'Día de la Liberación', la jugada comercial a la que apuesta Donald Trump

hace 1 día 17

Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos el pasado 20 de enero, viene hablando, con bombos y platillos, de un nuevo hito al que ha llamado el “Día de la Liberación” y que está previsto para este miércoles 2 de abril.

A partir de la fecha, ha dicho el mandatario, EE. UU. impondrá “tarifas recíprocas” contra todos los países del mundo que considere han sido injustos con su país en materias comercial.

“Todos los países, amigos y enemigos, llevan décadas robándonos y abusándonos. Ha llegado la hora de que EE. UU. recupere no solo su dinero sino su prestigio”, dijo el presidente republicano hace pocos días.

Aunque todavía se desconocen los detalles específicos, la expectativa mundial es enorme: para la mayoría de los analistas se trata, nada más y nada menos, del inicio de la temida guerra comercial de la que tanto se viene hablando. Una que podría dar vuelco al orden comercial que ha guiado al mundo por casi 100 años y que tiene el potencial hasta de desatar una recesión planetaria.

La teoría de Trump es que muchos países protegen sus sectores sensibles imponiendo aranceles a las importaciones de EE. UU. Lo cual en algunos casos es cierto, pero en el marco de una dinámica en la que Estados Unidos hace lo propio y como consecuencia, en la mayoría de los casos, de los acuerdos de libre comercio que se han firmado a lo largo de las últimas décadas.

En otras palabras, el presidente pretende imponer “aranceles equivalentes” a los que se le cobran a EE.UU. y enfocarse en aquellos con los que tiene una balanza comercial desfavorable.

Todos los países, amigos y enemigos, llevan décadas robándonos y abusándonos. Ha llegado la hora de que EE. UU. recupere no solo su dinero sino su prestigio

donald trumpPresidente de EE.UU.

La estrategia, desde la perspectiva de Trump, tiene tres objetivos: cerrar la brecha del desbalance comercial que alcanza ya los 1,3 billones de dólares, revivir el mercado laboral de EE. UU. con el regreso de empresas que migraron a otros países donde la mano de obra era más barata y obtener concesiones de países que son más vulnerables a los aranceles dada su dependencia a la economía estadounidense.

El problema es que muchos de estos países probablemente responderán con sus propios aranceles, lo cual, en el corto y mediano plazo, elevaría el costo para los consumidores.

“Todos los estudios demuestran que los aranceles son impuestos a los productos que, por lo general, se le terminan pasando al consumidor”, afirma Colin Grabow, experto en comercio del Cato Institute.

Donald Trump- China

Donald Trump anunció aranceles contra varios países del mundo Foto:EFE- archivo

De acuerdo con un estudio reciente de la Universidad de Yale, la inflación, que venía cayendo en EE. UU., tras un pico del 9 por ciento en el 2023, comenzaría a crecer nuevamente como consecuencia de esta guerra arancelaria. Cada familia estadounidense pagaría un sobrecosto anual de unos 2.000 dólares.

Además, afirma Grabow, es improbable que la mayoría de esos empleos regresen a EE. UU., pues la mano de obra seguirá siendo más barata en otras partes y las empresas tampoco tendrían claros incentivos para relocalizarse.

Lo que más preocupa a los economistas son los efectos colaterales de la guerra comercial. En otras palabras, un incremento de precios que se traduce en inflación, desacelera el crecimiento de la economía estadounidense y provoca una recesión de impacto global.

Algo que ya parece reflejarse en la mayoría de indicadores, como el índice de confianza del consumidor, que viene en caída desde enero, y la bolsa de valores, que ha reaccionado desfavorablemente al anuncio de los aranceles.

Trump y sus funcionarios, probablemente consciente de esto y del impacto político que podría tener un alza del costo de vida, han comenzado a matizar el alcance de las tarifas previstas para este miércoles.

Esta semana, el presidente habló de “flexibilidad” en algunos casos y de una aproximación “más conservadora” a la hora de imponer aranceles.

AFP

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto:AFP

Su secretario de Comercio, Scott Bessent, de hecho, ha indicado que el grueso de las tarifas solo estaría dirigido a países con los que EE. UU. tiene una balanza comercial desfavorable o han impuesto otro tipo de barreras comerciales.

“Estamos hablando como del 15 por ciento de los países con los que hacemos comercio y tenemos los mayores saldos negativos”, dijo Bessent.

Kevin Hassett, director del Consejo Económico en la administración Trump, también pidió bajar las expectativas, pues el “castigo” solo recaería en los que “nos hacen trampa”.

Las palabras llegaron con cierto alivio en países como Colombia, donde la balanza comercial favorece a EE. UU. por más de 13.000 millones de dólares y, por lo tanto, podría quedar exenta.

“Si el criterio número uno es el estado de la balanza comercial como un todo, entonces no tendríamos de qué preocuparnos. Pero si deciden mirar sector por sector, entonces quién sabe”, dice el analista económico Enrique Millán, de Millán y Ayala Asociados.

Pero aun si ese fuera el caso, el impacto sería profundo.

De acuerdo con la Oficina para el Censo de EE. UU., en 2024 el país tuvo grandes desbalances comerciales.

Las cifras muestran que las mayores brechas están con China US$ 295,4 mil millones; México, US$ 171.8 mil millones y Vietnam USD 123.5 mil millones.

Nadie sabe si estos serán el blanco principal este miércoles. Pero solo entre ellos suman el 90 por ciento de todo el comercio con EE.UU.

Varios, además, ya están en preaviso. Hace un mes Trump anunció un 25 por ciento de aranceles “recíprocos” contra México, Canadá y la Unión Europea que fueron postergados hasta este 2 de abril.

China, a la que ya se le impuso un arancel del 20 por ciento sobre sus importaciones, ha elevado los suyos y, probablemente, anunciará otros si es golpeada nuevamente.

A eso se suman los que ya anunció Trump esta semana, del 25 por ciento contra todos los automóviles importados, y que desatará represalias similares contra las importaciones de carros estadounidenses en otros naciones.

En la mayoría de países el sentimiento es de incertidumbre. No solo por saber si harán parte de la lista de “castigados”, sino por el juego a dos bandas de la administración Trump, que viene usando los aranceles –los pone y luego los quita– para avanzar en sus intereses.

SERGIO GÓMEZ MASERI

Corresponsal de EL TIEMPO

Washington

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