‘Desde que tengo 30 años me han dicho que soy vieja’: Amparo Grisales

hace 16 horas 10

Protagonista de 'Yo me llamo', la diva eterna, Amparo Grisales, habla de lo que le toca estudiar para estar a la altura de los concursantes, de cómo trabaja su mundo interior y, cómo no, de su nuevo amor.

Amparo, obviamente usted está acostumbrada a que le echen toda clase de piropos y flores y de todo...

Pero también me hacen mucho bullying...

Pues le quiero decir que está hermosa, joven, vital. Y me encantó volverla a encontrar en Yo me llamo, porque usted es el alma del programa, sin desconocer que el maestro Escola se ha vuelto un monstruo y que Rey Ruiz ha venido creciendo; yo, sentada al lado suyo, de primípara de jurado, me habría muerto del susto. Y además me da la impresión de que en esta temporada el programa es más ágil...

Porque no hay presentador en el escenario. El set está muy minimalista, de colores lindos, no está saturado de cosas. Y eso lo ha hecho muy bien Caracol.

¿Décima temporada ya? ¿Y en todas ha estado usted?

En todas. He sido la única. Me siento orgullosísima, agradecida con Dios, con el universo, con mi mamá, que sé que sigue con sus oraciones en mi corazón.

¿Incluye en la selección previa dejar que alguna gente ‘haga el oso’, y ustedes evidentemente se lo pillan desde que entran?

Incluye. Ahí está lo lindo del programa. La gente decía que yo era muy dura con ellos, y ahora, que muy suavecita, pero porque está empezando el programa. Llegan de todas partes de Colombia, muchísimos concursantes son empíricos, muy pocos son los que son músicos. Me fluye tratarlos bien.

Como soy seguidora, devolvieron a un Juan Luis Guerra buenísimo, y queda uno muy frustrado...

Pues no sabe sino una sola canción.

Como en este país la importancia del inglés no existía, y creo existe cada vez más, me da mucha ternura que haya muchos concursantes que se aprenden fonéticamente la canción en otro idioma, pero por eso mismo no saben sino una o dos...

Sí, lo hacen divino. Hemos pasado muchos, pero hay cupos limitados. Son 300 y se inscribieron 8.500, y muchos ni siquiera han volado en avión. Soy un ser humano bonito, espiritual, pero eso no significa que no tenga carácter. Estoy esperando a que lleguen a la escuela y ahí empiezo a ser cuchilla y a exigirles. A veces involucionan en lugar de evolucionar. Ahí les doy duro para que se pongan las pilas, porque hay unos muy relajados. Y hay otros que llegan, que uno dice, a qué horas en la escuela, con una sola clase... 

¿Qué va a hacer con el imitador de esa gloria que fue Dean Martin? Porque resultó buenísimo...

Bueno, ahí le buscaremos la vuelta porque nos encanta. Este año sí tenemos muchos de habla en inglés, como Jim Morrison, Bob Marley, un Frank Sinatra y un Dean Martin...

Y el alemán, que me pareció miedosísimo cuando salió...

Bueno, eso es el heavy metal industrial y son estruendosos. Este vino muy bien preparado. Claro, a nosotros nos toca estudiar mucho...

¿Cuántos días de la semana graban?

Cuatro. Dos programas diarios.

¿Por la mañana y por la tarde?

Claro. Me levanto a las cuatro y media de la mañana, medito, me conecto con Dios, con el universo, le entrego el día a Él, le doy las gracias y le digo: tú eres mi hacedor, ilumina mi mente, mi corazón, mis pensamientos, mi palabra. A las seis en punto está mi estilista en mi tocador, esperándome en mi casa. Tengo un superequipo. No me arreglo en el canal.

¿Y los ejercicios?

Ahora solo puedo hacer sábado y domingo. Pero me cuido en la comida, me conecto, medito con la respiración. Ahora estoy estudiando mucho el estoicismo para aprender a que las cosas no me afecten. Porque cuando tú te levantas y te dejas afectar, por el temperamento o porque algo te saca la piedra, todo el día sale mal, empiezas a tropezar con la puerta, con todo. Llevo muchos años estudiando a Saint Germain, con unas meditaciones hermosísimas. Llenarme de luz y de meditaciones que me den sabiduría es lo que me sostiene cuando a veces siento que me voy a caer. Soy muy metafísica: la vibración y las energías es lo que le transmito a la gente con la que me encuentro, o con la que trabajo, y a los participantes en el programa. Me rodeo de un cinturón de seguridad espiritual, para que no me toquen las malas ondas. Y a las nueve y media o diez estoy lista en el estudio.

Durísimo... Pero no es posible que ustedes, los del jurado, se sepan todas las canciones o conozcan la trayectoria de aquellos a quienes imitan, como para tener la autoridad de saber si lo hacen apropiadamente...

Por eso le decía que me hacen mucho bullying: que esta vieja no sabe, que está muy vieja, que se jubile. No soy muy de redes, no me meto mucho a oír tanta toxicidad. A eso ya no le doy mucha importancia, porque son más los que me aman. Me lo demuestran en la calle todos los días. Desde los niños de 5 años que me dicen: “Ampalo, me elicé...”. Para responder a su pregunta, ningún maestro sabe de todos los géneros, porque vienen además unos nuevos que hay que estudiar.

Y hay muchos artistas que se repiten y hay que descartar la competencia...

Los más populares. Esos ya son colores que conoces. Muchos llegan por la parte física, porque se parecen, pero no cantan nada; y otros llegan cantando mucho, pero no se parecen físicamente. Hay otros que sí son física y vocalmente parecidos, pero la escuela empieza a darles su definición. A mí me dan una lista de los que se presentan y, conocidos o no, me toca estudiarlos a todos. Yo de notas sé, o sea, del pentagrama musical. Sé en qué tonalidad cantan, qué características tiene el original, que el ronquito, que el vibrato, que si es nasal, que si es más voz de pecho, que si hacen un falsete que va a la cabeza. Mis devoluciones son lo más acertadas posible, porque me estudio todos los personajes que llegan.

¿Y qué hace con los nuevos géneros?

En diciembre, antes de empezar las grabaciones, me la pasé sentada con los audífonos estudiándolos. Me tocó hasta estudiar reguetón, porque no me gusta. Es un estilo sin poesía, donde usan un vocabulario espantoso, ya la cosa se volvió loca. Desde luego hay poesía si quieres hablar de sexo, pero sin vulgaridades y sin que las cosas sean tan explícitas, para que lo puedan oír los chicos. El otro día dije “orgasmo” en el estudio y ¡ay! Los miré y les dije, ¿cuál es el susto? En los reguetones sí dicen vulgaridades espantosas, pero ‘orgasmo’ no lo es. “Claro, a ver yo los miro, se ve que ustedes no han tenido muchos orgasmos, por esa cara que tienen de susto”. Es parte de la vida, nacemos porque esa es una sensación divina. Los niños a los 5 años tienen el teléfono oyendo reguetón, con palabrotas horribles, obscenidades.

Una cosa que me encanta de Amparo es que no oculta que le fascina el piropo, y que los acepta encantada...

Ah, sí, defiendo el piropo porque me parece que estamos perdiendo los sentidos, la piel, la mirada, una voz linda, unos ojos que te miran bonito.

Pero usted ha llegado a cambiar el voto por un piropo de un concursante... Yo lo vi.

Sí, pero porque sé que los otros dos tenían rojo... (carcajadas). Entonces mi verde era inocuo.

A mí me encanta eso, que sea abierta, libre a que le echen piropos, porque no son, adecuadamente soltados, una falta de respeto contra la mujer...

He dicho muchas cosas en Yo me llamo sobre el feminismo, que nos han cambiado los códigos. Lo del piropo, a mí sí. Y lo que le decía: por ejemplo, se presentan con lo del perreo, que no sé qué, que la perra... y les digo, uy, qué poesía... El otro día le dije a César Escola: ¿Te acuerdas de esa canción de Óscar Golden que decía: “Que sea mi cuerpo alegre carrilera, por la que corran tus manitas frías?”. Pues ahí se está diciendo lo mismo, pero bonito. Eso ya no existe.

Ya que está reivindicando el romanticismo, el piropeo. ¿Hay amor en su vida en este momento?

Hay amor en mi vida, sí. Estoy enamorada, pero ya el amor uno lo maneja de otra forma, o sea, ya uno no es tan obsesivo, ya disfruta los ratos en que uno esté con él, porque vive en otro país, Uruguay, aunque es brasileño, lo cual me fascina porque hablo perfecto portugués, pues viví en Brasil. Y entonces es una melodía hermosísima al corazón y al amor.

¿Y cómo fue?

Lo conocí en una fiesta. Es un hombre de 62 años, guapísimo, alto empresario de una empresa de soya. Yo tengo 68, por lo cual siempre tengo un bullying impresionante. Desde que tengo 30 me decían que era vieja. Pero a mí lo que me importa es lo que siente mi corazón, mi cerebro, cómo estoy físicamente y cómo he cuidado el templo, porque es con este como me comunico, donde habita la chispa de Dios. Ahora tengo ese amor. En una fiesta, un 31 de diciembre en Uruguay, se me acercó ese hombre guapísimo, de pelo canoso, largo, y me dijo: “¿Você gostaria de se casar comigo?”. Y me dio una caipiriña. Quedé flechada y tenemos una relación muy linda porque nos vemos tan frecuentemente como se puede. Ya no es esa obsesión de que uno quiere estar juntos todos los días, porque además uno aprende a convivir con su soledad, que es cuando tu mejor amigo eres tú mismo. La soledad quiere decir la edad del sol: sol-edad. Es la edad en la que vas hacia adentro de ti, de tus pensamientos, de tu corazón. Hay gente que no conoce ni su cuerpo ni su mente, porque está siempre por fuera de ellos. Me he vuelto muy amiga de mi ser, de mí misma. Si uno no puede hacer eso, no puede amar a nadie.

Esa interiorización de conocerse a sí misma se nota. Es uno de los secretos de por qué tiene tanta personalidad, tanta energía. Y yo, que la conozco desde hace rato, puedo decir: Amparo es una tierna. Ahora le voy a hacer una pregunta atrevida: ¿Si a usted, en algún momento de su vida, el hoy presidente de Estados Unidos, con esa fama de mujeriego que tiene, le hubiera hecho un approach, lo habría aceptado?

Pues algo de eso pasó...

¿Cómo así?

Fui a hacer unas fotos a Nueva York y me prestaron el Hotel Plaza de una a cinco de la mañana. Él no era ni presidente, sino presentador de ese programa en el que despedía gente. El caso es que yo estaba en esa foto, que la tengo grande en mi sala, estaba posando con una faldita corta; tres de la mañana y bajó Trump de una fiesta. Yo de reojo miré, ni lo saludé; él se quedó como unos diez minutos mirando la sesión de fotos. Así lo conocí. Pero ¿cómo fue la pregunta?

¿Y qué habría pasado si esa noche la hubiera invitado a salir? ¿Le pareció atractivo?

No me parece atractivo. Me parece que tiene una expresión prepotente.

O sea, Donald Trump no es su tipo...

No es mi tipo de hombre. Me gusta mucho descifrar el rostro de las personas, el lenguaje corporal, la gestualidad. Eso dice mucho de esa persona. Eso se le ha acentuado ahora, en este segundo mandato. Parece una de esas personas que se creen dioses, ¿no? Nunca fue mi tipo y ahora menos. Lo conocí hace treinta años, pero usted sabe que nunca me he ido con las parejas por el poder o el dinero.

Cuatro meses más de esta temporada. ¿Y después, qué hará?

Tengo una oferta de una película muy linda, que mañana precisamente tengo que negociar porque no han podido armar el presupuesto. Hoy después de esta entrevista tengo otra propuesta. Y cuando uno está expuesto, por ejemplo con Yo me llamo, con el rating y el share que tenemos, sin antecedentes, todo puede pasar.

¡Hasta que me hayan cogido a mí, para el rating, que no soy de ese tipo de programas! (Amparo Grisales ríe a carcajadas...).

programa de televisión

Emanuel Mendoza se ha destacado en el programa en su rol de 'Búfalo'. Foto:Cortesía Caracol TV

¿QUÉ HACE ESTE BÚFALO EN LA TELEVISIÓN?

Emmanuel Mendoza, o Búfalo, como lo llaman, a mí me ha encantado, su papel en Yo me llamo. ¿Cómo es su historia?

Nunca en mis proyectos había tenido el pensamiento de estar en televisión. Se dio la oportunidad. Creo que fue también por mi carrera deportiva, que llevo durante diez años representando a Colombia en muchos escenarios.

¿En qué deporte?

En el de strongman o atletismo de fuerza.

¿En qué consiste?

En evaluar las capacidades físicas del atleta por medio de pruebas tales como jalones del camión, levantamiento de piedras, levantamiento de troncos, caminar con maletas, lanzar objetos...

O sea, usted es así de fuerte como se ve en la televisión, no le están poniendo ningún maquillaje, ni nada... 

No, señorita, yo soy así tal cual el personaje, así... (Ríe).

¿Y el gruñido de dónde lo sacó?

Ah, simbolizando el gruñido del animal, del búfalo.

Vea, y tengo entendido que usted habla cinco idiomas. ¿Es verdad?

Leo inglés, el portugués y estoy comenzando el francés. Y otras palabritas...

¿Qué va a pasar el día en que usted se suba al escenario con toda su autoridad física y el concursante no se quiera bajar?

Tocará consultar con los organizadores y el jurado.

¿Usted es colombiano?

De El Bagre, Antioquia. Pero tengo ascendientes de Hawái y llevo mucho tiempo en Aruba.

¿Ya tiene favoritos entre los concursantes?

Muchos, muchos. Porque se necesita mucho coraje para llegar ahí.

¿Lo reconocen en la calle?

Sí, por lo que hago normalmente y ahora por el programa.

MARÍA ISABEL RUEDA

Especial para EL TIEMPO

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