El próximo sábado 2 de noviembre el país celebrará los 40 años de la declaratoria del Puerto, Fortaleza y grupo de Monumentos de Cartagena de Indias como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.
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Esta declaratoria universal, hecha por la Unesco en 1984 en la ciudad de Buenos Aires (Argentina), marcó un nuevo rumbo para la Ciudad Heroica, hoy potencia turística de la nación.
Ese día, como regalo del Distrito a sus ciudadanos culminará la demolición del controvertido edificio Aquarela, cuyo impacto visual y urbanístico comprometía la preservación del Castillo de San Felipe de Barajas, una de las joyas arquitectónicas y patrimoniales de la ciudad.
La mole de Aquarela se constituía en la mayor amenaza a esa declaratoria dada por la Unesco, entre otros aspectos, porque impactaba la panorámica de la ciudad amurallada, emblemática para los expertos de la Unesco.
Siete años de espera por el desmonte de Aquarela
La historia del edificio Aquarela comenzó en 2017, cuando su construcción, a una cuadra del Castillo de San Felipe, generó alertas internacionales debido a su impacto negativo en el entorno histórico.
La fortificación española, construida entre los siglos XVI y XVII, fue diseñada para defender la ciudad de piratas y corsarios, y su simbólica estructura, junto con las murallas que rodean la ciudad, representa la identidad patrimonial de Cartagena.
La interferencia visual causada por Aquarela amenazaba con despojar a la ciudad de su estatus de Patrimonio de la Humanidad, un título que ostenta desde ese 2 de noviembre de 1984.
"Este proceso no es solo la demolición de un edificio; es una reafirmación del compromiso que tenemos con la protección de nuestro patrimonio", expresó el alcalde Dumek Turbay, quien también detalló que el proceso tuvo un costo de 11.000 millones de pesos. La demolición de los 27 pisos del Aquarela se ha llevado a cabo de manera cuidadosa y sin contratiempos, con la intención de minimizar cualquier riesgo a las personas y estructuras circundantes.
La intervención de la Unesco y el Ministerio de Cultura
La Unesco fue clara: el edificio debía ser retirado para no comprometer el título de Patrimonio de la Humanidad que ostenta Cartagena
En 2018, la polémica obra atrajo la atención de expertos de la Unesco, que advirtieron que la única forma de salvaguardar el patrimonio de Cartagena era mediante la demolición del edificio.
La Unesco escribió, entonces, un amplio llamado de atención al Ministerio de Cultura de Colombia para que actuara en defensa de esta riqueza cultural. El organismo de la ONU indicó que Aquarela no solo afectaba la estética del entorno, sino que también rompía con las normas urbanísticas que protegen estos sitios históricos.
"La Unesco fue clara: el edificio debía ser retirado para no comprometer el título de Patrimonio de la Humanidad que ostenta Cartagena", mencionaron desde la Alcaldía.
Sin embargo, pasaron 6 años antes de que las autoridades locales, que temían demandas de los constructores, tomaran una acción contundente.
Fue hasta febrero del 2024 que se iniciaron oficialmente los trabajos de demolición. Los largos retrasos, explican desde la administración de la ciudad, se debieron en parte a apelaciones legales y a conflictos con la constructora del proyecto, que intentó varias veces revertir las sanciones y conservar la estructura.
Batallas legales y protección a los inversores
No es solo un edificio el que hemos derribado, sino una amenaza al legado histórico de nuestra ciudad
La demolición de Aquarela no solo ha sido un proceso complejo en el ámbito urbanístico, sino también en el legal. En abril, la constructora del proyecto presentó un recurso de apelación contra las sanciones que le fueron impuestas, alegando que se le negaba el derecho fundamental de petición y el acceso a información pública sobre el proyecto. Sin embargo, el Juzgado Cuarto Administrativo de Cartagena ratificó las sanciones, manteniendo la orden de demolición y la restitución de 619 metros cuadrados de espacio público que invadía la mole.
A medida que avanzaban las medidas judiciales, la Alcaldía tomó posesión de las oficinas de la constructora en Medellín y embargó sus bienes en un esfuerzo por proteger los derechos de los inversores del proyecto.
"Este caso es emblemático no solo por la defensa del patrimonio cultural, sino también por la necesidad de garantizar transparencia y justicia para aquellos que invirtieron de buena fe en este proyecto", señaló un portavoz del Ministerio de Cultura.
Un desenlace simbólico para Cartagena
La culminación de la demolición de Aquarela coincide de manera simbólica con el 40 aniversario de la declaración de Cartagena como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para los cartageneros, el final de este proceso representa un triunfo en la defensa de su identidad cultural y arquitectónica. "No es solo un edificio el que hemos derribado, sino una amenaza al legado histórico de nuestra ciudad", destacó el alcalde Turbay.
La demolición de Aquarela también envía un mensaje claro a futuras iniciativas de construcción en zonas patrimoniales de Cartagena. Las autoridades han subrayado que están comprometidas a implementar políticas más estrictas que garanticen el respeto a las normativas de protección del patrimonio, evitando así que se repitan casos similares.
El esfuerzo por proteger el Castillo de San Felipe y su entorno refuerza el compromiso de Cartagena de preservar su historia y cultura para las próximas generaciones. Con la demolición de Aquarela, la ciudad reafirma su lugar en la lista de Patrimonio de la Humanidad y su compromiso de conservar su legado cultural en un entorno cada vez más cambiante.
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