Cuando a las 12:56 de la madrugada de este sábado, Jorge Iván ‘el Churo’ Díaz, salió a cantar, el cielo se largó en llanto; pero no de tristeza, sino de emoción. Y de no ser por el frío y la lluvia, nadie, de las cerca de 8.000 personas presentes a esa hora en el Centro de Eventos Autopista Norte, habría notado que estaban en Chía, a hora y media de Bogotá, y no en el Festival de Flores y Calagualas de Urumita.
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El ‘cantante de los cantantes’, como lo llamó alguna vez Silvestre Dangond, salió a escena como suele hacerlo: enchoya’o —o altivo, en idioma guajiro—. El reto no era menor: en una semana en la que se inundó la capital, Churo había escogido cantar en un escenario cuyas vías de acceso estaban en riesgo de colapsar si empezaba a llover. Pero eso a él no le importaba. El heredero de Adaníes quería cantar; y lo hizo, por horas, como si estuviese en el patio de su casa en Urumita y los presentes fuésemos sus paisanos con los que inició la nueva ola, ese movimiento musical que protagonizó junto a voces como la de Dangond, Kaleth Morales y Luifer Cuello.
Y es que en el Caribe todo el que haya escuchado un vallenato conoce al Churo. Después de 20 años, 16 álbumes musicales e infinidad de éxitos, al heredero de la dinastía Díaz (de la del juglar Leandro; pero también de la misma línea del futbolista ‘Lucho’) solo le queda un reto: que su voz la conozcan más allá del norte del país. Porque en Valledupar todo el mundo lo saluda, en Barranquilla cada que sale alguien le pide foto y en Barrancas cada que lo ven por la calle le gritan “oyeeeeeeee”.
Pero en la capital no es así. Hace algunos días, en entrevista con el diario barranquillero El Heraldo, Churo había revelado que su reto ahora es “conquistar el interior del país”, porque aunque hace poco más de un mes convocó más de 25.000 personas al Parque de la Leyenda Vallenata de Valledupar (y dejó por fuera otros miles más que no pudieron entrar) para el lanzamiento de El Fuete, su álbum número dieciséis, en ciudades como Bogotá o Medellín el tono altivo y melodioso del ‘El rey guajiro’ todavía tiene muchos oídos por cautivar.
Y este sábado lo logró. En su lanzamiento oficial de El Fuete, desde Bogotá, Churo convocó al país. Desde bumangueses a barranquilleros, desde cachacos hasta caqueteños, desde sus paisanos ‘wares’ hasta uno que otro paisa. Todos cantaron al unísono cuando, entre imágenes de cactus, estrellas y la escenografía wéstern de su nueva producción, el Churo entonó:
“Se dice por las calles,
se dice que se siente un ambiente de alegría,
dicen que viene el rey,
dicen que viene el rey guajiro, viene el Churo Díaz”.
De allí en adelante la parranda no paró. Churo cantó 24 canciones y en todo momento repitió que su plan era amanecer. Las cinco primeras fueron las más sonadas del nuevo disco: El Fuerte, No te da pena, Me enamoré, Estamos mejor y Pórtate bien. Con esas surgió el desorden; y aunque el churismo escuchaba al rey guajiro cantando “por favor te pido: pórtate bien”, las sillas de los palcos se convirtieron de la nada en pañuelos, y los asistentes las alzaban como si estuviesen entonao’s —borrachos, en idioma guajiro— a punta de whisky a la orilla del Guatapurí.
Después llegó la tanda de clásicos: Tú verás si me crees, Estás aquí, Mi traga, Tema superado y Llegó el churismo. Un recorrido desde el 2007 hasta el 2018, entre algunos de los álbumes que han marcado la historia del urumitero. Y allí, cuando la noche apenas estaba empezando y el concierto no iba ni por la mitad, el rey guajiro frenó, las luces se apagaron y la altura de su voz, en un rango de entonación envidiable, empezó a hacer llorar de nuevo al cielo y a los asistentes.
El Churo es consciente de que su mayor herencia es su voz, y que su más grande ejemplo es su padre, quien falleció cuando él era apenas un bebé de brazos y Adaníes (junto al acordeonero Héctor Zuleta) empezaba convertirse en un referente del folclor que marcó una época, pero que se fue antes de tiempo. Por eso, no hay concierto en el que el rey guajiro no le cante a su papá. Y en Bogotá, las canciones elegidas fueron Marianita y Bendita duda, cantadas entre guitarras y un suave acordeón de Elías Mendoza, su compañero de fórmula.
Hasta el final de la madrugada, el Churo cantó como si acabara de empezar hace unos minutos, con voz tersa e inmejorable, como si estuviese en un estudio de grabación y las más de ocho mil personas que coreaban sus letras a su alrededor no estuviesen allí.
Fue entonces cuando empezó el fin del desorden con una invitación “a hacerla boja” —o descualquierarse, en idioma guajiro, que fue el lenguaje que se habló toda la noche—. Con La escapadita, El delito, La estafa y Arrocito en bajo el rey guajiro cerró una noche inolvidable en la capital. El inicio de un fin de semana —“y con puente” como reza una de las canciones— donde el vallenato hizo llorar hasta a la fría Bogotá.
Epílogo
Lo que no se pudo resolver durante el concierto fue quién es la famosa María José, a quien el Churo nombra al inicio de la canción Estamos mejor. Durante el concierto, el rey guajiro, famoso por sus saludos azarosos, como “puro fistokin del coy” (que hace referencia a la dificultad de arreglar una pieza del encendido del carro) o “vale oro quien tenga palabra, así no tenga plata”, puso a gritar a todos los asistentes “oye María José, María José, María José”. Y al preguntar si alguien del público sabía quién era María José, una persona le aseguró que ella sabía que María José era la próxima hija de Silvestre Dangond, una gracia que hizo reír hasta al propio Díaz, quien ya ha señalado en varias ocasiones que María José es solo un saludo que se le ocurrió y que agregó en su álbum porque le agregaba emoción y enardecimiento. Hoy, María José, es tendencia absoluta en redes sociales y grito obligado en los conciertos del Churo.
EDWIN CAICEDO
Periodista de Medioambiente y Salud
@CaicedoUcros