El monolito antioqueño que fue sitio de culto de los indígenas Nutabes

hace 1 mes 22

Antioquia es uno de los territorios del país que más visitan turistas nacionales y extranjeros que llegan para conocer y disfrutar de su riqueza natural y cultural.

Aunque muchos lo hacen con la ilusión de llegar a lugares tradicionales como la Piedra del Peñol o Peñón de Guatapé, como también se le conoce, lo que muy pocos saben es que esta inmensa roca que se alza en el Oriente antioqueño tiene una hermana menor al otro lado del departamento.

A 56 kilómetros de Medellín, en la subregión Norte y en medio de un gigantesco tapete de tonos verdes, se eleva el Peñón de Entrerríos, otro monolito que embellece al campo antioqueño.

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Monolito de Entrerríos, Antioquia, que fue sitio de culto de los indígenas Nutabes. Foto:Alcaldía de Entrerríos

Con 72 metros de altura, es uno de los lugares que el escritor español José María Gutiérrez de Alba, quien vivió en el país entre 1870 y 1884, visitó y plasmó en uno de los tomos de su manuscrito ‘Impresiones de un viaje a América’ que acompañó con una bella ilustración de la época.

“Peñón o monolito de mucho mayor tamaño [que la piedra grabada de Gámeza] y de forma cilíndrica, colocado en un terreno peñascoso a 2.127 metros sobre el nivel del mar, cerca de un pueblecito al que da o del que recibe el nombre. Su presencia en aquel lugar, su tamaño y su forma solo se explican por los grandes trastornos que sufrió aquel suelo, y por la acción de los agentes atmosféricos sobre las rocas de su superficie”, escribió Gutiérrez de Alba.

La llegada al lugar

Para llegar a esta obra de la naturaleza se puede hacer a través de rutas y caminos en medio del bosque del Altiplano norte o por una carretera que la comunica con el casco urbano de Entrerríos, uno de los municipios que es reconocido por su ganadería lechera.

En este territorio han comenzado un trabajo con las comunidades para impulsar la visita al monolito por medio de un turismo sostenible y amigable con el medio ambiente, del que participan guías locales y las Juntas de Acción Comunal aledañas a él.

Daniel Carvajal Pérez, secretario de Gestión Ambiental, Agropecuaria y Comunitaria, cuenta que en lo más alto de la piedra se encuentra un Cristo Redentor que mandó a hacer un sacerdote que fue párroco años atrás en la localidad.

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Cristo Redentor ubicado en la parte alta del monolito. Foto:Alcaldía de Entrerríos

Para llevarlo hasta allí, se construyeron unas escaleras de madera que, con el pasar del tiempo, la lluvia y el sol, se fueron deteriorando hasta dejar la imagen religiosa sin un acceso para propios y visitantes.

“Hace más o menos unos 10 años otro padre organizó para que subieran unos escaladores a la cima e hicieron como la reconstrucción de ese Cristo Redentor y lo lograron”, agregó el secretario Carvajal.

Aunque a la parte alta del peñón pueden acceder escaladores profesionales con la indumentaria correcta para ello, los visitantes pueden subir hasta una parte donde fue instalada una virgen y desde donde se divisan los municipios de Santa Rosa de Osos, Donmatías, San Pedro de los Milagros, Belmira y el propio Entrerríos.

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En lo alto del monolito se puede ver el Cristo Redentor.  Foto:Alcaldía de Entrerríos

¿Quiénes vivieron allí?

Cuenta la historia que en esta zona del departamento de Antioquia vivieron los indígenas Nutabes, una etnia cercana a los Nutibaras que habitaron el Valle de Aburrá. Este grupo tenía al monolito como lugar de encuentro y culto.

“Los Nutabes estuvieron allá y esa piedra era como un centro de alabanza de ellos y, según investigaciones de personas que han hecho los estudios y visitas, ese lugar era como de alabanza y muy significativo para ellos. Un lugar sagrado y de encuentro”, agregó el secretario.

Sandra Muñoz, secretaria de la Junta de Acción Comunal de la vereda Yerbabuenal, una de las organizaciones sociales que promueve el turismo sostenible en esta zona del municipio, cuenta que esta piedra hacía parte de un camino ancestral que usaron los comuneros para llegar al municipio de Barbosa, norte del Valle de Aburrá.

Antioquia

Panorámica de Barbosa, Antioquia, ubicado en el Valle de Aburrá. Foto:Alcaldía de Barbosa

“Ellos habitaban y tenían un corredor vial que comunicaba desde el sector de Sopetrán, San Jerónimo, la vereda Yerbabuenal, cruzaban por el monolito y se iban para Barbosa. Nosotros en los recorridos rescatamos una parte del camino que ellos trazaron hace siglos, entonces a la gente le impacta mucho eso”, comenta la señora Sandra.  

La presencia de los Nutabes en el territorio quedó evidenciada con las piezas arqueológicas halladas por el padre Abelardo Jaramillo, misionero religioso que vivió en una finca cercana al lugar. Fueron entregadas a la Casa de la Cultura del municipio para que sean visitadas y la historia de ellos en el territorio siga presente.

Los mitos y las leyendas del monolito

Como ocurre en otros lugares de Antioquia, en este municipio se han compartido de generación en generación una serie de relatos que hacen parte de la tradición popular donde por los menos tres giran en torno al peñón de Enterríos.

El primero de ellos es la gallina de los pollitos de oro. Según la tradición oral, esta salía con sus crías y, cuando la iban a buscar, desaparecía.

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Monolito de Entrerríos, Antioquia, que fue sitio de culto de los indígenas Nutabes. Foto:Alcaldía de Entrerríos

A esta la sigue la historia del soldado fantasma. Se dice que fue un militar que durante la época de la conquista fue asesinado por los indígenas en medio de combates y sale en las noches de la piedra en forma de esqueleto.

Por último, está el mito de la luz, que dicen en la población, desde la piedra se ve una luz hacia las otras veredas más cercanas.

LAURA ROSA JIMÉNEZ VALENCIA

Periodista de Nación 

Medellín

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