Esta es la sustancia viscosa y pegajosa que desempeña un papel esencial en la lucha contra las infecciones

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Para muchas personas, el moco no es más que una sustancia viscosa, algo que se tira en un pañuelo después de aclararse la garganta o sonarse la nariz.

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Para los científicos, es nada menos que una maravilla médica —un héroe anónimo que nos mantiene sanos y una potencial mina de oro para nuevos tratamientos.

“Realmente es una obra maestra de ingeniería biológica”, dijo Katharina Ribbeck, profesora de ingeniería biológica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuyo laboratorio está dedicado al estudio del moco. La sustancia pegajosa es esencial para muchas de las funciones del cuerpo. Puede ayudarnos a tragar y digerir nuestros alimentos, desarmar las bacterias dañinas e incluso ayudar a desarrollar un microbioma saludable.

“El moco tiene mala reputación”, afirmó Richard Boucher, neumólogo y director del Marsico Lung Institute/Centro de Fibrosis Quística en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. “La gente piensa que es algo que debes escupir y deshacerte de él, pero es una sustancia asombrosa”.

Compuesto por agua en más del 95 por ciento, el moco recubre todas las superficies húmedas del cuerpo —no solo la nariz, sino también los ojos, los oídos, la garganta, las vías respiratorias, los pulmones, el intestino y el tracto urogenital. Sus componentes clave son las mucinas, proteínas largas decoradas con azúcares complejos.

Estos azúcares ayudan a atraer agua, dijo Boucher, y las mucinas forman una malla similar a un gel que puede cubrir una gran superficie como la cavidad nasal, manteniéndola húmeda y al mismo tiempo controlando el paso de contaminantes, bacterias, virus y drogas. “Está diseñado para protegerte del mundo exterior”, dijo.

Las mucinas se unen a contaminantes, bacterias y virus y los atrapan para que podamos expulsarlos.

Así como las mucinas se unen a las bacterias malas, los azúcares que contienen también pueden reclutar microbios buenos, al actuar como fuente de alimento.

Azúcares específicos alimentarán bacterias específicas, lo que significa que la composición de tu moco puede afectar la composición de tu microbioma, dijo Rebecca Carrier, profesora de ingeniería química en la Universidad Northeastern, en Boston, que estudia el moco intestinal.

Las mucinas también pueden afectar la función de las células inmunológicas y estimular o menguar la respuesta inflamatoria del cuerpo, dijo Carrier.

Cuando un virus pasa de la nariz al tracto respiratorio, el cuerpo intenta defenderse produciendo más moco.

A veces produce demasiado, dijo Judith Voynow, neumóloga pediátrica en el Hospital Infantil de Richmond de la Universidad Virginia Commonwealth. El resultado es congestión nasal, flema en la garganta o vías respiratorias bloqueadas.

En determinadas enfermedades de las vías respiratorias, como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o la fibrosis quística, el moco se vuelve demasiado concentrado. En estos casos, dijo Voynow, el moco no puede eliminar las bacterias y los virus. Con el tiempo forma tapones que pueden bloquear las vías respiratorias y provocar infecciones e inflamación crónicas.

En las enfermedades inflamatorias del intestino, como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, el moco también se vuelve anormal, dijo Carrier. En un colon sano, generalmente hay dos capas de moco: una capa interna densa sin bacterias y una capa externa más suelta donde viven las bacterias.

Pero en estudios de estas enfermedades, dijo, los científicos han detectado bacterias en ambas capas, lo que deja los tejidos subyacentes vulnerables al daño.

Los científicos están trabajando para comprender mejor cómo funciona el moco, qué lo hace funcionar mal y cómo podría aprovecharse para tratar problemas de salud.

Ribbeck dijo que los científicos están trabajando para desarrollar tratamientos basados en mucina, incluyendo el uso de moco artificial para reemplazar el moco perdido o defectuoso.

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