El pasado 8 de octubre, los residentes del edificio Pinares de Aragón, ubicado en un sector de estrato alto de Pereira, reportaron a las autoridades un olor nauseabundo que emanaba del apartamento 102 de la torre 3. Policías de la Seccional de Investigación Judicial (Sijín) ingresaron al lugar y hallaron un hombre muerto y en avanzado estado de descomposición.
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El cadáver era de James Hugh Farrell, un exmilitar de Estados Unidos, de 43 años, quien residía en ese apartamento desde hacía unos cinco años, el mismo tiempo que llevaba viviendo en la capital de Risaralda.
En ese momento, el subcomandante de la Policía Metropolitana de Pereira, coronel Yeison Ramos, informó que “aproximadamente a las 7:30 de la noche fue encontrado sin vida el cuerpo de un hombre al interior de un apartamento ubicado en la carrera 17 con calle octava en la ciudad de Pereira. El cuerpo fue hallado en el piso de su habitación sin signos vitales y hasta el momento sin señales de haber sido violentado".
El cuerpo fue hallado en el piso de su habitación sin signos vitales y hasta el momento sin señales de haber sido violentado.
Ramos añadió que, según investigaciones preliminares, el fallecido era un ciudadano extranjero que residía en el apartamento desde hacía algún tiempo y que al lugar de los hechos se desplazaron unidades de la Seccional de Investigación Judicial Sijín de la Policía Metropolitana, quienes realizaron la inspección técnica correspondiente al cadáver.
En el apartamento los policías encontraron mucho desorden, basura, alimentos en descomposición y abundante material de reciclaje.
Al lado del cuerpo del exmilitar hallaron a su mascota, una perrita de raza Yorkie, que estaba sucia y llevaba varios días sin comer.
Vecinos del norteamericano le dijeron a EL TIEMPO que este hombre era solitario, reservado y no le conocieron una pareja o amigos que lo frecuentaran. Sin embargo, resaltaron que nunca supieron de que hubiera estado involucrado en un problema serio de convivencia en el edificio.
Añadieron que lo veían siempre paseando a su mascota en cercanías al edificio donde vivía.
'Él era un héroe'
EL TIEMPO habló con Laura Schwalbe, hermana del exmilitar, quien vino en compañía de su esposo a Pereira para recuperar sus pertenencias, ver dónde vivía y repatriar sus restos.
Laura afirmó que James "fue un hijo, hermano y tío maravilloso". Creció en Florida y, cuando tenía más de 20 años se unió al Ejército. Fue aceptado en el pararescuemen (paracaidistas de rescate) de élite de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Esta rama de la Fuerza Aérea lleva a cabo operaciones de búsqueda y rescate, así como otras misiones.
La hermana de James contó que él sirvió al Ejército estadounidense en el extranjero durante 10 años en Irak y Afganistán.
Laura rememoró que a menudo le pidió a James que volviera a casa, "pero él creía en el trabajo que estaba haciendo". Ella aseveró que él "creó hospitales, salvó muchas vidas y obtuvo medallas para su época; él era un héroe".
"Era un hombre increíblemente fuerte, corría 10 millas y nadaba durante horas, pero ahora su cuerpo se convirtió en un caparazón de lo que era antes", se lamentó la mujer.
Explicó que su hermano se enfermó en el extranjero al contraer un "parásito" que no fue tratado durante años. "Esto y el estrés de la guerra lo afectaron tanto física como emocionalmente. Quería descansar y sanar", contó Laura.
Documentos médicos encontrados en su habitación indican que, al parecer, padeció de estrés postraumático.
'Le gustó mucho Pereira'
Laura contó que su hermano vivió en Costa Rica y luego en Bogotá, pero dijo que esta última ciudad era "violenta" y entonces se radicó en Pereira porque "quería un lugar tranquilo y pacífico".
"Él amaba al pueblo colombiano y pensaba que era amable y generoso. También amaba la comida y su forma de vida. Nos alegró saber que compró un perro, algo que cuidar y que podría aliviar un poco su soledad. Amaba a su perro y estaba orgulloso de las comidas que cocinaba y servía a su mascota. El nombre del perro es Gigi. También se enorgullecía de cultivar plantas de interior", contó Laura.
'Al final fue demasiado para soportarlo'
Laura se reservó las causas de la muerte de su hermano, pero en la semblanza que hizo de él para EL TIEMPO sostuvo: "Al final, el costo físico y psicológico fue demasiado para que mi hermano pudiera soportarlo. Fue dolorosamente frustrante para él saber que tenía más para dar al mundo y, sin embargo, su cuerpo y su mente no se lo permitían. Agradezco que el final de su vida transcurriera en un lugar hermoso y tranquilo".
Laura manifestó que cuando supo de la noticia de la muerte de James se sintió "increíblemente triste". Expresó que su familia "espera el regreso de su cuerpo para poder llorarlo. Atesoraremos nuestros recuerdos con él, sabiendo plenamente que dio su vida al mundo, para marcar la diferencia de la única manera que sabía".
Laura espera que el cuerpo de su hermano llegue a Estados Unidos el próximo lunes para poder despedirlo.
'Queremos que nos devuelvan la mascota'
EL TIEMPO estableció que el propietario del apartamento donde vivía James acogió la mascota del estadounidense tras la muerte de este, le dio comida, la aseó y le compró los elementos que necesita para estar en buenas condiciones. Sin embargo, Laura aseveró que cuando estuvieron en Pereira intentaron reunirse con él y recuperar la perrita, pero no pudieron.
"Queremos traer a Gigi para que nuestros hijos tengan un recuerdo de su tío, mi hermano. El propietario exigió 12.000 dólares estadounidenses (unos 52 millones de pesos) para limpiar el apartamento y se negó a devolvernos nuestro perro, citando la cadena de custodia de la Embajada (de EE.UU.); esta fue una declaración falsa", aseveró Laura.
La hermana del veterano de guerra afirmó que no puede venir a Pereira permanentemente y contratar a un abogado para recuperar la perrita. "Me entristece y, francamente, me horroriza que esta persona, el propietario, haya hecho algo tan cruel con una familia afligida. Él dijo que mi hermano pagaba el alquiler a tiempo, que era un buen inquilino y que nunca causaba problemas", expresó.
EL TIEMPO llamó al propietario del apartamento para conocer su versión acerca de todo lo dicho por Laura, pero dijo que no hablaría con nosotros del tema y que debíamos hablar con su abogado. Sin embargo, no nos dio el contacto de este.
Fernando Umaña Mejía
feruma@eltiempo.com @ferumapres
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