Uno a uno, los soldados griegos, con el estómago lleno tras un desayuno de vino tinto y pan seco, se colocaron una voluminosa armadura tipo insecto mientras se preparaban para la batalla.
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Apuntaban sus lanzas a objetivos de madera y su carro estaba conectado a un motor de caminadora, pero durante 11 horas, estos soldados de élite de las Fuerzas Armadas Helénicas fingieron pelear como si se tratara del siglo 15 a.C.
Habían sido reclutados para un estudio para determinar si la panoplia de Dendra, una armadura de hace 3 mil 500 años considerada una de las más antiguas conocidas de la Edad del Bronce en Europa, podría haberse usado en batalla. O si fue sólo ceremonial, como han argumentado algunos expertos.
Los soldados llevaban una réplica de la protección y los científicos rastrearon sus niveles de glucosa en sangre, frecuencia cardíaca y otras medidas fisiológicas, hallando que los cuerpos de los hombres podían soportar el uso de la armadura, de acuerdo con un estudio publicado en la revista PLOS One en mayo.
Andreas Flouris, autor principal del estudio y director del laboratorio FAME de la Universidad de Tesalia, en Volos, Grecia, donde tuvieron lugar las batallas, dijo que el combate simulado, así como otros componentes de la investigación, mostraron que la armadura habría sido “una pieza muy avanzada de tecnología militar” en ese entonces.
“Si llevas un trozo de madera o una piedra o tal vez algo con un poco de bronce en el frente, como una lanza, alguien que viste esta armadura parece un robot gigante frente a ti”, dijo Flouris, profesor de fisiología en la universidad.
De acuerdo con la investigación, no hay relatos históricos de cómo se utilizó la armadura de Dendra, por lo que el día de combate de los soldados se basó en un análisis de “La Ilíada”, la crónica de Homero de la Guerra de Troya.
Los autores del artículo reconocieron que “La Ilíada” no proporciona un relato preciso de las guerras de finales de la Edad del Bronce, que tuvieron lugar unos 500 años antes de que Homero escribiera el poema épico, pero dijeron que era “un punto de partida racional” para la investigación.
En el estudio de combate, los soldados lucharon a pie y a carro, usando réplicas de armas, incluyendo una lanza con bordes romos y una punta, y pasaron mucho tiempo caminando y montando en carro. También siguieron un plan de alimentación creado por los investigadores, que incluía un desayuno compuesto principalmente de pan seco, queso de cabra, aceitunas verdes y vino tinto.
No podían usar la armadura de Dendra, que data de alrededor del 1450 a.C. En su lugar, los soldados vistieron una réplica con una aleación hecha principalmente de cobre, lo más parecido al bronce original que estaba disponible, reportó el estudio.
Los 13 voluntarios no remunerados recibieron dos días de entrenamiento antes del día del combate, que comenzó con un despertar a las 5:30 a.m. Sus datos fisiológicos fueron monitoreados durante todo el día y el estudio encontró que habían podido luchar con la armadura, que pesa 23.3 kilos.
El ejercicio cobró factura: los soldados mostraron un alto nivel de fatiga, dolor en la parte superior del cuerpo por el peso del metal y dolor en los pies al caminar, correr, montar a carro y luchar descalzos, informó el estudio.