La búsqueda de la eterna juventud cada día llama más la atención, ya que varios científicos y expertos en salud la han perseguido durante siglos, pero hasta el momento no han encontrado la cura.
Si bien es cierto que factores como la genética, la alimentación y el estilo de vida juegan un papel fundamental, parece que hay otro aspecto de gran importancia.
Una investigación reciente ha revelado que el secreto de la longevidad podría estar relacionado con los abuelos maternos.
El estudio fue realizado por el Instituto Alemán de Economía Laboral (IZA), y los investigadores encontraron que hay una relación directa entre la esperanza de vida y las condiciones de los abuelos paternos.
Este análisis, titulado ‘La economía, el fantasma en tu gen y la huida de la mortalidad prematura’, explicó no solo la importancia de la alimentación, sino también la estabilidad nutricional que experimentaron los antepasados y cómo esta puede dejar una huella duradera en la salud y la longevidad.
Esta investigación se basó en registros históricos de Suecia, un país donde se han encontrado documentos sobre las cosechas y los niveles de mortalidad desde el siglo XIX.
Los científicos encargados fueron Dora L. Costa y Lars Olov Bygren, quienes analizaron cómo las fluctuaciones en la producción agrícola entre los años 1830 y 1909 han afectado la longevidad de las generaciones siguientes.
Estos fueron los resultados que encontraron
Uno de los resultados que más llamó la atención de los investigadores fue que los nietos de aquellos abuelos que experimentaron alguna variación extrema en la producción durante su niñez, especialmente entre los 9 y 12 años, tenían una esperanza de vida menor.
Otro hallazgo que llamó la atención y que no se esperaba fue la diferencia entre hombres y mujeres, ya que no eran iguales. Mientras que la esperanza de vida en ellos estuvo influenciada por las crisis alimentarias que vivieron sus abuelos paternos, en ellas no encontraron ninguna evidencia científica.
Los científicos atribuyeron este fenómeno a la epigenética, un campo de estudio que analiza los factores ambientales que pueden modificar los genes sin necesidad de alterar el ADN.
Según la teoría dada por los expertos, cuando una persona experimenta hambrunas o una mala alimentación en una etapa crítica de su desarrollo, el organismo suele activar ciertos mecanismos de supervivencia, y estas marcas epigenéticas pueden heredarse a generaciones siguientes, afectando el metabolismo y la esperanza de vida.
“Este hallazgo cambia nuestra forma de pensar sobre la salud y la longevidad, mostrando que las decisiones y los contextos de nuestros ancestros pueden tener efectos de largo alcance en nuestras vidas”, explicó Dora L. Costa.
Aunque el pasado no se puede cambiar, el estudio planteó una pregunta importante: ¿cómo podemos asegurarnos de que las futuras generaciones tengan una mejor calidad de vida y vivan más tiempo? A lo que los científicos señalaron que, así como la alimentación del pasado influyó en la esperanza de vida actual, el cambio climático también podría afectar a las generaciones futuras.
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WENDYS PITRE ARIZA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
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