuación”, comenta. “Sabíamos que no podíamos arriesgarnos a quedarnos. Fue aterrador”. Afortunadamente cuando volvieron el jueves, su casa aún estaba de pie.
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Milton, una tormenta que muchos floridianos nunca olvidarán, deja hasta el momento una docena de muertos y un rastro de destrucción estimado entre 30.000 y 50.000 millones de dólares en pérdidas aseguradas, según Fitch Ratings. Este fenómeno lo convierte en uno de los huracanes más costosos que ha azotado Florida en años recientes, comparable con el devastador huracán Ian en 2022. Pero, aunque las cifras económicas son alarmantes, para muchos residentes, las pérdidas emocionales y personales son aún más profundas.
Sabíamos que no podíamos arriesgarnos a quedarnos. Fue aterrador
Este huracán, que tocó tierra en Siesta Key el miércoles en la noche, como una tormenta de categoría 3, trajo consigo una destrucción masiva, pero lo que lo hizo particularmente peligroso fueron los tornados que se formaron a su paso. En el condado de St. Lucie, más de 100 casas fueron arrasadas. “No estamos hablando de solo tejas sueltas o ventanas rotas”, dijo Keith Pearson, el sheriff del condado. “Estamos hablando de casas completamente destruidas”.
“Fue como un accidente de tren”. Eso fue lo que oyeron los residentes de St. Petersburg cuando una grúa colapsó desde lo alto de un edificio, cayendo sobre la calle y destrozando todo a su paso. Los escombros se esparcieron por la zona, bloqueando las carreteras y destruyendo carros estacionados. Mientras tanto, en Fort Myers, otro tornado arrancó techos y cercas en las inmediaciones del Aeropuerto Page Field.
A medida que las tormentas y tornados se desplazaban por Florida, más de 3.2 millones de personas se quedaron sin electricidad. “Estábamos a oscuras, sin saber cuándo volvería la luz”, comentó Carlos Méndez, un residente de Tampa. Aunque 700.000 hogares ya han recuperado el suministro eléctrico, el gobernador Ron DeSantis advierte que el proceso será largo y complicado.
Escasez de combustible en Florida por la tormenta
Pero no solo la electricidad fue un problema. La escasez de combustible agravó la situación. En algunas zonas, más de una cuarta parte de las estaciones de servicio quedaron sin gasolina, con largas colas de residentes esperando por horas. Las autoridades, conscientes de la desesperación de muchos, desplegaron patrullas para escoltar los camiones cisterna hacia las áreas más afectadas, buscando garantizar que el suministro llegara a quienes más lo necesitaban.
Las aguas habían inundado los primeros pisos de los edificios. Era como estar en un río
El agua también se convirtió en un lujo. En St. Petersburg, un aviso de hervir agua se emitió luego de que las tuberías principales se rompieran bajo la presión de la tormenta. “Es increíble pensar que en pleno siglo XXI no podíamos ni beber agua del grifo sin temor a enfermarnos”, declaró a CNN Marta Rodríguez, quien vive en una de las zonas afectadas. Las familias tuvieron que recurrir a hervir el agua o utilizar agua embotellada mientras las autoridades trabajaban para reparar las tuberías.
En el condado de Hillsborough, los equipos de rescate utilizaron vehículos anfibios para evacuar a más de 135 personas mayores y discapacitadas atrapadas en una residencia de ancianos y un hotel. “Fue un caos”, dijo Chad Chronister, el sheriff del condado. “Las aguas habían inundado los primeros pisos de los edificios. Era como estar en un río”.
En el condado de Pinellas, las lluvias alcanzaron los 43 centímetros, inundando carreteras y causando más destrozos. El Tropicana Field (estadio de béisbol) en Tampa, que debía ser utilizado como refugio para los primeros respondedores, sufrió el colapso de su techo, dejando inutilizable una de las instalaciones más importantes de la ciudad.
El sur de la Florida también se afectó por el huracán Milton
Aunque el sur de Florida no fue tan duramente golpeado como otras zonas, la economía de servicios del área ha sufrido grandes pérdidas debido a la cancelación masiva de reservas en hoteles y restaurantes. “Es un golpe durísimo para nosotros”, declaró a la radio Juan Velasco, propietario de un pequeño restaurante en Miami Beach. “No sabemos cómo nos vamos a recuperar de esto”.
Algunos expertos estiman que el proceso de recuperación podría verse obstaculizado por la falta de mano de obra y materiales, lo que podría aumentar los costos en un 20 por ciento o más.
Fema (la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) ha estado trabajando a contrarreloj para ayudar a los afectados. Según la administradora Deanne Criswell, los residentes que fueron afectados tanto por Helene como por Milton deben solicitar asistencia por separado para cada tormenta. “Es un proceso complicado”, admitió Criswell, quien agregó que “estamos aquí para ayudar a todos los que lo necesiten”.
El impacto financiero de Milton también podría poner en jaque al ya frágil mercado de seguros de Florida. Las aseguradoras locales, muchas de las cuales ya enfrentaban dificultades tras desastres anteriores, ahora deben lidiar con las pérdidas masivas, lo que conllevará seguramente a que se disparen las pólizas para todos los residentes del estado que sean dueños de casas. Algunos expertos estiman que el proceso de recuperación podría verse obstaculizado por la falta de mano de obra y materiales, lo que podría aumentar los costos en un 20 por ciento o más.
La 'tormenta' política que se desató en Estados Unidos.
La respuesta al huracán Milton ha desencadenado una tormenta política a menos de un mes de las elecciones presidenciales. La vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris acusó a las autoridades de la Florida, en cabeza del gobernador republicano De Santis, de “jugar a la política” durante la crisis, al señalar que sus intentos de discutir sobre los esfuerzos de recuperación no fueron atendidos, mientras que el gobernador ha declarado que “esto no es un juego político, estamos aquí para salvar vidas y reconstruir”.
Lo cierto es que para muchos la Florida es un paraíso y el precio de vivir en él es alto, no solo por el costo de vida, sino por los continuos huracanes y tormentas tropicales, que con cada vez más frecuencia golpean sus costas y atraviesan el estado, poniendo constantemente a prueba la resiliencia de sus habitantes.
ANA MARÍA JARAMILLO
PARA EL TIEMPO
MIAMI