La primera vez que la actriz, directora, dramaturga y cineasta italiana Emma Dante visitó un teatro fue en una excursión de colegio. Y no llegó a un escenario cualquiera, junto a sus compañeros de curso pisaron uno de los lugares más evocadores del Parque Arqueológico de la Neápolis: el Teatro Griego de Siracusa, un patrimonio de la humanidad cuyas primeras construcciones datan del siglo V antes de Cristo.
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Allí, Emma y sus compañeros vieron Antígona, la tragedia de Sófocles en la que la protagonista lucha por darle sepultura a su hermano Polinices en contra de la ley del rey que le prohibía el rito funerario. La intensidad de la historia, mezclada con la imponencia de ese escenario de 15.000 asientos, causó un shock en una joven Emma Dante que todavía no había recibido de su familia la bendición del teatro, que no se sentaba ni siquiera en las sillas de una iglesia.
“Sentí el teatro como una misión inmediatamente después de ver Antígona; me sentí tan decidida como ella, obstinada en perseguir mi sueño. Desde el principio, creí en el poder del teatro, en su capacidad para trastornar toda certeza, en su búsqueda de la verdad a través del artificio”, cuenta la artista.
Dante, que nació en la ciudad de Palermo, en Sicilia, llegó a su casa después de ver aquella obra y le confesó su vocación a su madre, que reaccionó poniéndose en la tarea de conseguirle una invitación para la Accademia Nazionale d’Arte Drammatica Silvio D’Amico.
“Nunca olvidaré aquella obra en aquel teatro encantado”, confiesa Dante, quien luego de esa revelación inició su formación como actriz. Poco a poco, también fue adquiriendo herramientas para crear y dirigir sus propias historias. Y sus búsquedas no se quedaron allí, después fue transitando a la ópera, la literatura y, finalmente, el cine, alcanzando reconocimientos tan importantes como una doble nominación al León de Oro del Festival de Cine de Venecia gracias a sus películas Via Castellana Bandiera (2013) y Las hermanas Macaluso (2020).
En su faceta teatral, Dante ha dirigido en escenarios tan importantes como el Piccolo Teatro de Milán y el Théâtre National de París, y ha creado, entre muchas otras, versiones modernas de la Odisea de Homero; Hansel y Gretel y Medea. Como directora escénica de ópera ha conquistado templos como el Teatro alla Scala de Milán y ha trabajado junto a batutas como el argentino Daniel Barenboim y el venezolano Gustavo Dudamel, dos de los directores más cotizados de la escena mundial.
Para crear los relatos de sus obras, Dante usualmente toma como punto de inspiración géneros tradicionales de la literatura, como las fábulas y los cuentos de hadas, que pone en diálogo con situaciones de nuestro tiempo. De esta manera, en sus dramas se reflejan la idiosincrasia de su Sicilia natal y problemáticas como la migración, la violencia de género y las desigualdades sociales.
Para una de sus obras teatrales más recientes, Misericordia, la directora y dramaturga tomó como punto de inspiración una de las fábulas más famosas de la historia, Pinocho, de su compatriota Carlo Collodi. Pero no es un Pinocho esperanzador, no es un Pinocho nacido de la magia, sino el producto de la tragedia más dura.
En esta pieza, que la directora y dramaturga montó en coproducción con el Piccolo Teatro de Milán, el famoso niño de madera al que le crece la nariz si de su boca salen mentiras se convierte en Arturo, un chico hiperactivo, algo torpe en sus movimientos, que vive en una sucia y miserable habitación con tres trabajadoras sexuales: Anna, Nuzza y Bettina.
Las tres mujeres, que durante el día se dedican a oficios tan cotidianos como tejer chales y en las noches se ganan el sustento con sus cuerpos, cuidan a esa pequeña criatura como si fuera hijo de ellas, porque la madre de Arturo, que compartía el mismo oficio que sus tres amigas, murió masacrada a golpes por uno de sus clientes regulares.
Los diálogos de Anna, Nuzza y Bettina, en los que el italiano se combina con dialectos de Sicilia y de la región de Apulia (sur de Italia), y esos movimientos rígidos pero incansables de Arturo, se trasladarán de Palermo a Bogotá gracias a la primera edición del FIAV Bogotá –el Festival Internacional de Artes Vivas–, que tendrá como una de sus estrellas invitadas a la directora italiana.
De acuerdo con Dante, esta pieza nació después de un momento trascendental en su vida, cuando adoptó a su hijo. La novedad e intimidad de la maternidad, que, aunque no es biológica, según ella es igual de natural, se le plantearon a la italiana como temas fundamentales para ser abordados desde una mirada artística. Solo un tiempo después, cuando tuvo que visitar un hospital junto a su hijo, apareció el detonante para crear Misericordia.
Para el proceso de creación, la directora se apoyó en su propia familia creativa, trabajando con tres actrices de su agrupación, la Compagnia Sud Costa Occidentale: Italia Carroccio, Manuela Lo Sicco y Leonarda Saffi. A ellas se sumó el bailarín Simone Zambelli, que se atravesó en la vida de Dante como una de esas apariciones mágicas de las fábulas. Con ese elenco, la dramaturga y directora empezó a explorar la temática de la maternidad, pero no desde un ángulo tradicional, sino a partir de la visión de personas con grandes dificultades que necesitan mantenerse unidas para sobrevivir.
Así como Pinocho –y como el propio personaje de Arturo– va aprendiendo a moverse en el mundo, a fijar sus pies para establecer y recorrer su propio sendero, esta obra empezó con improvisaciones. Con esta metodología, Dante buscaba que las protagonistas tomaran conciencia de su cuerpo en el escenario; luego, el espectáculo fue naciendo por sí mismo. “Se producía como un parto”, dice la directora.
Antes de llegar a Bogotá, Misericordia se ha presentado en el circuito de los escenarios europeos más prestigiosos, como el Teatre Lliure de Barcelona y el Festival de Aviñón de Francia –uno de los encuentros teatrales más importantes del mundo–. Además, se convirtió en película, la cual se estrenó el año pasado bajo la dirección de la propia Dante.
Misericordia se define como una fábula contemporánea. ¿Por qué escogió el género de la fábula como paradigma para contar esta historia?
Misericordia relata, ante todo, la fragilidad de las mujeres, su desesperada soledad. Hay una realidad sombría en la obra, impregnada de pobreza, analfabetismo y provincianismo, que explora el infierno de una terrible degradación, cada vez más ignorada por la sociedad. Me interesaba desvelar este horror y, para adentrarme en la tragedia, necesitaba la ligereza de la fábula.
¿Qué tanto de Pinocho tiene el personaje de Arturo?
En un momento del texto se cuenta que la madre de Arturo, que era prostituta, es asesinada por uno de sus clientes habituales. El hombre era carpintero y en el barrio le apodaban Geppetto porque siempre iba con guantes agujereados y gorro; es el padre de Arturo y él es quien masacra a su madre. Pero, más allá de esto, el elemento que principalmente me guio hacia el Pinocho de Carlo Collodi fue que, en nuestra tradición cultural, es la novela que simboliza un rito de paso, de crecimiento, de autodescubrimiento, de transformación. Así, en la obra, el niño nacido “duro”, leñoso, sacrificado incluso antes de nacer, engendrado por los golpes que lo arruinaron para siempre, gracias al amor de las tres mujeres que lo adoptan se convierte poco a poco en un niño. A pesar de la miseria más oscura, Anna, Nuzza y Bettina lo crían como si fuera su propio hijo. Porque no solo son madres, también son un poco hadas.
¿Cómo definiría la importancia de Pinocho en nuestra tradición literaria?
Es el cuento más importante para mí y para nosotros en Occidente. Es el cuento de la madurez, del crecimiento humano e intelectual. En Pinocho hay de todo: amor, discapacidad, paternidad, el concepto de familia no tradicional que tanto me gustaba, el crecimiento, el paso de la adolescencia a la edad adulta, la rebelión, la injusticia, la muerte, la pobreza. Hay de todo en Pinocho, para mí es una gran novela de madurez.
Usted definió a esas tres mujeres que protagonizan la obra como “un emblema de la sensualidad en la lucha diaria de la vida”. Bajo esa mirada, ¿por qué decidió trabajar sobre un tema como la prostitución?
Anna, Nuzza y Bettina son tres desgraciadas que no poseen nada. Solo tienen sus cuerpos y los utilizan para sobrevivir. Tres prostitutas y un niño tullido viven en un mugriento y miserable piso de una sola habitación. Durante el día, tejen y confeccionan bufandas y chales, y, al atardecer, en el umbral de la puerta, ofrecen sus cuerpos flácidos a los transeúntes. Este estercolero es una fábrica de amor. Las tres mujeres son solidarias entre sí y quieren a Arturo como a un hijo, son familia.
Una de las temáticas sobre las que usted suele trabajar en sus obras es justamente la familia, además la marginación, que claramente están presentes en Misericordia. ¿Por qué le atraen estos temas?
En la familia nace y se forma el individuo, la familia es la primera unidad social que hay que explorar, porque es el lugar primordial donde se desarrolla la personalidad. En las familias suele haber relaciones morbosas que crean dependencia y frustración en el futuro. Mis familias son esencialmente mataderos.
En varias de sus obras ha explorado esas familias matriarcales que, según usted, son predominantes en Sicilia. ¿Cómo siente que se refleja esa tradición en esta obra?
En las familias sicilianas, los hombres se encargan de las ceremonias, mientras que las mujeres lo sostienen todo. Son las guardianas del hogar, las que guardan los secretos y, a menudo, las principales responsables de la educación patriarcal de sus hijos.
En una entrevista, usted aseguró que una de las imágenes que la inspiraron para crear Misericordia fue la de un niño autista que vio en un hospital girando sin detenerse. ¿Por qué cree que esa imagen la llevó a hacer una obra que habla sobre la maternidad?
En efecto, la semilla se plantó una mañana, en la sala de un hospital. Estaba en el hospital con mi hijo para unos exámenes. En la sala había un niño autista que no paraba de dar vueltas, como un derviche loco, y estaba feliz. Reía, giraba y reía... La imagen de su danza frenética y, al mismo tiempo, alegre hizo nacer en mí un deseo muy fuerte de contar una historia que tuviera como centro esa danza de la enfermedad, que era también una danza de la vida y del arte. Así, lentamente, nació la dramaturgia de Misericordia, junto con Simone Zambelli (el bailarín que interpreta a Arturo), a quien vi bailar en un espectáculo de danza esa misma noche. En Simone noté su manera de moverse que no era mera coreografía, sino algo que se generaba dentro de él. Fue una coincidencia increíble con lo que había presenciado aquella mañana en el hospital.
En la obra, las actrices hablan dialectos de Sicilia y de Apulia. ¿Por qué decidió incluir estos dialectos en el texto?
Las tres actrices interpretan a personajes que proceden de lugares diferentes, pero se encuentran viviendo juntos en el mismo lugar. Hablan idiomas diferentes, pero expresan los mismos sentimientos. Cada una de ellastiene su propia “lengua materna”, que es el componente con el que trabajamos durante los ensayos. Italia y Manuela se expresan en siciliano; Leonarda, en apuliano. El suyo es un dialecto cotidiano pero comprensible. Quizá no se entiendan todas las palabras, pero la historia que transmiten llegará fácilmente a quienes estén dispuestos a escuchar. En el caso de Simone, sin embargo, esta lengua materna es la danza, porque es la disciplina en la que se formó. Su talento reside en hacernos “olvidar” que es un bailarín: el control y la conciencia que tiene de su cuerpo están destinados a contar un sentimiento.
Hay una contraposición de temáticas en Misericordia: la dulzura y la brutalidad, el humor y lo solemne. ¿Qué busca transmitir con esos contrastes?
Arturo es un niño discapacitado con una ternura sin límites. Todas las noches, a la misma hora, se asoma a la ventana para ver pasar la banda y sueña con tocar el bombo. Es difícil estar cerca de él, nunca está quieto, grita, sorbe cuando come, se mea y se caga encima, pero cuando te mira, te atraviesa el alma. Arturo vive de estos contrastes.
Además del texto, en la obra también son muy importantes los movimientos y las expresiones corporales. ¿Cómo fueron apareciendo estos materiales en el proceso de creación?
Para mí, el encuentro entre la danza, la música y el canto tiene que ver con algo muy instintivo y arcaico. Siempre parto del ritmo y del movimiento. Cuando todas estas formas de expresión se encuentran, siento un fuerte contacto con la naturaleza, como si las actrices y los actores pudieran perder su sabiduría humana y redescubrir una sabiduría animal ancestral. La partida siempre tiene que ver con el animal que el actor y la actriz llevan dentro.
Un tema fundamental de Misericordia es la violencia contra las mujeres. ¿Cómo calificaría la perspectiva desde la cual la obra aborda esta problemática?
Es un tema tan actual como irresuelto. Más frecuente y terrible en ambientes degradados, donde no hay defensa ni forma de salvaguardar la vida de las mujeres en peligro, porque hay mayor omertà (ley del silencio). Hay tantos casos de vidas desgraciadas, de madres e hijas que no saben dónde encontrar la fuerza para seguir adelante. Estas mujeres son víctimas de una cultura transmitida de padres a hijos. La rebelión no siempre se contempla y, para estas mujeres que anhelan la libertad y la independencia de los hombres, el miedo a ser asesinadas es quizá peor que la propia muerte.
Siguiendo con esa línea de nuevas visiones sobre géneros clásicos, otro en el que se clasifican varias de sus obras es el de los cuentos de hadas. ¿Qué la atrae de este género? Especialmente para hablar de temáticas contemporáneas…
Siempre he encontrado en los cuentos de hadas algo real y contemporáneo, algo que nos pertenece. De los cuentos de hadas me gusta la verdad. La enseñanza y la moralidad son dos principios muy importantes en la función que debe tener un espectáculo y el cuento de hadas contiene estos elementos. El cuento de hadas enseña, castiga a los malos, reescribe las leyes siguiendo principios éticos, cree en una moral.
¿Qué diferencia a la Emma Dante actriz de la Emma Dante directora?
Emma Dante actriz fue importante para Emma Dante directora, le ayudó a entender cómo estar en escena, a acompañar a los actores y actrices en la gramática del teatro. Nunca he sido una actriz formidable, pero siempre he estado al servicio del escenario y de los intérpretes que han habitado mis historias con gran singularidad y belleza.
En 2013 dirigió su primer largometraje, Via Castellana Bandiera. ¿Qué la llevó a incursionar en el cine?
Me gusta mucho el cine y Via Castellana Bandiera, que también fue mi primera (y última) novela, se convirtió en mi primera película. Entre otras cosas, Via Castellana Bandiera era la calle en la que vivía, así que empezar a hacer películas desde mi propia casa me parecía sano y natural.
¿Qué le da el cine a la hora de hacer teatro? Y ¿qué le da el teatro a la hora de hacer cine?
El teatro nutre al cine y viceversa. Son dos caminos hermosos que me llevan lejos, me hacen soñar en un vuelo hermoso, pero ambos son lugares en los que me siento en equilibrio, en peligro. Y eso me da mucha fuerza.
En 2023 estrenó la versión cinematográfica de Misericordia. ¿Cómo fue ese tránsito de la historia del teatro al cine?
Aquí también la transición fue bastante natural; reescribí la historia con Elena Stancanelli y Giorgio Vasta, quería looks diferentes que me ayudaran a distanciarme de la obra, aunque la historia sea la misma. Quería abandonar la oscuridad del escenario y abrazar la luminosidad del paisaje natural. La ambienté en una reserva natural, en la zona de Trapanese (oeste de Sicilia). Un lugar mágico, hermoso, pero amenazado por una montaña propensa a los desprendimientos de rocas. Eso es lo que buscaba: un lugar hermoso, pero sujeto al peligro, porque la naturaleza a veces se rebela. Protege, nutre, hace crecer, pero también puede destruir.
Otra de sus facetas más aclamadas es la dirección escénica de ópera. Este es un género cuyas historias tienen un gran arraigo popular. ¿Siente que hay una conexión entre ese trabajo y su faceta como dramaturga?
Siempre, en cada uno de mis gestos creativos existe la necesidad de una narración, incluso en la ópera, no me basta con contar la historia del libreto, siempre tengo el fuerte deseo de narrar mi presente, lo que veo y vivo cada día. Solo a través de la dramaturgia contemporánea es posible interpretar a los clásicos y volver a nuestros orígenes.
* Funciones de Misericordia en el FIAV Bogotá
La obra de Emma Dante se presentará el sábado 12 de octubre, a las 7:30 p. m., y el domingo 13 y el lunes 14, a las 3 p. m., en la sala Delia Zapata del Centro Nacional de las Artes. Calle 11 n.º 5-60.