El clamor de un país que quiere avanzar/Opinión

hace 1 mes 17

Un referendo es un mecanismo democrático que permite a los ciudadanos votar directamente sobre temas de gran importancia, como reformas constitucionales o decisiones cruciales para el país.

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En el caso del referendo por la autonomía fiscal, liderado por el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, y el exgobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, se busca que los colombianos decidan si las regiones deben tener mayor grado de autonomía y control sobre los recursos que generan. Esta es una oportunidad para que las regiones tomen las riendas de su destino y gestionen sus propios ingresos de manera más eficiente. La pregunta para los colombianos es clara ¿Quieren que los recursos que recaudan los departamentos se queden en los departamentos o vayan a Bogotá para ser distribuidos?

Colombia es una nación rica en diversidad y recursos, pero el centralismo ha frenado su verdadero potencial. Las regiones, que son el corazón de nuestro país, han sido relegadas por un sistema que concentra las decisiones y los recursos en Bogotá. Este centralismo ha causado una dependencia injusta y ha perpetuado desigualdades que obstaculizan el desarrollo. 

El referendo por la autonomía fiscal no es solo un ajuste administrativo, es una demanda de justicia que busca devolver el control a las regiones para que puedan decidir cómo invertir sus recursos y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Este referendo impactará directamente a los ciudadanos al permitir que los recursos generados en las regiones, como el impuesto a la renta, permanezcan allí, en lugar de ser absorbidos por el gobierno central.

Se estima que 27 de los 32 departamentos duplicarían sus recursos, lo que significaría mejores hospitales, escuelas, carreteras y servicios públicos en general. Esto no solo mejorará la calidad de vida de los habitantes, sino que permitirá que los gobiernos locales respondan de manera más rápida y efectiva a las necesidades reales y particulares de sus comunidades.

Las decisiones tomadas desde Bogotá a menudo no reflejan la realidad de las regiones.

Actualmente, gran parte de los impuestos recaudados en las regiones son enviados al centro, y solo una fracción regresa. Esta situación limita la capacidad de los departamentos y municipios para planificar y ejecutar proyectos que beneficien a su población. Con la autonomía fiscal, las regiones tendrían el poder de gestionar sus propios recursos, sin depender de decisiones tomadas a cientos de kilómetros de distancia. Esto significa un país más eficiente, donde las soluciones estén en manos de quienes conocen mejor las problemáticas locales.

Para los departamentos que no duplicarían sus ingresos inmediatamente, se propone un fondo de solidaridad que garantizará que todas las regiones puedan avanzar. Este principio asegura que el total de los 32 departamentos dupliquen sus ingresos y que ninguna región quede rezagada, beneficiando así a todos los colombianos, sin importar en qué parte del país vivan.

La descentralización no es solo una cuestión técnica o económica, es un acto de justicia social. Colombia ha sido un país de grandes desigualdades, en parte debido al centralismo que ha beneficiado a unos pocos mientras ha marginado a muchos. Este referendo busca corregir ese desequilibrio histórico, permitiendo que las regiones controlen su propio destino. Al quedarse con los recursos que generan, los departamentos podrán invertir en sus prioridades, lo que resultará en un desarrollo más equitativo.

La autonomía fiscal también fomentará la responsabilidad local, permitiendo que los líderes regionales tomen decisiones más acertadas y ajustadas a las necesidades de su gente. Los colombianos merecen gobiernos cercanos que puedan actuar con rapidez y eficiencia. Las decisiones tomadas desde Bogotá a menudo no reflejan la realidad de las regiones, lo que genera ineficiencias y frustra los esfuerzos locales por mejorar las condiciones de vida.

Este referendo sigue el principio de subsidiaridad, ampliamente defendido en teoría política, que establece que las decisiones deben tomarse en el nivel más cercano a los ciudadanos. Con la autonomía fiscal, las regiones podrán gestionar sus propios recursos, asegurando que el dinero recaudado se utilice para el bienestar de la comunidad, y no se pierda en la burocracia del gobierno central.

El referendo por la autonomía fiscal es una oportunidad histórica para transformar a Colombia. No podemos seguir siendo un país donde el progreso esté atado a las decisiones de una élite centralizada. La autonomía fiscal es el camino hacia una Colombia más fuerte, más unida y más equitativa. Es hora de que las regiones tengan el poder de decidir su propio destino y de que los ciudadanos vean reflejado su esfuerzo en un progreso real y tangible.

Es el momento de firmar por un país donde cada región pueda planificar su futuro sin depender de la burocracia central. Firmar este referendo es firmar por un país más justo, donde los recursos se distribuyan de manera equitativa y todas las regiones puedan alcanzar su máximo potencial. El desarrollo de Colombia no debe depender de la ubicación geográfica, sino del esfuerzo conjunto y la capacidad de sus regiones para gestionar sus propios recursos.

Este es el momento de decidir: ¿seguiremos bajo el yugo del centralismo, o tomaremos las riendas de nuestro futuro? Firmar por la autonomía fiscal es firmar por nuestras regiones, por nuestra gente y por el futuro de una Colombia.

Pablo Jaramillo Arango

C. Doctor en Estudios Políticos y Jurídicos

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