La salud de las mujeres experimenta notables transformaciones después de los 40 años, una etapa caracterizada por cambios hormonales y metabólicos profundos.
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Este período marca el inicio de la perimenopausia y la menopausia, etapas naturales en el envejecimiento, que demandan especial atención ante ciertos síntomas que podrían ser indicadores de problemas de salud graves.
De acuerdo con Fortune Well, a menudo los cambios sutiles en el bienestar físico y emocional pueden pasar desapercibidos o subestimarse. Sin embargo, mantenerse alerta y fomentar una cultura de autocuidado puede prevenir el desarrollo de enfermedades serias, tanto en el ámbito personal como en el laboral.
La perimenopausia y la menopausia: una etapa de vigilancia
En la perimenopausia, el descenso en los niveles de estrógeno y progesterona desencadena alteraciones que afectan el sistema cardiovascular. Estas hormonas no solo son vitales para la función reproductiva, sino que también ejercen un rol protector para el corazón.
La reducción de estrógeno, por ejemplo, incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas al influir en factores como el colesterol, la presión arterial y el peso. Estos cambios, que pueden confundirse con dolencias menores, requieren atención médica para una detección temprana y prevención.
Estos son los síntomas que no deben ser ignorados:
1. Fatiga inusual
Aunque el cansancio es común, una fatiga extrema y persistente podría ser señal de una afección más grave. Este tipo de agotamiento, que no mejora con el descanso, se ha relacionado con problemas cardíacos.
Estudios indican que muchas mujeres presentan un cansancio extremo en las semanas previas a un ataque cardíaco. La doctora Stacey Rosen de Fortune Well recomienda a las mujeres buscar ayuda médica si experimentan un agotamiento que no desaparece tras descansar.
2. Sofocos intensos y frecuentes
Los sofocos son habituales en la menopausia, pero los que ocurren con gran intensidad y frecuencia pueden indicar riesgos adicionales.
Investigaciones han vinculado estos episodios severos y sudores nocturnos con un mayor riesgo de problemas cardíacos y hepáticos. Cuando los sofocos interrumpen el sueño o afectan la rutina diaria, conviene consultar a un especialista.
3. Depresión:
La salud emocional también influye en la salud física, y la depresión representa un riesgo para el corazón. Esta condición se manifiesta con cambios de humor, llanto frecuente y pensamientos negativos.
Según los expertos, el tratamiento para la depresión puede incluir terapias psicológicas y, en algunos casos, medicamentos que se ajustan a la fase de la menopausia.
4. Dificultad para respirar
La falta de aire puede ser señal de un problema cardíaco subyacente en mujeres mayores de 40 años. A diferencia de lo que muestran en las películas, los ataques cardíacos en mujeres suelen ser menos evidentes, manifestándose con síntomas sutiles como náuseas o fatiga.
La doctora Rosen destaca la importancia de monitorear la respiración al realizar actividades cotidianas como caminar o subir escaleras, y consultar si se presenta dificultad para respirar sin causa aparente.
5. Migrañas
Las mujeres tienen tres veces más probabilidades de sufrir migrañas que los hombres, y estos dolores de cabeza tienden a empeorar durante la perimenopausia.
Las migrañas no solo provocan dolor intenso, sino que algunos de sus síntomas, como mareos, visión borrosa y entumecimiento, son similares a los de un ataque cerebrovascular (ACV). Ante la aparición de estos síntomas, es crucial acudir a un profesional de salud para descartar problemas graves.
Atención a los síntomas y prevención
Los cambios físicos en esta etapa de la vida son naturales, pero prestar atención a síntomas sin causa evidente puede ser clave para evitar complicaciones graves. Fatiga extrema, sofocos intensos, cambios emocionales, falta de aire sin motivo y aparición de migrañas son señales de alerta que deben motivar una revisión médica.
Tener en cuenta el historial de salud familiar también resulta útil, especialmente para aquellas con antecedentes de enfermedades cardíacas, quienes deben incrementar la frecuencia de chequeos médicos. Llevar una vida equilibrada con una dieta adecuada y ejercicio regular es esencial para reducir riesgos de enfermedades.
Mantener un control de los niveles de colesterol, presión arterial y peso, así como procurar una buena salud emocional, contribuyen a una mejor calidad de vida en esta etapa de transición.
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.