De momento, bajo el panorama internacional actual, Venezuela es un tema más dentro de la agenda estadounidense, pero no uno prioritario. Tampoco de mayor preocupación. Eso sí, siempre y cuando haya suministro de petróleo desde Caracas y la presencia rusa e iraní en territorio latinoamericano se mantenga lejos de convertirse en una verdadera amenaza.
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Sin embargo, en plenas elecciones presidenciales en Estados Unidos, la expectativa en Venezuela por quién resulte ganador entre Kamala Harris y Donald Trump sigue siendo un tema sobre la mesa.
Si Harris logra mantener la presencia demócrata o si Trump les devuelve el puesto a los republicanos, son muchas las dudas sobre cuál será la postura de Washington, que si bien ha intentado un cambio político en el país suramericano, han sido más las decepciones y concesiones que lo que ha logrado en cuanto al debilitamiento de Nicolás Maduro.
Los analistas creen que la ruta ya está definida. Si gana Trump, puede que haya una política más o menos hostil, tal como la hubo en 2019 cuando su administración sí debilitó a Maduro, impuso las sanciones económicas y petroleras más fuertes y participó en el impulso y reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino.
Mientras que Harris podría seguir el camino pacífico de Joe Biden, quien ejecutó acciones impensables como la liberación del colombiano Álex Saab, preso en Estados Unidos acusado de corrupción y de ser testaferro de Nicolás Maduro. Saab, de hecho, ahora es ministro de Industrias.
Biden también negoció para la liberación de los sobrinos de la primera dama venezolana, Cilia Flores, presos y sentenciados a más de 18 años de cárcel en Estados Unidos acusados de narcotráfico tras una operación de la DEA.
Para Laura Dib, directora para Venezuela de la Oficina de Washington para asuntos de América Latina (Wola) por sus siglas en inglés, hay incertidumbre y ambigüedad sobre la causa venezolana, pues si bien existe un consenso bipartidista, ninguno de los candidatos ha hecho una mención explícita durante su campaña. Lo que más ha sonado ha sido las acusaciones contra la banda criminal “El Tren de Aragua”, pero ni Trump ni Harris han hablado de política exterior sobre Caracas.
Si se quitan esas licencias, Maduro va a vender ese petróleo en China, bajo mercado negro sin control, en efectivo, con múltiples intermediarios.
“Los pronunciamientos que ha habido sobre el tema (Venezuela) verdaderamente son muy superficiales”, dice Dib a EL TIEMPO, considerando además que en este momento hay una realidad geopolítica fuerte marcada por la invasión de Rusia a Ucrania y el conflicto en Oriente Próximo.
Según Dib, eso hace que “la postura de Estados Unidos en este momento es ver que no hay conflictos armados en Latinoamérica” y es por ello que los líderes venezolanos tendrían que luchar contra esa “sensación de fatiga” sobre el caso Venezuela y tratar de mantenerlo en agenda de Estados Unidos.
De ganar Kamala Harris, “no veo la posibilidad de que se impongan sanciones sectoriales y creo que puede haber una aproximación e incluso mantener algunas de las licencias petroleras. La misma línea que se ha llevado hasta ahora la administración de Joe Biden”, insiste Dib.
En caso de ganar Trump - prosigue- desde Wola se cree que al tener como precedente el fracaso del interinato de Juan Guaidó, el republicano tome una postura más pragmática y que priorice los intereses económicos de Estados Unidos.
No se espera una modificación dramática de la política de lo que hemos visto en los últimos tres años, esta no es una admiración que va a considerar que la presión máxima funciona
Esa postura es compartida por Eduardo Gamarra, Profesor del Departamento de Política y Relaciones Internacionales y Director del Foro de la Opinión Pública Latina en la Universidad Internacional de la Florida.
Para Gamarra, Trump es lo que se conoce en relaciones internacionales como un realista, es por ello que solo privarán los intereses estadounidenses, “pero una acción militar hacia Venezuela no va a haber porque no es lo suficientemente importante para Estados Unidos estratégicamente hablando”.
Si Harris toma la presidencia, “no se espera una modificación dramática de la política de lo que hemos visto en los últimos tres años, esta no es una admiración que va a considerar que la presión máxima funciona”, dice Gamarra.
Ambos expertos coinciden que incluso ni Harris ni Trump han hecho declaraciones importantes sobre los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela del pasado 28 de julio. Harris envió una carta a María Corina Machado y Edmundo González -quien ganó los comicios según la oposición- casi un mes de las elecciones.
En ella instaba a los militares a proteger a los venezolanos y recordó en la carta que la violación de los derechos humanos y la libertad de expresión "sólo profundiza la crisis y obstaculiza los esfuerzos hacia una transición pacífica y democrática".
Sanciones, un escenario poco favorable
Desde hace un año, la petrolera estadounidense Chevron tiene licencia para operar en Venezuela, si bien la producción aún no supera el millón de barriles diarios, sí ha dado un importante alivio a la economía del país.
Sin embargo, aún se mantienen sanciones en otros rubros y espacios. Los expertos consideran que los beneficios de las sanciones han sido pocos y la población ha sufrido, así lo describió Christopher Sabatini director de Global Americans y exprofesor en la Universidad de Columbia, en un foro organizado por el Instituto de Políticas Públicas Jack D. Gordon de la Universidad de Columbia.
Por su parte, para el economista venezoano Asdrúbal Oliveros, otro factor importante a considerar es que, además de la profundización de la crisis humanitaria, permiten que Venezuela afiance sus relaciones comerciales con Rusia, China e Irán.
Oliveros cuestiona que, al imponer sanciones, algunos creen que habrá inacción por parte de Maduro y su gobierno, pero el hecho es que ha sucedido todo lo contrario y más bien ha respondido de una forma “extremadamente dinámica”.
Y esto ocurre - dice el economista- porque Caracas ha generado mecanismos alternativos para enfrentar estas sanciones y paradójicamente, esos mecanismos lo hacen más fuerte.
Por ejemplo, en este momento Venezuela está exportando cerca de 800.000 barriles diarios de petróleo, de esos, bajo licencia de Chevron y Repsol son unos 300.000 barriles que se venden a Estados Unidos, pero los ingresos no entran en control del gobierno de Maduro, sino que una parte va para pagar la deuda con estas empresas, otra para inversiones para los campos petroleros y la otra al mercado cambiario para abastecer empresas venezolanas que compran medicamentos y alimentos.
“Si se quitan esas licencias, Maduro va a vender ese petróleo en China, bajo mercado negro sin control, en efectivo, con múltiples intermediarios. Si bien hay descuentos, el ingreso está bajo control de Maduro y los grupos que lo sostienen. Cuando yo elimino las licencias, pongo más petróleo en control directo de Maduro”, resaltó Oliveros.
ANA MARÍA RODRÍGUEZ BRAZÓN - CORRESPONSAL EL TIEMPO - CARACAS