Vestidos con coloridos trajes tradicionales, y la mayoría ebrios desde la noche anterior, decenas de jinetes indígenas mayas desafiaron el peligro este viernes en una peculiar carrera de caballos para honrar a sus muertos en Guatemala.
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El galope de los caballos se mezclaba con la música de la marimba y el bullicio de cientos de espectadores en una extensa pista de tierra enclavada entre montañas en la localidad de Todos Santos Cuchumatán, un municipio maya de la etnia mam a unos 150 km al noroeste de Ciudad de Guatemala.
La carrera es parte de las tradiciones para conmemorar el Día de Todos los Santos, fecha religiosa cristiana en la que los guatemaltecos acuden masivamente a los cementerios para recordar a sus familiares fallecidos. "Cada 1 de noviembre celebramos la cultura. Una vez al año nos vestimos así elegantes", dijo a la AFP Miguel Ángel Ortiz, de 26 años, uno de los jinetes, ataviado con vistoso traje multicolor.
En un día frío y nublado, por casi 10 horas los jinetes con sombreros de paja adornados con cintas y plumas, corrieron a gran velocidad para mostrar su habilidad y valor para no caer de las bestias, aunque algunos perdieron el equilibrio y rodaron por el suelo.
"Esto es una alegría, hay que estar feliz", agregó Ortiz, quien participa en la carrera para "mantener" la tradición de Todos Santos, asentado en la Sierra de los Cuchumatanes, cerca de la frontera con México. - "No es para todos" - En Guatemala, país de 17,8 millones de habitantes, el 44% de la población es indígena, según cifras oficiales. Las comunidades originarias mantienen vivas sus diferentes tradiciones ancestrales, que se han mezclado con las expresiones cristianas.
La carrera, que atrae a turistas extranjeros, retrata la "revolución" de los "abuelos" mayas contra los conquistadores españoles, según relatan historiadores en documentos de la alcaldía local. En la corrida participan equipos con su respectivo capitán, aunque al final del día no hay ganadores.
También cuentan con guías espirituales, pues la tradición está arraigada en la cosmovisión maya. "Todos tienen derecho de ser jinetes, pero si tienen miedo, no es un deporte para ellos", señaló a la AFP Santiago Cruz, de 52 años, quien ha corrido casi la mitad de su vida.
Los jinetes y muchos de los espectadores venían de celebrar desde la noche anterior hasta el amanecer en fiestas amenizadas por grupos de marimba y donde se repartió abundante alcohol. - Desde EE. UU. - Entre los jinetes también había algunos que emigraron a Estados Unidos por mejores oportunidades económicas y que volvieron en esta fecha para mantener la tradición.
"Desde niño mis abuelos siempre montaban caballo y por eso me ha gustado mucho [participar] desde chiquillo", indicó a la AFP Jonathan Ramos, de 25 años, quien viajó desde el estado de Michigan, donde trabaja como electricista, para participar en esta carrera en su pueblo natal. Cuenta que, según la "tradición del pueblo", los conquistadores no permitían montar caballo a los mayas y como unos "rebeldes" decidieron cabalgar, los españoles los "mataron".
La carrera es para que los ancestros "vivan todo el tiempo", dijo Ramos. "Me provoca emoción y adrenalina" estar en la carrera, apuntó Julio Ramírez, de 23 años, quien llegó desde la ciudad californiana de San Diego.
Agencia AFP