Llegó el quinto día de novena de Navidad y Aguinaldos, que tradicionalmente se realizan entre el 16 y el 24 de diciembre, le traemos todo lo relacionado con las oraciones del día y el orden correcto para realizarlas, según la Arquidiócesis de Bogotá.
Villancico introductorio
Se recomienda iniciar las novenas de cada día con un villancico, con el fin de liberar buenas energías y felicidad, para tener toda la atención centrada en las oraciones siguientes. Este día, la tradicional novena se iniciará con El tamborilero.
Oración para todos los días
Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio.
Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente.
Amén.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Día 5 novena de Navidad Foto:DALL-E, generador de imagenes de ChatGPT
Reflexión del quinto día
En la ciudad de Nazaret y en el vientre de la Virgen que ha regresado de asistir a su prima, a quien Dios ha bendecido con un hijo, crece el Mesías, el hijo de María y de José. San José, entre sus vecinos, era conocido por su labor de artesano y carpintero; sus manos trabajaban la madera, la piedra y otros materiales para diseñar, construir y reparar arados y muebles, puertas y ventanas, y techos sostenidos con vigas unidas con palos, arcilla y adobes.
San José, habiendo celebrado el compromiso con la Virgen María, preparaba lo necesario para llevársela para su casa, aun sin conocer el misterio de la anunciación. Pero, al enterarse de que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo, y al no entender lo ocurrido, decide dejarla en secreto. Y he aquí que el ángel del Señor se le aparece en sueños y le dice: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. (Mateo 1, 20-21).
San José es el hombre justo que ama a su esposa; y el justo en la Biblia se refiere a aquel que se esfuerza por llevar una vida agradable al Señor, cumpliendo sus enseñanzas y honrándolo en su actuar. Sin embargo, el justo también pasa por momentos de duda y de prueba, como le sucedió a José. Su dilema y su decisión primera de dejar a María en secreto representan las tribulaciones humanas que, en ocasiones, nos ponen contra la pared e intentan romper nuestros proyectos. Sin embargo, por la revelación del ángel, José supo comprender que la venida del Mesías los vinculaba, a su esposa y a él, en el misterio divino de la encarnación. Y es aquí donde su justicia y su virtud probada lo llevaron a aceptar el designio de Dios y a abrirse a la esperanza de convertirse en el padre adoptivo del Hijo de Dios.
San José amó, creyó y esperó. Amó a María y, por eso, no la denunció; creyó en el anuncio del ángel y, por eso, hizo lo que le mandó; y esperó porque su confianza estaba en Dios, en su esposa y en el Hijo divino que se confiaba a su cuidado. Al igual que san José, en la familia pueden presentarse situaciones que no entendemos, que escapan de nuestras seguridades, que nos desestabilizan y nos hacen pensar en huir, dejar o condenar. Sin embargo, debemos convertir los momentos de prueba en ocasiones propicias para mantener la esperanza en Dios, pues solo en él comprenderemos el verdadero significado de los hechos y podremos decidirnos por lo que es bueno, lo que agrada a Dios, lo perfecto.
Es hora de vivir el sueño del ángel, es decir, de entender desde Dios y de apoyarnos no solo en nuestras fuerzas, sino especialmente en él, pues Dios es la esperanza que trasciende este mundo y nos abre a la providencia divina. La esperanza es la respuesta que se ofrece a los corazones cuando surge la pregunta: ¿Qué será de mí? ¿Qué debo hacer?
Oración a la Virgen María Foto:DALL-E, generador de imagenes de ChatGPT
Oración a la Santísima Virgen María
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, merecisteis que todo un Dios te escogiese por madre suya. Te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo.
¡Oh, dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le guardaste, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Dios te salve, María.
Oración a San José Foto:DALL-E, generador de imagenes de ChatGPT
Oración a San José
¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, que nos abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén.
Padre Nuestro.
Gozos Foto:DALL-E, generador de imagenes de ChatGPT
Gozos para todos los días
- Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
- 1. ¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos! la prudencia que hace verdaderos sabios!
- 2. ¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo!
- 3. ¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto! presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, bella flor del campo.
- 4. ¡Llave de David que abre al desterrado! las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
- 5. ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tú esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.
- 6. ¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo.
- 7. ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
- 8. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo!
- 9. ¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempos cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
- 10. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo. Consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano.
- 11. ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
- 12. ¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos. Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
Oración al Niño Jesús Foto:DALL-E, generador de imagenes de ChatGPT
Oración al Niño Jesús
Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente. “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Villancico de cierre
Para finalizar el quinto día de novena es recomendable hacerlo con un villancico. Le recomendamos el Vamos, vamos pastorcitos.
ALEJANDRA HERNÁNDEZ TORRES
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO